Se alían incluso con RIVALES: así son los vínculos de cárteles mexicanos con pandillas de EU

Aunque en un inicio las bandas criminales locales únicamente participaron en la venta de droga al menudeo, con el paso de los años asumieron nuevos roles que van desde el tráfico de armas y migrantes hasta el lavado de dinero e, incluso, el sicariato

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Para el gobierno de Estados Unidos, hablar de narcotráfico implica necesariamente abordar la problemática de los cárteles que operan en México, país vecino con el que comparten poco más de 3 mil kilómetros de frontera y desde donde, aseguran, ingresa la mayor parte de drogas que se comercializan y distribuyen en su territorio.

Si bien el contrabando de narcóticos es considerado desde hace años como un problema bilateral, las estrategias y propuestas que el país de las barras y las estrellas continuamente propone han estado enfocadas principalmente en desmantelar a las organizaciones delictivas que encabezan y coordinan el lucrativo negocio.

El Gobierno de México ha colaborado con autoridades estadunidenses para lograr dicho objetivo, sin embargo, poco se ha abordado el tema de las pandillas, aquellas bandas criminales locales radicadas en Estados Unidos que han servido durante décadas a cárteles mexicanos como el último eslabón de su red de tráfico internacional de drogas: la distribución y venta al menudeo.

La génesis de la alianza y el rol de las pandillas

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Las pandillas son definidas por el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) como una asociación de tres o más individuos cuyos miembros adoptan una identidad de grupo para crear una atmósfera de miedo o intimidación. Las agrupaciones suelen compartir un nombre, eslogan, señal identificativa, tatuajes o marcas físicas así como un estilo de vestir o peinarse característico.

El vínculo entre cárteles mexicanos y las bandas locales estadunidenses ha estado presente a lo largo de la historia del narcotráfico que comparten ambas naciones, no obstante y de acuerdo con InSight Crimela relación se fue expandiendo geográficamente y evolucionando a partir de 2006 cuando en México el ex presidente Felipe Calderón impulsó como estrategia de seguridad la llamada “Guerra contra el narco“.

“Este tipo de alianzas son, en parte, el producto de un cambiante panorama criminal en México. Dado que los grandes cárteles se han debilitado y fragmentado, nuevos grupos más pequeños han surgido para desafiar su hegemonía. A su vez, esto ha obligado a los cárteles a buscar fuentes alternativas de ingresos y de nuevas alianzas“, explica en un artículo la fundación dedicada al estudio y a la investigación de amenazas para la seguridad nacional en América Latina y el Caribe.

La alternancia política, sumada a la reconfiguración del hampa del país fortalecieron las alianzas entre cárteles mexicanos y pandillas estadunidenses de modo que dos años más tarde, en abril del 2008, el Departamento de Justicia ya había ubicado a las bandas locales de su territorio como los principales distribuidores minoristas de drogas en muchas áreas suburbanas.

“Los narcotraficantes mexicanos afiliados a la Federación, el Cártel del Golfo, el Cártel de Juárez y el Cártel de Tijuana están cultivando relaciones con pandillas callejeras y bandas carcelarias […] Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no están seguros del papel que estos pandilleros pueden desempeñar pero creen que pueden ser empleados para contrabandear cocaína y heroína“, se lee en el informe del Departamento de Justicia publicado en 2008.

Las investigaciones realizadas por la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) no tardaron en confirmar que el rol que desempeñaban las pandillas para los cárteles mexicanos estaba relacionado a la comercialización al menudeo y la distribución de la droga que trafican por la frontera.

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Pese a ello, con el paso de los años las bandas locales diversificaron sus actividades y comenzaron a prestar a los cárteles mexicanos otro tipo de servicios que van desde el tráfico de armas migrantes hasta el lavado de dinero y el sicariato.

“Esta relación le permite a las organizaciones mexicanas realizar operaciones sin tener que ingresar a Estados Unidos, reduciendo sus riesgos y expandiendo sus redes de distribución. Algunos miembros de las pandillas estadunidenses ofrecen el beneficio adicional de cruzar la frontera con menor riesgo de detección, pues tienen un conocimiento profundo de las zonas en las que operan”, explica InSight Crime en un informe publicado en 2014.

En 2017, el Informe Nacional sobre Pandillas (NGR) concluyó que las pandillas estadunidenses continuaban buscando ganancias financieras y redoblando esfuerzos para construir sus propias empresas criminales. Si bien participan en una variedad de actividades criminales, el tráfico de drogas se consolidó como su principal fuente de ingresos.

“Las autoridades federales, estatales y locales informaron aumentos en el tráfico de drogas a gran escala en los últimos dos años, lo que podría indicar que las pandillas están intentando aumentar sus actividades más allá de las ventas callejeras”, advertía el informe del Centro Nacional de Inteligencia sobre Pandillas (NGIC, por su siglas en inglés).

La dinámica de las pandillas y los cárteles mexicanos

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Aunque la relación entre cárteles mexicanos y pandillas estadunidenses se remonta a décadas atrás, la dinámica criminal que sostienen es distinta a la que, por ejemplo, utilizan bandas locales mexicanas.

En la Evaluación Nacional de las Amenazas de Drogas 2020 realizada por la DEA se expone que las asociaciones entre los cárteles y las pandillas son muchas y muy variadas. Y es que, en su mayoría, las alianzas que se forman son de naturaleza individualista y no a través de un contrato de la pandilla en su conjunto y un cártel específico.

“Las pandillas callejeras generalmente siguen siendo oportunistas y trabajarán con cualquier organización que les proporciones mayores ganancias“, explica el informe de la agencia antinarcóticos estadunidense.

Dicha característica hace posible que una pandilla se asocie con dos diferentes cárteles mexicanos incluso cuando éstos sean rivales y viceversa, es decir, que dos pandillas contrarias trabajen para un mismo cártel.

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El informe de la DEA publicado en 2020 da cuenta de que organizaciones delictivas originarias de México como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) continuaban mostrando indicios de expansión  al establecer negocios con otros grupos criminales incluyendo pandillas transnacionales, de prisiones y compañías asiáticas lavadoras de dinero.

“Las TCO mexicanas exportan anualmente importantes cantidades al por mayor de fentanilo, heroína, metanfetamina, cocaína y marihuana a Estados Unidos. Las drogas se entregan a los mercados de usuarios en Estados Unidos a través de rutas de transporte y células de distribución que son administradas o influenciadas por las TCO mexicanas, y con la cooperación y participación de pandillas callejeras locales“, detalla la Evaluación Nacional de las Amenazas de Drogas.

Bajo ese tenor, la DEA identificó a las organizaciones que hasta el 2020 tenían mayor impacto en el tráfico de drogas en Estados Unidos: Cártel de Sinaloa, Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG),Cártel de los Beltrán Leyva Cártel del NoresteLos ZetasGuerreros UnidosCártel del GolfoCártel de JuárezLa Familia Michoacana y Los Rojos.

Cada uno de los cárteles mencionados cuentan con el apoyo logístico de pandillas que controlan el narcomenudeo en distintas localidades de Estados Unidos, tal y como se muestra en la siguiente relación:

A pesar de que la agencia antinarcóticos contempló en 2020 únicamente a las seis organizaciones delictivas mencionadas, décadas antes en sus informes también figuraba el Cártel de los Arellano Félix.

“Los miembros del Cártel de Tijuana trabajan con asociados de alto rango de la pandilla carcelaria de la Mexican Mafia con sede en California para controlar las actividades de tráfico de drogas de los miembros de pandillas callejeras hispanas como los Sureños 13 en las regiones Pacífico y Suroeste”, detalla un informe del Departamento de Justicia publicado en 2008.

Las investigaciones de agencias de seguridad estadunidenses han constatado que el origen del tráfico de drogas que afecta a su país reside en México, no obstante, al ser un problema bilateral resulta necesario reconocer y atender en igual medida a los aliados que los cárteles mexicanos tienen al otro lado de la frontera y que son parte crucial del lucrativo negocio que mantiene a ambos países sumergidos en un espiral de violencia.

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