Octavio Paz, un gran héroe literario

CIUDAD DE MÉXICO.

Tristeza y admiración. Ambos sentimientos dominaban ayer el ánimo de Marie José Tramini, viuda del poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998), al evocar la muerte del Nobel de Literatura 1990 ocurrida un día como hoy, pero de hace 20 años.

“Deseo recordarlo como un hombre vital. Estoy muy triste. Lo extraño muchísimo. Imagínate. Pero he estado concentrada en recuperar la vida que pasamos juntos, más de 34 años. Para mí fue un regalo”, comentó vía telefónica.

Con voz tenue, la artista francesa confesó que lo que más admiraba del ensayista y diplomático era su capacidad de disfrutar tanto de la literatura como de la vida. “No sé cómo podía escribir una obra tan importante y, al mismo tiempo, ser un hombre que escuchaba, que miraba, que vivía, que amaba”.

Marie José Paz y el autor de Libertad bajo palabra se conocieron una tarde de octubre o noviembre de 1962 en una recepción diplomática en Delhi, a donde el poeta llegó como embajador de la India, Ceilán y Afganistán, según se narra en el prólogo del libro Viento entero.

Ella, casada entonces con el asesor político de la embajada de Francia en el país asiático, pronto se divorció y, en junio de 1964, sus encuentros “discretos o secretos” finalizaron y empezaron a vivir juntos. Así, Paz encontró, a sus 48 años, a la mujer de la que no se separaría hasta su muerte.

“Yo compartí toda esta parte física, vital de él. Nos amamos mucho tiempo y, gracias a él, yo creo en la felicidad”, agregó Marie Jo. “Era muy cariñoso, muy atento conmigo. Me amaba, me amaba. Entonces, todo eso de verdad no se puede explicar, hay que vivirlo. Sólo así te imaginas lo que puede ser su esencia”.

Añadió que esas tres décadas disfrutó no sólo de la obra del poeta, sino también de su parte humana, pues era muy generoso. “Le gustaba la conversación, la vida. Hay muy pocos casos de escritores así. Aparte de un gran talento, tenía una capacidad enorme de trabajo, de memoria y de erudición”, dijo con nostalgia.

El poeta y crítico literario Adolfo Castañón, editor de Octavio Paz de 1974 hasta su muerte, también lo recordó ayer como un hombre inclasificable. “Era poeta, filósofo, periodista, crítico de arte, escritor de cartas, enamorado, le gustaba el cine, los juegos, la experimentación, y dejó un legado que aún estamos tratando de masticar, de rumiar”.

Detalló que “el hecho de estar trabajando editorialmente en su obra fue, una vez que él partió, muy emotivo. Fue un compañero, un amigo, un jefe y algo más. Ese algo más tiene que ver con una relación más filial, que pasa por las emociones, por la poesía”.

Quien lleva como amuleto dos monedas de 20 pesos con la efigie del poeta, acuñadas en 2010, explicó que, en cierto modo, no ha dejado de estar con el autor de La llama doble. “Soy un coleccionista de sus libros. La persona física llamada Octavio Paz empezó a ‘desnacer’ hace 20 años, pero ese ‘desnacimiento’ continúa en sus amigos. La ausencia de Paz nos hace ser más fraternos y cómplices con quienes lo estudian. Fue un gran héroe cultural y literario”.

De entre las dedicatorias que Paz le regaló, atesora una que reza: “A Adolfo Castañón, que sabe responder a la injuria con una sonrisa”.

Amistades e ideas

“Paz fue un hombre de grandes amistades. Le gustaba cultivarlas, pero defendía sus ideas con fuerza. Las ideas y las personas eran igual de importantes, pero cuando él consideraba que una postura no era la adecuada, aunque fuera su amigo, marcaba distancia”, dijo Jaime Perales.

El autor de Octavio Paz y su círculo intelectual destacó en entrevista que el Nobel de Literatura tuvo amistad desde muy joven con Alfonso Reyes, que fue buen amigo de su abuelo, y con los integrantes de Los Contemporáneos, el grupo que lo impulsó. “Él cultivó grandes amistades con escritores durante los 20 años de su carrera como diplomático y también cuando fundó las revistas Plural (en Excélsior) y Vuelta; construyó lo que él llamó ‘amistades compartidas’”.

Y señaló que Carlos Fuentes fue el mejor interlocutor cultural de Paz en México. “Ambos poseían una cultura enciclopédica, tenían interés por la pintura, la literatura, hablaban varios idiomas, tuvieron una carrera diplomática importante, compartían ideas. Fuentes fue un gran amigo”.

Por su parte, el crítico literario Christopher Domínguez comentó a Notimex que Paz irradió a la literatura española y, a 20 años de su muerte, queda claro que el siglo XX le pertenece literariamente.

Dijo que es una figura excepcional: fue un gran poeta, y un enorme crítico literario; también fue muy generoso porque, a diferencia de otros expertos, explicó a sus contemporáneos y dedicó gran parte de su obra a los escritores jóvenes. “Haber estado cerca de él fue un estímulo colosal que ojalá pueda honrar”.

Actividades en su honor

El Colegio Nacional (calle Donceles 104, Centro Histórico, Ciudad de México) rinde hoy homenaje a Octavio Paz, con el estreno de la pieza musical Maithuna, del compositor mexicano Mario Lavista. La obra está inspirada en el poema homónimo de Paz. Participarán Christopher Domínguez Michael, Enrique Krauze, el propio Lavista, Malva Flores, Jesús Silva-Herzog Márquez y el Cuarteto vocal femenino Streghe.
El libro Octavio Paz y su círculo intelectual, de Jaime Perales, se presentará hoy, a las 19:00 horas, en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.
El próximo domingo, a las 12:00 horas, los poetas María Baranda y Francisco Segovia ofrecerán una charla sobre Octavio Paz, en el marco de los 20 años de fallecimiento del poeta mexicano. Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
El FCE muestra la correspondencia intelectual de Octavio Paz

Octavio Paz sostuvo una relación especial con escritores, editores e intelectuales mexicanos, que queda de manifiesto en las cartas que escribió entre 1952 y 1984 a personalidades del mundo editorial, como Arnaldo Orfila, Joaquín Díez-Canedo Manteca y Alí Chumacero. Decenas de estas misivas, que pertenecen al archivo histórico del sello Fondo de Cultura Económica integran la muestra Cartas de creencia, inaugurada ayer en el Centro Cultural Bella Época. “Elegimos el título porque cada carta es una convicción, una apuesta, una sugerencia, del poeta a la editorial. La idea de la muestra es rastrear el tránsito de las ideas, de las aportaciones del intelectual a la cultura mexicana del momento”, dijo el editor Juan Carlos Rodríguez. El FCE, que ha publicado 52 títulos de Paz, comparte “documentos que muestran el pensamiento vivo”, aseguró el editor. “La idea nace como una semilla en la experiencia privilegiada de un crítico agudo a partir de la identidad mexicana”, dijo sobre las propuestas que el poeta hacía a los editores. La exposición permanecerá en exhibición durante lo que resta de este mes.

Veinte pesos
“Todo es presencia, todos los siglos son este presente”, es la frase de Paz que apareció en el reverso de la moneda de 20 pesos que el Banco de México lanzó el 31 de marzo de 2011, para festejar los 20 años del Nobel concedido al poeta mexicano en 1990 (aunque la frase aparece en la moneda que se acuñó desde el año 2000, como la de la imagen). La iniciativa de este homenaje fue presentada en la Cámara de Diputados por Kenia López el 7 de septiembre de 2010, donde fue aprobada dos meses después con 347 votos. El pleno del Senado la aprobó 20 días después. Bimetálica (aleación de cobre y níquel), de 32 milímetros de diámetro y un peso de casi 16 gramos, así fue descrita en el decreto que autorizó su emisión publicado en el Diario Oficial de la Federación del 27 de enero de 2011. La moneda tuvo una edición limitada de cinco millones de unidades.

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