La Torre Latino: 61 años de resistir terremotos, ¿por qué?
Ciudad de México.-A un año y tres meses de ser inaugurada, la Torre Latinoamericana hizo historia porque resistió el terremoto magnitud 7.1 del 28 de julio de 1957, aquel que sería recordado como el que logró mandar al suelo al ángel que adorna Paseo de la Reforma.
Ahora, 60 años después, el mismo edificio construido por la empresa de seguros de vida La Latinoamericana volvió a ser testigo de un terremoto en la Ciudad de México de la misma magnitud.
Sin embargo, mientras decenas de edificios colapsaron y al menos 199 personas murieron en la ciudad, el edificio diseñado por el arquitecto mexicano Augusto H. Álvarez sólo sufrió daños en uno que otro vidrio de los primeros pisos y algunos desprendimientos en muros falsos, aseguró en entrevista para MILENIO, Pedro Fossas, director de la Inmobiliaria Torre Latinoamericana.
“Tenemos un ingeniero que lleva trabajando aquí como 20 años. Conoce la torre de cabo a rabo y él hizo una inspección apenas sucedió el terremoto y los días siguientes. Revisó desde sótanos hasta la punta del edificio y en ningún lugar se encontró daño estructural”, aseguró.
Pero, ¿qué es lo que la hace tan resistente? En palabras de su director, la innovadora técnica que se usó en su construcción en 1956:
– 361 pilotes de concreto sostienen la torre
– La capa más resistente del subsuelo está a 34 metros de profundidad
– Una estructura de acero que forma tres sótanos y 44 pisos es lo que soporta las 25 mil toneladas del edificio
“La torre está diseñada para aguantar un terremoto de magnitud 9 y la verdad no quiero comprobarlo”, dice entre risas nerviosas el director, que a sus espaldas tiene la vista privilegiada del Palacio de Bellas Artes, desde su oficina en el piso 16.
Explica que son los pilotes y no “los gatos hidráulicos que son una leyenda urbana”, lo que mantiene y le da estabilidad a la Latino, pues actúan como un casco de barco que la mantiene a flote.
¿Cómo se siente un temblor más allá del piso 16?
“Fue una experiencia muy terrorífica”, cuenta Edwin Marín, un trabajador de la torre y quien estaba en el exterior del piso 39 cuando la ciudad se sacudió el pasado 19 de septiembre.
“Da mucho miedo estar arriba. Escuchas cómo la estructura suena […] al escuchar las ambulancias y al ver las cortinas de tierra, sabías que algo estaba mal. No quiero volverlo a sentir, pero me siento tranquilo más al estar aquí que allá afuera”.
Beatriz Gómez, probablemente una de las pocas elevadoristas que quedan en México, narra que ella estaba en el piso 37 cuando sucedió el terremoto. “Sentí que me jalaban el elevador. Al salir tomé aire y pues dije ‘ya, aquí estamos’. Al voltear, vi cómo los edificios se desmoronaban y dije ‘hasta aquí llegué’. Pensé en mi familia y pues ni modo, lo que Dios quiera”.
Para este tipo de casos, los trabajadores de la Torre Latinoamericana tienen un plan de Protección Civil, que según el mismo director, se ha implementado y perfeccionando desde el primer simulacro que sucedió y que data de 1986.
El martes 19 de septiembre, se desalojaron a 940 personas del edificio gracias a su trabajo constante de seguridad. “Es una tarea que no nos toma desprevenidos. Se dan pláticas de qué hacer en caso de emergencia, hay un manual de qué hacer en caso de terremoto, incendios, etcétera. Estamos como cualquier edificio AAA de cualquier lado del mundo”, aseguró Fossas.
La Torre Latinoamericana, ¿el edificio más seguro de la ciudad?
Luego del terremoto de 1957, los espacios disponibles de la torre, que eran la mayoría debido a su reciente inauguración y “ante el temor por los temblores”, se llenaron, pues vieron que no le pasó nada, y hoy está sucediendo algo similar, confesó el director.
“De mis 80 inquilinos que llenan la torre, ni uno se quiere ir. Te puedo asegurar que es un lugar muy seguro”, dijo como si los 61 años de edad del edificio, tres terremotos, cientos o hasta miles de sismos de baja intensidad aunado al hundimiento de la ciudad, para el cual la torre está preparada, no fueran prueba fehaciente.
La Torre Latinoamericana, además de haber sido considerada el primer rascacielos de América Latina, recibió el premio del American Institute of Steel Construction (Instituto Americano de la Construcción de Acero), por ser el edificio más alto que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica.