El escenario vulnerable de la televisión pública en México

televisionTeresa Monserrat Castillo Ruiz*

Encuentro de Comunicación y Democracia en el Entorno Digital, fue el tema que este año permitió a la Asociación Mexicana de Derecho a la información, Amedi, reunir a reconocidas personalidades de la comunicación, investigación y la política quienes debatieron desde sus especialidades así como perspectivas, la agenda de la sociedad ante el nuevo escenario político del país.

En las mesas se habló sobre telecomunicaciones, libertad de expresión, modelo de comunicación política, además de, los medios públicos y comunitarios. Respecto al último tema,  me permitiré compartir algunos datos interesantes que enmarcan el escenario de la televisión pública. La información es parte de las intervenciones de dos especialistas en el asunto como son: Patricia Ortega y Ana Cecilia Terrazas, ambas académicas y socias de la Amedi.

Ambas investigadoras coincidieron que en México la televisión sigue siendo el medio de mayor impacto. Basadas en datos del INEGI, expusieron que en  México se registran 28.67 millones de hogares, de los cuales,  95.1% cuentan con al menos un aparato de televisión.

En este contexto estadístico, la televisión comercial es la que predomina pero ésta a su vez es dominada por dos empresas: Televisa y Tv Azteca. Juntas poseen  94% de las frecuencias de televisión comercial en todo el país.

Debido al centralismo mediático y la poca diversidad de contenidos como formatos, actualmente 42% de la población mexicana ha optado por la televisión de paga aunque tampoco ha garantizado pluralidad y calidad mediática.

En este mismo escenario –ubican las ponentes- convergen, vulnerables, los medios públicos y estatales; entre ellos, Canal Once y Canal 22, los cuales alcanzan apenas 2% de la audiencia nacional.

Al centrar su atención en los sistemas estatales de radio y televisión, enlistan algunas de las características que les distinguen como: carecer de independencia económica y editorial; deficiencias tecnológicas y técnicas; la mayoría de ellos son administrados por los gobiernos en turno y se han convertido en medios al servicio del poder ejecutivo.

Una de las posibles causas -señala Patricia Ortega Ramírez- es que quienes dirigen no se tiene una idea clara de qué hacer con la televisión estatal. Ello en gran medida porque los medios son dados por compromisos políticos a personas sin experiencia ni conocimiento en la dirección de medios de servicio público. La consecuencia es una programación pobre en propuestas mediáticas alternativas distinguidas por ser plurales, incluyentes, participativas y con sentido de servicio público.

Los retos que tienen los gobiernos estatales y federales entorno a la televisión estatal y pública son: fortalecer y constituir una verdadera propuesta televisiva cultural de información y entretenimiento para la sociedad. La televisión pública, no tiene porque ser aburrida y marginal, para ello es necesaria una variedad de formatos y contenidos televisivos.

Según recomendaciones de Patricia Ortega, la televisión debe diversificar las formas de pensar, debe incluir en su línea editorial temas incluyentes tomando como sustento la libertad de expresión, el derecho a la información y la promoción a los derechos humanos.

La calidad de los contenidos de la televisión pública se debe garantizar a través del fomento a la experimentación y la creación de nuevos productos televisivos, la apertura de espacios para la producción independiente y la creación de vínculos con universidades y con la sociedad organizada.

Por otra parte, resulta necesario que el Estado cree un marco legal que dé independencia económica y funcional al sistema, en la búsqueda de re conceptualizar la función de servicio público y la noción de interés general de la ciudadanía. Para ello se debe garantizar la participación ciudadana y la interacción con las audiencias, esto le permitirá autoevaluarse y reconstruirse.

En conclusión, la televisión pública en México tiene un escenario adverso; sin embargo es apremiante centrar en ella atención, recursos económicos, cambios legislativos y propuestas mediáticas diversas así como de calidad.

Para ello, se requiere de la apertura por parte de los gobiernos estatales, así como de quienes les dirigen, para abrir espacios a propuestas provenientes  de las universidades, de productoras independientes, así como de organizaciones civiles interesadas en la producción audiovisual. Lo anterior porque la televisión pública debe expresar todas las manifestaciones culturales y sociales de una sociedad cada vez más heterogénea y demandante.

*Comité de vinculación de Amedi Oaxaca

 

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