Las cartas del poliamor

frida y diegoFueron artistas o intelectuales, tuvieron relaciones polígamas y dejaron constancia de su amor en románticas misivas.

México

“Todas las cartas de amor son ridículas/ No serían cartas de amor si no fuesen ridículas”, dice un poema que Fernando Pessoa firmó con el heterónimo Álvaro de Campos. El portugués escribió unas 50 misivas románticas a una mecanógrafa de las oficinas donde él traducía correspondencia comercial. Por el libro póstumo Cartas de amor de Fernando Pessoa a Ofélia Queiroz, se sabe que aquella fue la única mujer de la que Pessoa se enamoró en vida.

Otros artistas e intelectuales que entablaron apasionados intercambios epistolares se vieron involucrados en situaciones más complicadas; en relaciones polígamas o no convencionales. De ellas quedó constancia, en parte, gracias a las cartas; el género literario que permite entrar en la intimidad de los amantes. “Al fin y al cabo”, cierra el poema de Pessoa, “sólo las criaturas que no escribieron cartas de amor sí que son ridículas”.

Anaïs Nin y Henry Miller


“Un pacto diabólico entre dos escritores que comprenden sus mutuas vidas literarias y humanas, y sus conflictos”. Así describió Anaïs Nin la relación epistolar que mantuvo con Henry Miller, autor de Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio.

La escritora francesa se casó a los 19 años con el banquero Hugh Guiler. Nunca se divorció, pero eso no le impidió casarse por segunda vez, en 1947, con el actor Rupert Pole. Fue éste quien impulsó la publicación de sus célebres diarios eróticos, incluido Henry y June, donde Nin habla sin tapujos de su relación con Miller y su esposa bisexual. El novelista estadounidense estaba casado con June Miller, quien también mantuvo relaciones eróticas con Nin.

El 21 de marzo de 1932, Miller escribió a su amante:

“Anaïs: Lo único que te puedo decir es que estoy loco por ti. (…) Quiero decir que jamás pude ser totalmente leal, no está en mí eso. Me gustan demasiado las mujeres, o la vida; lo que esto sea, no lo sé. Pero ríete, Anäis, me gusta oírte reír. Eres la única mujer que ha tenido una sensación de alegría, una prudente tolerancia; ya no pareces incitarme a que te traicione. Te quiero por eso. ¿Cuál es la causa de que hagas eso? ¿el amor? Oh, es hermoso amar y ser libre al mismo tiempo (…)”

Unos meses después, Nin escribiría en su diario:

“Henry (Miller) se ha planteado si debe o no dejar a June. Conmigo se siente entero, y sabe que lo he amado mejor. De noche permanecemos despiertos en la cama hablando de esto, pero yo sé que no puede y no debe pensar en abandonar a June, su pasión. Yo, en su lugar, no la dejaría. June y yo no nos anulamos la una a la otra; nos complementamos. Henry nos necesita a las dos. June es el estimulante y yo el refugio. Con June conoce el desespero y conmigo la armonía. Todo esto se lo digo mientras lo abrazo firmemente”.

Frida y Diego

Es bien conocida la turbulenta historia de amor entre dos de los más reconocidos pintores de México: Diego Rivera y Frida Khalo. Se conocieron después del accidente que condenó a Frida a la inmovilidad y la impulsó a la pintura. A pesar de la diferencia de edad, se casaron en 1929. Él tenía 42 años y ella 20.

La infidelidad fue una constante de la pareja que se divorció en 1939 para volver a casarse un año después. El muralista había estado casado con Angelina Beloff, de quien se separó en 1921, y más tarde con la escritora Lupe Marín. Entre sus múltiples amantes estuvieron la fotógrafa Tina Modotti, la poeta Pita Amor y hasta la hermana pequeña de Frida, Cristina Kahlo.

El 11 de junio de 1940, Frida escribió:

“Mi Diego: Ahora que hubiera dado la vida por ayudarte, resulta que son otras las ‘salvadoras’… Pagaré lo que debo con pintura, y después aunque trague yo caca, haré exactamente lo que me dé la gana y a la hora que quiera… Lo único que te pido es que no me engañes en nada, ya no hay razón, escríbeme cada vez que puedas, procura no trabajar demasiado ahora que comiences el fresco, cuídate muchísimo tus ojitos, no vivas solito para que haya alguien que te cuide, y hagas lo que hagas, pase lo que pase, siempre te adorará tu Frida”.

Aunque el amor más grande de la pintora fue Rivera, también mantuvo relaciones amorosas con otros hombres y mujeres. Entre ellos Leon Trotsky, el fotógrafo Nickolas Muray y Chavela Vargas. En alguna ocasión, la cantante lo confirmó: “Sí, fuimos amantes. Lástima que rompí una carta donde me escribió ‘Yo sólo vivo para Diego y para ti, nada más’”.

Victor Hugo y Juliette Drouet


Una de las correspondencias amorosas más extensas de las que se tiene noticia es la de Victor Hugo y su amante, Juliette Drouet. La joven escribió más de 20,000 cartas al poeta, novelista y dramaturgo, una colección que se conserva en la Biblioteca Municipal de Fougères, la localidad donde nació la actriz.

El 7 de marzo de 1833, Victor Hugo escribió: “Te amo, mi pobre angelito, bien lo sabes, y sin embargo quieres que te lo escriba. Tienes razón. Hay que amarse y luego hay que decírselo, y luego hay que escribírselo, y luego hay que besarse en los labios, en los ojos, en todas partes. Tú eres mi adorada Juliette”.

Sin embargo, el escritor nunca abandonó a su esposa ni renunció a sus amantes ocasionales. Juliette se convirtió en su musa y dejó su carrera de actriz para dedicarse a Hugo de tiempo completo: como secretaria y acompañante de viajes.

Consciente de la manera en que esta relación había condicionado su vida, Juliette escribió en 1851: “¿Acaso no me amas? ¿Acaso no te necesito? ¿Acaso no está tu vida tan ligada a la mía como la mía a la tuya?… Te perdono todo el daño que me has hecho”.

Cada 17 de febrero celebraban el aniversario de la que fue su primera relación sexual, una fecha que el escritor inmortalizó al convertirla en la primera noche de Marius y Cosette en Los miserables. En otra de sus numerosas misivas, Hugo escribió: “El amor no es solamente la vida, el amor es la juventud”.

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