Patolli: el juego de azar sagrado

El Patolli fue un juego de mesa prehispánico muy popular entre varias culturas mesoamericanas como la Teotihuacana, Tolteca, Mayas y Azteca; además de los pueblos conquistados por estas sociedades.

 

A diferencia de lo que hoy conocemos como juego de mesa o azar, en estas culturas el Patolli no solo era usado con fines recreativos, ya que también era un juego sagrado con fines religiosos.

¿Quienes jugaban al Patolli?

 

Según las registros arqueológicos más antiguos sobre el Patolli, en un principio este juego solo era practicado por la clase alta de estas civilizaciones.

 

Sin embargo, las fuentes históricas más recientes señalan que también fue adoptado por las clases populares como un juego recurrente en sus fiestas, tradiciones y celebraciones comunitarias.

 

Esto nos hace pensar que el juego fue evolucionando hasta convertirse en una de las principales fuentes de diversión de estas comunidades, al igual que los diferentes juegos de azar modernos como los que puedes encontrar en https://casino.netbet.com.mx/.

El juego sagrado y su significado

Que este juego estaba presente en la vida popular de estas sociedades no deja de lado su carácter sagrado y relacionado con rituales religiosos; además, su significado iba más allá de ser un simple juego, tanto en la práctica como en su diseño.

Los rituales del Patolli

El Patolli era más que un juego, esto lo demuestran los diferentes rituales que seguían sus practicantes antes de comenzar una partida. Por ejemplo, una práctica habitual, de acuerdo con el cronista Fray Diego Durán, era que los participantes quemarán incienso e hicieran promesas y ofrendas para la suerte —o en este caso una deidad nativa— los acompañe.

 

Aunado a ello, de acuerdo con el Códice Magliabecchiano —un glosario de 92 páginas que contiene información, incluyendo imágenes, sobre prácticas y elementos religiosos de culturas prehispánicas—, los jugadores del Patolli adoraban y dedicaban la práctica al dios Macuilxóchitl (Cinco Flor).

Su significado: más allá de un simple juego

Este juego prehispánico debe su nombre al verbo náhuatl Patoloa, cuya traducción al castellano sería jugar. El tablero del juego variaba dependiendo de la cultura o civilización que lo jugará, pero por lo general estaba dispuesto en un patrón en forma de aspa o de x y contaba con cuatro secciones y 52 casillas.

 

Estas cuatro divisiones representaban las cuatro trecenas del calendario asteca y por lo general cada una de ellas contaba con imágenes alusivas a los signos: Calli (casa), Tochtli (conejo), Acatl (carrizo) y Tecpatl (pedernal).

 

Las 52 casillas hacían alusión al ciclo de 52 años del calendario solar azteca, en el que cada 52 años se cumplía una trecena y cada cuatro trecenas se alcanzaba un ciclo total del calendario.

 

Este Calendario Solar era uno de los elementos más importantes para la cultura Azteca, por lo que los antropólogos e historiadores se han dedicado a estudiar a profundidad la importancia de este juego en la Mesoamérica precolombina.

Más allá del juego

Pixabay

 

El Patolli era un juego que sin dudas representaba cierta conexión entre lo divino y lo terrenal; además, lo jugaban tanto clases altas como bajas. Incluso, de acuerdo con las memorias del conquistador español Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortez y Moctezuma jugaron al Patolli mientras este último era prisionero.

 

Además, los historiadores consideran que era una actividad político-social, ya que las más altas esferas militares y políticas lo jugaban contra otros pueblos conquistados.

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