El Repudio generalizado a Saymi Pineda Velasco

*La Sátrapa Reculó; reinstaló nuevamente al joven rescatista altruista.

Una mega chinga le pusieron en las redes sociales a la presidenta de San Pedro Pochutla, Saymi Pineda Velasco—La Sátrapa– todo por despedir al joven altruista que apoya a tres niños que quedaron en la orfandad en la comunidad de Los Naranjos Esquipulas.

A la presidenta municipal que es una sátrapa con sus subordinados, le dolió mucho que el joven rescatista hiciera una acción humanitaria en favor de los que en verdad lo necesitan.


Como atinadamente lo publicó hace algunos meses un medio local de esta zona costeña, la presidenta, en una fiesta quiere ser la quinceañera, la novia, o en el Día del Niño y la Niña, la mujer maravilla, lo que indica de esta actitud es que se quedó atorada en la infancia, lo que ahora en la edad adulta le está causando serios problemas que se exhibe como una niñota o chabelota egoísta.

En efecto, aunado de la actitud egocéntrica de la despista y soberbia presidenta, a un año y medio de su gobierno a pregonado a los cuatro vientos—ella y su Madre que es la presidenta del DIF—que una de las prioridades de su gobierno es la niñez pochutleca, sin embargo, ya salió a la luz pública, que solo es puro rollo chino lleno, pura mentira, toda vez que miles de infantes están en el olvido en todas las comunidades del municipio de San Pedro Pochutla.

Y el ejemplo más claro y contundente, son los tres infantes de la comunidad de los Naranjos Esquipulas, que son apoyados por el joven rescatista que no tiene los millones de pesos que administra la presidenta municipal.

En este sentido, por la presión de los medios de comunicación y redes sociales, la presidenta Saymi se vio obligada a reinstalar al Joven rescatista en su centro de trabajo, pero esto no la exenta a la edil de ser una persona miserable, egocéntrica y sátrata.


Finalmente al pueblo de Pochutla aún le queda un año y medio de soportar a esta presidenta enferma de poder, que solo aprovechó el efecto Obrador para llegar a la silla municipal no para hacer el bien, sino para salir de pobre, porque ya no quiere regresar a su antiguo trabajo que era vender barriletes en las plazas, que la verdad era algo más digno.

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