¿Se podrá domesticar a funcionarios y trabajadores?
Yo creo que todo oaxaqueño que ha tenido necesidad de acudir a las oficinas públicas, invariablemente ha recibido el trato de un ciudadano sin importancia.
Si acudes a cualquier oficina pública ya sea del gobierno estatal municipal o federal, siempre verás a la gente que busca ser atendida con cara de mal humor. Y supongo que también sienten la lengua estropajosa, y por los mismos corajes, la boca les sabe a centavo. Hay otros que sienten calambres en las piernas mientras que otros sudan frío, pero de puritito coraje.
Hay mal observadores que piensan que los que se encuentren en las oficinas públicas tienen la cara que tienen por la cruda que cargan, pero en realidad no es así. Es por la crisis moral que se vive en esas oficinas de Oaxaca.
Hay un remedio que venden y que es bastante bueno para solucionarte todos esos enojos que te hacen pasar en las oficinas públicas y hasta privadas. Una cucharadita antes y después de acudir a ellas te evitarán los corajes.
Con ese remedio la gente dejará de preocuparse y ya no se sentirá tan infeliz. No se trata de un té de iztafiate ni de ruda ni de guaco ni de yerba serenada. Con este remedio infalible se te quitará la preocupación y la angustia de tratar con cajeros, secretarias, ventanilleros, estampilleros, telegrafistas, sindicalizados, locutores y demás dependientes que se creen dueños del lugar donde desempeñan sus labores.
A la mejor has pasado tantos corajes en esas oficinas que ya no quiere recordarlos, pero yo estoy aquí nada más para refrescarte la memoria porque son cosas que te interesan. Nada bueno se saca con que finjas demencia al respecto o alegues que ya pasó y que no tiene caso recordarlo.
Yo creo que todos en alguna ocasión hemos acudido a alguna oficina a resolver cualquier trámite, cualquier asunto, y muchas veces hemos sido maltratados, humillados y se nos han proferido voces descompuestas, miradas fieras y palabrotas de esa que sólo se pueden representar en este medio con ajos y cebollas.
Desde que entra uno al lugar, las secretarias ni corresponden el saludo que uno les dirige, pues son tan vanidosas que creen que el que saluda va en plan de conquista. Cuando una mujer saluda a los hombres luego dicen que ésta lo hace por coquetería o porque es una fulana o una zutana que va en busca de “algo”.
Ni modo pues, vivimos en Oaxaca, y tenemos que seguir caminando por todas esas oficinas oaxaqueñas recibiendo malos tratos hasta que alguien se preocupe en domesticar a sus trabajadores.
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