Marco Antonio Cruz, habitante de la oscuridad

EXCELSIOR

La revista anual Luna Córnea dedica su número 36 a los 40 años de carrera del “heredero” de Nacho López y Héctor García

CIUDAD DE MÉXICO.

Un día, Marco Antonio Cruz (Puebla, 1957) quiso habitar la oscuridad. Paradójicamente, el fotógrafo encontró en la ceguera su materia prima. La imagen de tres músicos ciegos retratados frente a la cortina de un negocio le reveló el camino: durante 17 años, de 1988 a 2005, Cruz acumuló 12 mil fotos en blanco y negro sobre la discapacidad visual. Este trabajo forma parte de un corpus que ha colocado al artista en medio de la historia reciente de México.

“Soy fotoperiodista y documentalista, mi vida se ha dividido en dos: hay una parte como fotoperiodista, con la que me ha tocado abrir camino para el periodismo en México a partir de los 70; he estado en publicaciones clave y no sólo he trabajado como fotoperiodista, con la oportunidad de estar en los momentos políticos, históricos en el país, sino que de eso vivo, he vivido del periodismo”, dice.

Cruz es uno de los primeros fotógrafos en activo, con 40 años de trayectoria, que ha merecido un número íntegro de la revista anual Luna Córnea. Se trata de 448 páginas que recorren la trayectoria del fotógrafo, desde sus primeros años de formación, cuando en los 70 su madre le regaló su primera cámara (una de 35 mm con lente fijo de 50 mm), hasta su paso por publicaciones señeras del periodismo mexicano, y su actividad como documentalista. Pero al mismo tiempo es el registro de toda una generación de fotógrafos mexicanos y de los acontecimientos que han pasado por el visor de su cámara.

“En realidad aunque este número de Luna Córnea (el 36) lo encabeza la obra de Marco, es en realidad una revisión generacional de los otros fotógrafos que hicieron un trabajo muy relevante en términos de fotoperiodismo y fotodocumentalismo; es sobre Marco, pero también de la generación a la que pertenece Marco y, en última instancia, de los procesos políticos y sociales en los cuales se enmarcan estos trabajos”, dice el director de la publicación, Alfonso Morales.

Marco Antonio Cruz es heredero de dos pilares de la foto mexicana: Nacho López y Héctor García. Pintor de formación, desde 1979 eligió la fotografía de prensa como su actividad, además de trabajar para revistas como Interviú, el semanarioOposición y Así es, fue fundador del periódico La Jornada y en 1984, creó la Agencia Fotográfica Imagenlatina.

“Yo estudié artes plásticas en Puebla, mi primera enseñanza es la pintura y ahí también tuve mi primer contacto con la fotografía. En 40 años la cuestión de las artes plásticas ha estado latente todo el tiempo; en el Partido Comunista y luego en el PSUM, desarrollé como parte de mi labor también la caricatura, pero llegó un momento en el que tenía que decidir a cuál de las dos me tenía que dedicar, y fue la fotografía”, dice Cruz en entrevista.

En 1978 conoció a Héctor García, pero acepta que su lista de maestros es grande: “Por supuesto está Nacho López, maestro del ensayo, del reportaje; Héctor García, el gran periodista; Rodrigo Moya, Mariana Yampolski, Graciela Iturbide, gente con la que crecí. Me tocó trabajar con grandes periodistas: Miguel Ángel Granados Chapa, Carlos Payán, Gerardo Unzueta, Julio Scherer. A todos tengo que agradecerles mi formación, fui muy afortunado”, dice.

Lo de Cruz fue documentar, siempre lo tuvo claro. En él no existe ese debate que eleva la foto exclusivamente al arte; si bien hay intención estética en su trabajo, Cruz es periodista. Y así se asume. Considera que, como periodista, no hay neutralidad: “Lo más importante para el periodismo, no sólo para la fotografía sino para el periodismo en general, es nunca quedarse callado. En el momento en que te quedas callado estás obviando cosas; el enorme valor del periodismo es nunca quedarse callado. Creo que no existe el periodismo neutral: estás de un lado o estás del otro. En mi caso ha sido una forma de dar voz a los que no tienen voz, de mostrar hechos o situaciones de gente que considero muy vulnerable. Ha sido un compromiso de 40 años”.

Luego de una exposición retrospectiva en el Centro de la Imagen, la aparición de Luna Córnea, dice, le ha permitido cerrar un ciclo. Cruz sigue tomando fotos y todo el tiempo ve imágenes, pues sigue siendo editor de foto de la revista Proceso, pero ahora quiere editar sus propios libros: tiene cinco maquetas de ellos; uno está dedicado al registro de movimientos sociales. También piensa en el futuro de su archivo.

“Para mí lo ideal sería que la parte de los negativos quedaran en una institución en México, alguna fototeca; mantener un archivo es caro y hay instituciones que son ideales: está la Fototeca Nacional, la UNAM, otras posibilidades. Este archivo ya no es mío, es de México, es la memoria de los últimos 40 años de este país según mi visión. Para mí es importante que quede en un lugar público y que la gente pueda tener acceso. Mientras más pronto, mejor”, acota.

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