Fin de sexenio

por Horacio Corro Espinosa    Foto: Realidad Oaxaca

Los hombres del sexenio de Felipe Calderón, ya casi se van. Las notas de las golondrinas son la música de fondo a los días que marcan el fin. Las agendas están casi vacías, las antesalas también. Hay muy pocas solicitudes de dialogo. Ya no hay pedimento de favores ni de justicia ni de “acuerdo“. Los que frecuentemente piden prefieren esperar.

Aquí hay que decir que no sólo se va Felipe Calderón, sino también, todo su gabinete. Esto repercute muchas veces, hasta varios niveles más abajo.

Tal vez, en la tranquila y quieta soledad de los despachos, en la amplitud del tiempo sin urgencias, aletea el recuerdo de los días iniciales. Todo parece que fue ayer. En estos días se acaricia el instante en que el “jefe” los eligió para la unción. Ahí está, alrededor de la oficina, el recuerdo del nombramiento que hasta ahorita se posee en la bolsa y que cuando se dio, se canceló la angustiada espera… pues a muchos no les resultó la jugada, pues dicen que “del plato a la boca…”

Con el nombramiento llegó el premio. Hoy se hace el balance: ¿por qué se llegó ahí? ¿Cuál fue ese cruce de vidas? Tal vez el cruce de caminos se dio desde la primaria, la prepa, la universidad, la familia. ¡Quién lo iba a decir! De ese encuentro casual.

Con mucha tristeza, con inmensa nostalgia, tal vez con humedad de lágrimas sobre los ojos, ahí están las fotografías iniciales del sexenio. Aquel primero de diciembre, tan denso de recuerdos.

¡Hay de esos días! En que mediante el cumplimiento del ritual se “protestó cumplir y hacer cumplir…” A partir de ese día se convirtió en el dueño y Señor. Los que están por salir se propusieron ser “el equipo del rescate”. Sobre las cenizas se prometieron “reconstruir el país”. Porque tenían ganas, voluntad, y sobre todo liderazgo.

Desde hoy, poco a poco, sin ninguna prisa, comienzan a descolgar las fotografías. Empacan los discursos que pronunciaron durante su estancia y se proponen empastarlos para la herencia, para el recuerdo.

Muchos piensan en el primero de diciembre que se acerca vertiginosamente. ¿Qué va a pasar después del medio día? ¿Qué va a pasar después de la ceremonia del cambio de gobierno? ¿Cómo regresaré a mi casa? ¿Me convendrá ir a palacio de gobierno a saludar? Si voy a hacer cola, ¿cómo me veré entre todo el montón de gente? No sé qué hacer, se dicen estos funcionarios en sus frecuentes pensamientos futuristas.

Si me atrevo a hacer cola, será la primera y desoladora prueba del regreso a la normalidad de la vida. Seré uno entre muchos iguales. Pero, a la mejor, me conviene el sacrificio. Que tal y en nuevo Presidente, cuando me vea a los ojos y se estrechen nuestras manos, reconozca mi capacidad y me invite a participar con él. O que tal y…

En fin, unos cuantos días y quedará sepultado el sexenio más violento de todos los tiempos.

 

Twitter: @horaciocorro

horaciocorro@yahoo.com.mx

 

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