Luis, ingenuo, Anaya te juega las contras; anulará tu triunfo
DETRÁS DE LA NOTICIA
Alfredo Martínez de Aguilar
La corrupción sin llenadera alguna prostituyó a todos los dirigentes de los partidos políticos. Sus mafias pudrieron a la gateante democracia mexicana. Y la partidocracia convirtió en un enorme negocio a los gobiernos de todos los niveles.
La complicidad de la partidocracia impuesta como gobierno ha parido la ‘narcopolítica’ y la ‘narcoeconomía’. El objetivo de los integrantes de la primera es garantizar total impunidad al ‘lavado de dinero’ de los miembros de la segunda.
Hoy en día, más que nunca, las campañas político-electorales que cuestan cientos de millones son financiadas por las bandas del crimen organizado y los cárteles del narcotráfico, a través de los narcopolíticos y los narcoempresarios.
A quienes lo duden por ignorancia, ingenuidad, escepticismo, amistad, compadrazgo o abierta complicidad, ahí están documentados los innumerables casos de gobernadores y políticos de todos los partidos incluyendo al impoluto Peje.
¡Cómo olvidar que Fue el Estado… de Guerrero, gobernado por Ángel Heladio Aguirre Rivero del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el responsable de la desaparición de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa!
Sería un grave error olvidar que Manuel Andrés López Obrador (MALO) impuso por corrupción a la pareja José Luis Abarca Jiménez y a María de los Ángeles Pineda como presidente municipal de Iguala, a pesar de sus nexos con el narcotráfico.
La perversidad de la inmensa mayoría de los políticos es genial. A veces, incluso, a extremos verdaderamente diabólicos. En algunos casos no tienen empacho en matar a los que sea necesario para conseguir sus objetivos al precio que sea.
Es tal la desmedida ambición que la historia global, nacional y local, está preñada de asesinatos políticos. En algunas ocasiones, por ‘razones de Estado’ y de ‘seguridad nacional’. En otras, por intereses personales o grupales mafiosos.
Estos móviles explican el asesinato disfrazado de ‘accidente’ carretero de El Maquío, Manuel Clouthier o la supuesta ‘confusión’ entre cárteles del narcotráfico en el caso del cardenal de Guadalajara Juan Jesús Posadas Ocampo.
O bien la ejecución de José Francisco Ruiz Massieu, esposo de Adriana Salinas de Gortari y cuñado del presidente Carlos y su hermano incómodo Raúl, y, sobre todo, la ejecución del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, entre otros.
Es obligada esta introducción para entender la ‘vendetta’ entre las ‘famiglias’ mafiosas del Partido Acción Nacional (PAN) en Oaxaca. La delincuencia organizada ha penetrado a los institutos políticos a nivel nacional, estatal y municipal.
A menos que haya sido plan con maña, todo parece indicar que, a pesar de su amplia trayectoria y experiencia Luis de Guadalupe Martínez Ramírez pecó de ingenuo y cometió un grave error de cálculo político.
Dada la evidente, pública y notoria perversidad sin límite alguno del dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya, a nuestro leal saber y entender le juega las contras al candidato ganador a la dirigencia estatal del blanquiazul.
El objetivo del incendio de las boletas electorales que faltaban por contar es más que claro: anular el triunfo de Luis de Guadalupe Martínez Ramírez. Su triunfo no conviene a los intereses mezquinos de Ricardo Anaya.
Para nadie es desconocido que Luis apoya con todo a Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa del ex presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, mientras que Natividad Díaz Jiménez y Juan Mendoza Reyes apoyan a Ricardo Anaya.
No hay que olvidar que con el apoyo del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, primeramente Juan Mendoza prorrogó su periodo legal como dirigente estatal, posteriormente se agandalló la candidatura plurinominal y, finalmente, se impuso como coordinador en la Legislatura.
En tales condiciones, el ex presidente municipal y alcalde con licencia de Huajuapan de León, ex diputado local, ex director de la Facultad de Derecho de la UABJO y Notario Público, subestimó la perversidad de Natividad Díaz Jiménez y de Juan Mendoza Reyes.
Claro que no es nada descartable que Luis de Guadalupe sea, en realidad, más inteligente y perverso que sus adversarios y les haya lanzado el anzuelo de buscar la anulación y Natividad y Juan se lo hayan tragado, y Luis cuente con pruebas de ello.
Sin embargo, pareciera que, a querer o no, guste o no, que en realidad, Luis pecó de ingenuo al aceptar y permitir una serie de graves irregularidades en el proceso electoral interno, toda vez que el CEN del PAN no envió a ningún representante para validar y legitimar la elección.
Al fin Notario Público seguramente Luis de Guadalupe documentó y certificó con fe pública esas irregularidades graves para hacerlas valer ante la Comisión Electoral del Comité Ejecutivo Nacional en caso que perdiera, de lo contrario, no tendría razón de hacerlo.
Piensa mal y acertarás, enseña la geopolítica. Y a la luz de este principio resulta muy sospechoso que José Manuel Vásquez Córdoba, representante de los intereses políticos de Diódoro Carrasco en las filas del PAN oaxaqueño haya aceptado el triunfo de Luis.
El ex gobernador oaxaqueño sirve a los planes futuristas del aspirante presidencial panista Rafael Moreno Valle desde la Secretaría General de Gobierno del vecino estado de Puebla y trabaja en la construcción de cuadros políticos en el mayor número de estados.
Está por demás claro que el gobernador poblano saliente es enemigo jurado del dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya, quien se ha agandallado millones de spots en radio y televisión para fortalecer su posicionamiento rumbo a la candidatura presidencial.
El triunfo de Luis de Guadalupe por la dirigencia estatal del PAN era una jugada muy cantada. Ni Natividad Díaz Jiménez con el apoyo de Juan Mendoza Reyes ni menos José Manuel Vásquez Córdoba, con el apoyo de Diódoro Carrasco, tenían posibilidades de ganar.
Uno y otro están totalmente descalificados por su negro historial de corrupción en los cargos que han desempeñado como coordinadora de la Fracción del PAN en la LXII Legislatura y como delegado del Registro Agrario Nacional (RAN), respectivamente.
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