Desayuno con Benjamín Robles

benjaminroblesmontoyaPor Horacio Corro espinosa

Para el 4 de febrero de 2014

Dicen que el restaurante nació en París, a México quien sabe cuándo llegarían los restaurantes. Lo que sí puedo comentarles, es cuándo nacieron los desayunos de trabajo. Esos famosos desayunos se iniciaron en la época de López Mateos, y en realidad eran para hacer dos cosas: comer y darle prisa a los asuntos pendientes. Sin embargo, ahora todo mundo busca pretextos para desayunar con alguien y hasta lo presumen, como si con eso se convirtieran en gente importante.

Hay que aclarar que el desayuno es tomar una taza de leche o de café, mientras que el almuerzo, es el que se toma un rato después del desayuno. El almuerzo es una comida. De ahí que en algunos restaurantes te especifiquen: de desayunar tenemos: leche con chocolate, chocolate de agua, café, y etc. Y de almorzar hay huevos al gusto, carne de tales y tales. Y aún así, muchos no entendemos qué es el desayuno y qué el almuerzo.

Es muy usado que los jefes de prensa del gobierno inviten a los periodistas a los clásicos desayunos, ya sea porque su jefe, que puede ser un diputado un secretario de gobierno o un aspirante a candidato, quiera comunicar algo importante para la ciudadanía o para lanzar su figura al estrellato. Desde luego que muchos de los periodistas asisten no para desayunar nada más, sino para almorzar.

Hay muchos periodistas, por no decir que la mayoría, al hacer acto de presencia en el restaurant, casi siempre se mimetizan al más puro estilo político, se ponen a dar abrazos por todas partes, aunque no conozcan a la gente, incluso, acuden a la mesa de otros comensales que nada tienen que ver con la reunión preparada por el político. La cosa es dar abrazos bien sonados en la espalda para que todos vean que han cariño y que son bien estimados.

Esto viene porque hace días, el senador Benjamín Robles Montoya, invitó a cuatro reporteros de la ciudad de Huajuapan de León, a una conferencia en un restaurant que está frente al parque de la ciudad. Ahí les daría a conocer información sobre lo que el anda haciendo por la región mixteca. Aunque en realidad ya anda haciendo campaña hacia la gubernatura del Oaxaca.

Dentro de la plática de información, el mismo senador hizo un paréntesis para decirle a los compañeros periodistas que ordenaran lo que se les antojara de la carta; entonces, a una compañera se le hizo fácil pedir una carne. Pero cuando le llevaron la cuanta al michoacano, se espantó cuando vio que tenía que pagar mil monedas de a peso por todo lo que se había consumido.

A partir de ese momento, el político de altos vuelos, no dejó de ver a la compañera periodista que había comido la carne. Como si el costo de la cuanta hubiera sido el valor de lo que comió mi compañera reportera. Y luego, le hizo algunas preguntas que a mí me suenan ofensivas como “oye, ¿así comes todos los días en tu casa?” Hay que decir que Robles Montoya, estaba acompañado de su familia, quienes también deglutieron un almuerzo.

La actitud del senador hacia la señorita reportera, de agresión o intimidación por los ojos de aborrecimiento que le echaba encima, descubre que no es lo que él siempre ha pregonado: el respeto hacia los demás. Malo sería que los periodistas, sin autorización de él, hubieran ordenado de la carta sin su consentimiento.

Hay medios impresos de circulación nacional que a sus reporteros, les tienen prohibido aceptar ni un café a cualquier político. Esta regla usada por algunos medios, se las paso como un consejo, aunque sé que no me lo están pidiendo. No acepten nada de los políticos. Esto lo aprendí hace años en Huajuapan, cuando un presidente municipal nos dijo a un grupo de reporteros: “Pero ¡cómo es que hablan mal de mi si yo los invité a comer!”

Si en alguna otra ocasión los invitan a comer, vayan, pero pidan su cuenta aparte y con anticipación, y si no llevan dinero, mejor no coman.

El día que comienzas a comer de las invitaciones, cualquiera te puede tapar la boca y te expones a perder tu nombre.

 

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