Kuper, el oaxaqueño de Nueva York

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Conocí el trabajo de Peter Kuper en las páginas de la mítica revista Heavy Metal, cuando a finales de los años 80 comenzó a publicar una serie de historietas sobre sus viajes por el mundo. En concreto la historia de la vez que fue a ver gorilas junto con su novia a Ruanda.

Las tiras, que a la postre se compilaron en un volumen llamado ComicStrips, ya anunciaba el estilo experimental de Kuper, así como su exploración de este medio narrativo en un país que si bien fue la cuna de los cómics, pasó muchos años enfrascado en los superhéroes como una especie de dictadura temática.

Desde entonces la obra de Peter se ha multiplicado y ramificado. Su carrera de casi 35 años incluye la ilustración, la novela gráfica, la caricatura política y los libros infantiles.

Cofundador de la revista de historieta política World War III Illustrated, este norteamericano universal se crió en Cleveland y siendo aún niño vivió un año al lado de sus padres en Israel, experiencia que lo marcaría de por vida con el espíritu nómada.

Tras graduarse del Instituto Pratt comenzó a trabajar en el mundillo de los cómics, entintando historietas infantiles de la editorial Harvey y asistiendo a Howard Chaykin, él mismo un importante innovador en el ámbito de los superhéroes.

Enormemente interesado en las historietas sin palabras, Kuper publica un par de libros de la serie EyeOf The Beholder (El ojo del observador) y en 1994 la editorial Vertigo, subsello de la DC dedicada a producir historietas de contenido más adulto, publica su novela gráfica El Sistema, narrada sin palabras y recientemente editada en México por Sexto Piso.

Esta extensa trayectoria en la escena indie de su país llamará la atención de los editores de la revista MAD, quienes le proponen en 1997 sustituir al cubano Antonio Prohías en la autoría de la célebre tira Espía contra Espía. Kuper rechaza la oferta –lo que después consideraría una estupidez–, pero ante la insistencia de la usual gang of idiots acepta hacer una prueba que para su sorpresa es aceptada, y desde entonces ha dibujado a estos personajes. Una compilación en español de su trabajo con los dos espías cara de mosco fue editada hace poco por Editorial Televisa.

Lo anterior no sólo le ha dado una presencia importante en el mundo de los cómics mainstream, al mismo tiempo le permitió tener cierta holgura económica que le permitió completar varios proyectos más ambiciosos: la ilustración de obras clásicas como La Metamorfosis de Franz Kafka o Alicia en el país de las maravillas y su secuela A través del espejo de Lewis Carroll, así como su álbum semiautobiográfico No te olvides de recordar (Astiberri).

Pero lo que habría de dar un giro a su vida y su carrera fue la idea en 2008 de mudarse con su esposa e hija a otro país, replicando la experiencia israelí de su infancia. Venturosamente eligieron Oaxaca y en 2006 se mudaron a esta ciudad, donde su estancia coincidió con los violentos sucesos protagonizados por la APPO y el gobernador Ulises Ruiz.

El resultado de sus experiencias en el sur de nuestro país es un libro hermoso, el Diario de Oaxaca, en el que documenta su paso por tan bella ciudad en uno de sus momentos más convulsos.

Tras volver a los Estados Unidos, Peter habría de producir otro diario gráfico, esta vez dedicado a Nueva York, su ciudad adoptiva.

Oaxaca sin embargo permanecería irremediablemente pegada a su corazón y dedicaría a ella su más reciente esfuerzo, Ruinas, monumental novela gráfica que da cuenta del paso de un matrimonio de norteamericanos por la capital oaxaqueña durante aquellos meses tan complicados.

Haciendo una metáfora gráfica con la migración de las mariposas monarca (Kuper es un entomólogo aficionado), el autor construye una historia aparentemente simple en la que poco a poco aparecen las sutilezas que la llenan de complejidad en diferentes niveles.

En lo que es una de las más logradas novelas, gráficas o no, sobre la relación entre México y los Estados Unidos, Kuper aprovecha para verter dosis generosas de su más bien negro sentido del humor, todo ello aderezando un dibujo magnífico que anuncia la madurez creativa de un eterno experimentador.

Siempre inquieto, Peter Kuper se reinventa en cada uno de sus proyectos. El libro infantil Teo y la nota azul o su permanente labor al frente de World War III Illustrated son muestra de ello. Por ello siempre espero feliz la aparición de un nuevo libro suyo.

Sin duda, uno de los más importantes narradores gráficos activos, al mismo tiempo oaxaqueño y norteamericano.

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