La fantasía de vivir en un mundo próspero; declaración de la ecoesperanza

A sus nueve años, Francisco Vera Manzanares entendió que el planeta lo necesitaba; entonces emprendió una lucha por la naturaleza que lleva cinco años

EXCELSIOR

Francisco Javier Vera Manzanares no imaginó llevar su lucha por el medio ambiente hasta foros internacionales como las Naciones Unidas, algo que en el presente para él ya es común; en 2019, cuando apenas tenía nueve años, le nació la consciencia al ver en televisión los incendios que asolaban la selva del Amazonas y el fuego que destrozó miles de kilómetros cuadrados de bosque en Australia.

Así, conmovido ante la destrucción de su planeta, se organizó con unos amigos en su natal Colombia y, acompañado de su abuela, fueron a un parque para levantar basura: “Ese fue el acto fundacional de Guardianes por la Vida, una organización desde la cual luchamos por el medio ambiente y la naturaleza”, afirmó el joven ambientalista.

Francisco ahora tiene 14 años; desde Chile, donde participó en la COP3 del Acuerdo de Escazú, compartió a Excélsior que “la voluntad de los líderes y los Estados no es suficiente para paliar la crisis climática en la que el mundo está inmerso; se necesitan recursos económicos y humanos”.

Asimismo, comparte que “dentro de la agenda de los jefes de Estado y el más alto nivel político, se está teniendo en cuenta el tema climático, pero creo que no es suficiente, porque podemos escuchar a muchos líderes preocupados por el tema, pero una cosa es la voluntad y otra es que se traduzca en acciones”.

El tema del financiamiento climático, dice Francisco, es clave, “porque una forma de demostrar con acciones la voluntad es cuánto capital monetario y humano estamos destinando al clima. Decía Napoleón que para ganar una guerra se necesitan tres cosas: la primera es dinero, la segunda dinero y la tercera dinero, y el tema climático no es una guerra, pero sí un problema muy costoso y si no lo solucionamos lo será aún más”.

En la COP28 del Cambio Climático en Dubái, celebrada el año pasado, se aprobó un fondo de pérdidas y daños que, comparte el activista, “según el secretario general de la ONU, António Guterres, equivale a los salarios de cinco jugadores de futbol de un equipo de Arabia Saudita, una desproporción muy grande”.

Francisco impulsa, desde su movimiento, La Declaración de la Ecoesperanza, un documento suscrito por niñas, niños y adolescentes que promueve la educación climática y ambiental, así como  inclusión infantil para salvar al planeta.

Sin embargo, los temas de interés para Vera Manzanares no se limitan al clima, también piensa en otros ámbitos: “Recordemos a los niños en Gaza, el lugar más peligroso del mundo para las infancias, pero en nuestra región, América Latina, también tenemos violencia interna, emergencias que ponen en riesgo a los niños, no hay agua, no hay educación, no hay sanidad, aquí y en todo el mundo no se procuran esos derechos sin los cuales no hay futuro”.

Hablar con Francisco es un deleite, sus palabras son las de un sabio mientras su rostro posee la inherente ternura de una persona a la que aún le resta toda la vida para seguir su lucha. En 2021, fue galardonado con el Global Child Prodigy Awards y tiene muchos otros logros, pero a él a veces sólo le gusta disfrutar del mar, jugar basquetbol, leer, tomar fotografías. Más pequeño decía que quería ser cientifito, aunque ahora le interesan el derecho y la economía; aún no tiene claro qué va a estudiar, aunque parece que ya ha cursado mil carreras.

 

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