*.-La Megafarmacia del Fracaso.

Visión Política.

 Poir: Fernando Cruz Lopez.

 

A un costado de la carretera a Huehuetoca, Estado de México, entre polvo, pastizales secos y promesas rotas, yace uno de los símbolos más costosos del autoengaño oficial: la llamada Megafarmacia del Bienestar. Aquella que el presidente Andrés Manuel López Obrador presumió como “la gran solución” al desabasto de medicamentos en México, hoy se levanta como una catedral vacía, una ruina moderna del populismo disfrazado de política social.

 

Lo que se prometió como un centro estratégico de distribución nacional es, en realidad, un cascarón metálico resguardado por más policías que empleados. Las rejas cerradas y el silencio son testigos de la mentira. Los únicos que cumplen turnos son los soldados armados que vigilan la nada. Adentro, no hay movimiento, no hay fármacos, no hay esperanza. Lo que sí hay —y en abundancia— es la sensación amarga de que el dinero público fue nuevamente usado para construir una escenografía política, una puesta en escena más del supuesto y tan cacareado “bienestar” que nunca llegó.

 

La megafarmacia fue presentada como un acto de justicia social, pero terminó convertida en un mausoleo del fracaso. Las historias de quienes trabajaron ahí brevemente confirman lo que se sospechaba desde el principio: contratos temporales, despidos masivos, y ninguna operación real. Los transportistas de la zona lo dicen sin rodeos: “antes había vida, ahora sólo hay silencio”. Y ese silencio duele, porque detrás de esas puertas cerradas hay miles de enfermos que siguen esperando medicamentos en hospitales públicos donde no hay ni un paracetamol, alguna gaza o por lo menos alcohol.

 

Mientras tanto, el gobierno federal insiste en maquillar el desastre con discursos de autosuficiencia y soberanía sanitaria. Pero la realidad no se maquilla: los anaqueles siguen vacíos y la salud pública sigue siendo una deuda. Lo que se erigió como un “proyecto estrella” del sexenio se convirtió en un monumento al abandono, una metáfora perfecta del deterioro institucional.

 

La Megafarmacia del Bienestar no cura, no distribuye, no funciona. Solo sirve para recordar que en este país se construyen obras para la foto, no para la gente. Y que en nombre del “pueblo”, se levantan castillos de cartón que el tiempo y la verdad terminan derrumbando. Ahí esta el tren malla, el aeropuerto del AIFA, la refineria de dos bocas y muchas obras mas. Hoy, entre los ecos de los camiones que pasan rumbo al norte, la megafarmacia no reparte medicinas… reparte decepción…Sigame en X como @Visionpolitica7

 

 

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