Un diluvio injustificado

lluviasaguapor Horacio corro Espinosa

para el 20 septiembre 2013

Esta es una carta de total amor y de solidaridad fraterna para todos los pueblos destrozados por las lluvias de la entidad oaxaqueña.

Mis orígenes provienen de Juxtlahuaca, donde pasé las horas más felices de mi niñez. Desde allí recorrí todos los pueblos de alrededor. Los conozco. Y han sido refugio de muchos amigos míos entre escultores y pintores. Todos esos lugares eran para mí lo más cercano al frío.

Como sabemos, en esa zona son frecuentes las lluvias, pero estas últimas rebasaron nuestro conocimiento. Conforme nos fuimos enterando de que el nivel del agua subía, todos comenzamos a preocuparnos. Desde luego que la gente que vive en esa zona fría no está acostumbrada a que se le meta el agua y las piedras a sus casas.

Me acaban de platicar algunas personas de Juxtlahuaca, que de tanto miedo que sentían se acordaron de Dios. Los señores mayores de edad, decían no recordar una temporada de lluvias tan maciza, tan constante y tan tupida.

Afortunadamente, a los llamados de auxilio la gente ha acudido. Lo curioso del asunto es que si no es por este tipo de problemas, nadie se hubiera acercado al padecimiento que es la vida normal de muchos oaxaqueños. No se puede pensar realmente en México apoyándose en una posición de privilegio.

El diluvio sorprendió a todos. Llegó gratuitamente. A destiempo. Pero la falta de recursos no ha sido un regalo. Ha dependido de la voluntad del hombre. Estas tierras oaxaqueñas, han sido sometidas a un saqueo criminal, a un despojo continuo en favor de unos pocos.

En medio de esta desgracia, uno piensa en los hospitales, en las escuelas, en las viviendas que pudieron haberse construido, en la apertura de caminos que unieran a los pueblos y en tantas cosas que se pudieron haber hecho con los recursos huidos y que no se hicieron.

Parece que las prioridades de esta entidad no son los hombres ni la salud ni la vivienda ni la escuela ni la seguridad física y humana para tener una vida digna.

En el momento del dolor es cuando uno se dice: si ese dinero se hubiera empleado… pero no se empleó, se fue y se sigue yendo. Han pasado gobiernos y gobiernos que ha practicado la rapiña, el saqueo, la corrupción, el enriquecimiento concentrado o ilícito, el lujo, las mansiones, el derroche, la frivolidad, la ostentación, los elefantes blancos, los millones de pesos perdidos que hacen falta en la entidad.

El dolor por el agua está poniendo a prueba la justicia. Porque ahí no cabe el soborno. Y está poniendo a prueba la solidaridad. No la del momento para aliviar el dolor inmediato, sino la permanente, cuya falta ha causado el dolor y la miseria.

La tristeza es profunda, se ve en los ojos de la gente. Pero creo conocer a los oaxaqueños que están dispuestos a comenzar de nuevo en este estado de tensión y de esperanza.

La tragedia ha sido fatal y rebasó a todos. Pero las condiciones en que tomó a todos estos pueblos, pudo haber sido otra y mucho mejor. Ahora será el momento de que el gobierno del estado muestre su verdadera estatura.

 

Twitter:@horaciocorro
horaciocorro@yahoo.com.mx

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