Un reto la educación indígena en Oaxaca, en tiempos de pandemia

Paloma Duarte: 

Si antes del SARS-CoV-2 la brecha en materia de educación indígena en Oaxaca era amplia, autoridades y padres de familia de diversas comunidades de la entidad, temen que se extienda más con el regreso de la nueva normalidad; y es que la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se niega a regresar a las aulas, en tanto no haya pruebas COVID-19 gratis.

Para Wilbert Santiago Valdivieso, vocero de la Sección 22, una de las condicionantes para regresar a las aulas es que existan garantizadas aproximadamente 332 mil pruebas de COVID-19 para aplicarse a los docentes y sus familias, considerando que, por cada integrante de los 83 mil profesores, existan 4 personas más en su hogar.

De no darse esta situación, aun cuando exista un anunció por parte del Gobierno Federal para regresar a las aulas, ellos no retornarán a clases, manteniendo así cerradas las puertas de 14 mil instituciones educativas, a las que acuden más de 927 mil estudiantes, de los cuales 200 mil, son de educación indígena.

Santiago Valdivieso, indicó que no existen las condiciones para el regreso, y muestra de ello es que, 49 docentes adheridos a su sección han muerto por COVID-19, en tanto un número mayor se encuentra contagiado, lo que refleja que las condiciones sanitarias no han evolucionado, y que las autoridades han hecho valoraciones que no están cerca de la realidad.

“Estamos trabajando para establecer las condiciones para poder retornar, pero no hay fecha, estamos en etapa de organización, valorando con colectivos escolares, un modelo hibrido a distancia, pero no podemos hablar de casos presenciales, y casos a distancia se ven complicados por la falta de internet, equipos o hasta energía eléctrica”, dijo.

Al mencionar que están platicando con los niveles educativos del Taller Estatal de Educación Alternativa, indicó que esperan el ofrecimiento de un procedimiento para poder utilizar los mecanismos alternativos para llegar a las comunidades, sin embargo, esto debe arrancar con la toma de la prueba a todos sus agremiados y familiares.

INCERTIDUMBRE EN LAS COMUNIDADES

El Jazmín Morelos, una ranchería de la comunidad de Santiago Apoala, que cuenta con 160 habitantes de los cuales 60 son niños en edad escolar y de ellos 25 asisten a la escuela rural, el resto se concentra en la cabecera municipal; temen que para el ciclo escolar 2020-2021 la situación sea peor que el curso que culmino.

Armando García, tiene 3 hijos, 1 de ellos asiste a la escuela rural comunitaria en donde en un solo salón atienden a los seis grados, ahí en medio de niños que están aprendiendo a leer, multiplicar, sumar o restar, Josué aprende el silabario, que le cuesta memorizar ante la poca atención que puede prestarle el único profesor que atiende al grupo.

Para 4 mil escuelas de nivel indígena en Oaxaca existen 10 mil trabajadores registrados, sin embargo, muchos de ellos no asisten a las escuelas, otros van de lunes a jueves como el caso del Jazmín, donde la educación es impartida a 25 niños de primero a sexto de primaria, y que este ciclo escolar culmino por la pandemia en el mes de marzo.

Llevan cuatro meses sin clases, eso se traduce en un rezago, pues lejos de aprender las letras en el caso de Josué, este se ha dedicado a las labores del campo, que, aunque convienen a la familia, no representan lo mismo para el futuro del pequeño que ve una desventaja que contribuirá a que continúe dentro de la población de alto grado de marginación y pobreza.

De acuerdo con el documento “Diagnostico de derecho a la educación 2018” realizado por el Coneval, las principales carencias educativas existentes en zonas indígenas del Estado, en donde no se ha logrado obtener los resultados esperados de acuerdo a las necesidades de las comunidades indígenas.

Las escuelas multigrado, son otro de los temas principales, en el proceso del aprendizaje, tan solo a nivel nacional el 44% de las escuelas se encuentra bajo este registro, es decir, escuelas de una sola aula, en donde están niñas y niños de primero a sexto de primaria, que representa un reto importante para el profesor.

Las limitaciones y exclusión que sufren los diferentes actores que participan en el proceso educativo dentro de las comunidades indígenas son más que evidentes. La infraestructura de las escuelas de nivel básico, muchas de las veces no son capaces de cubrir las necesidades mínimas para que esta pueda operar, con aulas descuidadas, sin sanitarios, sin agua potable, o sin luz eléctrica.

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