La travesía de una mujer con cáncer en su rodilla

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Dejó su silla de ruedas en La Dorada (Caldas), su pueblo natal. Las pocas veces que sale –casi siempre, solo al baño– del cuarto ajeno en el que duerme hace dos semanas, en el apartamento de un amigo de su hermana, lo hace en muletas porque el tumor que tiene en la rodilla ya le impide sostenerse sola.

A pesar de su pierna izquierda corre el riesgo de ser amputada si el tratamiento para su enfermedad sigue tardando, Rossy Liliana Barón Hernández, de 34 años, ha tenido que emprender toda una travesía para avanzar en el proceso. Hasta el momento, ha ido a clínicas en Bogotá, Pereira, Manizales e Ibagué.

Su empresa prestadora de salud (ESP), Cafesalud, le ha autorizado citas y exámenes en instituciones de esas cuatro ciudades. Sin embargo, ella ha tenido que correr con la mayoría de los gastos como particular porque a través de esa entidad solo consigue que le den largas, a pesar de haber puesto quejas, un derecho de petición, una tutela y, el pasado miércoles, un incidente de desacato.

“El ortopedista oncólogo me vio hace 15 días y me mandó cita y exámenes urgentes, pero por Cafesalud ha sido imposible porque no existen los convenios ni agenda, que hasta el otro mes”, cuenta. Por una cita con ese mismo médico tendrá que pagar 44.000 pesos mañana. Y eso, porque consiguió que le cobraran menos de la tercera parte de lo que cuesta realmente.

La primera vez que la vio ese doctor, consiguió la cita como particular para el día siguiente. En esta ocasión, intentó usar su afiliación al sistema de salud y terminó por resignarse y sacar, otra vez, de sus ahorros. Ya incluso tuvo que empeñar su moto.

Su hermana Maritza trabaja en el Hospital San Félix de La Dorada. Dice que, por eso, “lo bueno es que hemos contado con la ayuda de muchos conocidos, muchas personas de buen corazón que nos han ayudado a buscar contactos para que lo particular no nos salga tan caro”. Es que le han pedido exámenes que cuestan hasta medio millón de pesos cada uno, sin contar los traslados entre ciudades.

Aseguran que, en su segundo viaje perdido a Bogotá, una clínica casi les llama a la Policía por exigir atención. En Ibagué, tuvieron que fingir una urgencia para conseguir que a Rossy le hicieran la biopsia de la rodilla. “Por dolor no me iban a atender”, se justifica ella. Por último, en Manizales, pagaron una tomografía de tórax y lograron que les encimaran una ecografía gratis.

Estos últimos exámenes los necesitó porque el cáncer ya evolucionó. Además del que ha consumido casi todo el fémur –“el médico dijo que, en este momento, mi hueso es más delgado que una cáscara de huevo”, señala–, ahora tiene un tumor en el hígado. Este lo descubrieron hace dos semanas y todavía no le han hecho biopsia.

Por dolor no me iban a atender

 

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