Este Gobierno todavía hará muchas cosas: Peña Nieto

imp-reyes-razoEntró sin anuncio. Cuando el grupo se hundía en los laberintos del sueño. Su intempestiva entrada sacudió a sus fatigados acompañantes. Volaban de regreso a México. Nacía un nuevo día. Fresco, presumía su cómoda, fina -recién estrenada- camisa. Que lavaran la guayabera sudada en La Habana. Así, sin previo aviso -eso sí muy sonriente- disparó a los ocupantes de la cabina de reporteros:

“¿Qué tal? ¿Cómo la vieron? ¿Qué les pareció? ¿Midieron el tiempo
de mi discurso?…Y enseguida:

“Yo me atuve a lo acordado. Cinco minutos. Luego ya ven. Otros se excedieron. Ceremonia en la que casi no hubo tiempo para la cortesía. Casi a la salida me hallé al ex rey de España. ¿Ustedes lo vieron? Conste: Fui a los funerales de Mandela. Los de Hugo Chávez. Los de Shimon Peres. Y ahora los de Fidel Castro. Todos relevantes. No olvido las muchedumbres de venezolanos. ¿Recuerdan las kilométricas filas? “El funeral de Mandela atrajo a muchos mandatarios. Obama, Clinton, Bush.

Y muchos más. ¡Cómo llovió ese día en el estadio! Acabamos empapados. Funerales con su signo; sello.

“…Este del comandante Castro…-dejó en suspenso…

“Quizá el de la reina Isabel de Inglaterra -conjeturó un reportero- signifique -una verdad- el fin del siglo XX…

No estaba solo el presidente de México Enrique Peña Nieto. Se hizo acompañar por la secretaria de Relaciones Exteriores. La maestra Claudia Ruiz Massieu tan fresca. Tan sonriente. Tan bien dispuesta. Y Eduardo Sánchez. Vocero que procuraba abarcar los diferentes -cambiantes- escenarios en los que se desarrollaba el intercambio de impresiones. El gran tema: El funeral del comandante Fidel Castro Ruz.

No surgía del limbo el interés del presidente de la República Enrique Peña Nieto. A menos de 30 centímetros, mirándolo de frente y de perfil, en la observación de sus facciones, en el examen de sus rasgos se revelaba su genuino interés. Su ansia por saber. Su determinación de comprobar sus propias, profundas, muy íntimas observaciones. Expresión muy elocuente.

Como cuando observó durante largo rato a Raúl Castro Ruz en Santiago de Chile en el año 2013. Reunión de naciones ribereñas del Océano Pacífico. Siguió su perorata con los párpados entrecerrados. Como si temiera que el histórico guerrillero se le saliera de foco. Se le escapara. Peña Nieto sentía que estaba ante la Historia. Le emocionó que ese hombre que tanto hizo en pro de la Revolución Cubana le dijese:

“A mí, a nosotros nos dio mucho gusto que usted, que el PRI ganará la elección presidencial. Que usted sea el presidente de México. Nosotros no olvidamos…

Palabras, juicios que le animaron. Palabras que le probaron que no andaba nada errado ¡que va! en su postulado:

“Nada como la relación personal entre los líderes y los jefes de estado. Nada puede superar la franqueza, la transparencia, la sinceridad que brota entre individuos de buena fe. Esa diplomacia -la del trato personal- es la que quiero emplear…

Probó su idea ahí mismo. Mujica -presidente de Uruguay- se adueñó de la escena. Aire de profeta. Palabra de zarza ardiente. Juicio atrevido.

“Olvidemos el mercado. ¡Cuidemos el vientre de la mujer! ¡Demos todo por la vida!”. Así arengaba el presidente de Uruguay. Conmovió a Peña Nieto. Tuvo una inspiración el presidente de México: “Nos vamos a Montevideo. Quiero ver cómo le hace usted para entregar “tabletas electrónicas” a los estudiantes de su país. Y sin más, jaló a Emilio Chuayfett. Y acá la Republica Oriental la emprendimos. Visita de pocas horas. Brevísima.

Enrique Peña Nieto admira a hombres cuya decisión -y empuje y talento- marcan. Un tiempo. Un pueblo. Era. Época. El encuentro con Raúl Castro y su plática hazañosa lo encandilaron. “Me importa mucho conocer al comandante Fidel Castro Ruz. Conocer de su voz viva su visión del mundo. Lo admiro ¿Se podrá?”

Y se pudo. Otra vez la primavera en la relación entre México y Cuba. Con matices. Rica como en tiempo del presidente Adolfo López Mateos y su canciller don Manuel Tello. Febril –tras la distancia que le impuso Gustavo Díaz Ordaz- con el presidente Luis Echeverría. Gozosa –muy plena, útil, fructífera- con el exultante José López Portillo.

Respetuosa con don Miguel de la Madrid Hurtado. Bullanguera y ágil con el doctor Carlos Salinas de Gortari… Crepuscular después.

Y EN 2014 EL PRESIDENTE ENRIQUE PEÑA NIETO CHARLÓ “LARGO Y TENDIDO” CON EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ. PROBÓ LA EFICACIA DE SU DETERMINACIÓN: “NADA MEJOR QUE EL TRATO PERSONAL; FRANCO”

Enrique Peña Nieto -presidente de México- preparó su encuentro con el patriarca de la Revolución Cubana. Ya sus médicos, consejeros y familia moderaban sus encuentros. Que no se desgastara. Que no lo distrajeran –o embarullaran- vanos e indiscretos. Dosificaba saber. Hombre juicioso.

El presidente de México y el ya retirado jefe del Estado Cubano platicaron “largo y tendido”. Ellos dos. Ellos en diálogo. Ellos en la mutua pregunta: “¿Cómo ve usted? ¿Cómo contempla usted? ¿Qué supone usted que pude ocurrir? ¿Cómo, qué debemos hacer en nuestras naciones?

Presidente Enrique Peña Nieto que antes de serlo se entrevistó con infinidad de jefes de Estado. Relaciones -excelentes- le permitieron dialogar con líderes de China. Y de Alemania. Presidente electo –en Octubre de 2012- experimentó el profundo afecto, la franca animada amistad que le ofreció Francois Hollande. Lo trató como a un viejo conocido. “Hay una francesa prisionera en México”, dijo el líder de Francia. “A su debido tiempo la justicia de mi país actuará”, devolvió Peña Nieto. La prisionera dejó de serlo. Poco después el presidente de México fue recibido -como único invitado del Gobierno de Francia- para vivir -participar- en el Aniversario de la Revolución Francesa.

Mientras el avión “José María Morelos y Pavón” penetra la noche en pos del horizonte mexicano, el presidente Enrique Peña Nieto confía frescas impresiones. Divulga cauteloso. No condena. No censura. No juzga.

“¿Es cierto que había más de un millón y medio en la Plaza de la Revolución?- sondea “Entre uno y uno y medio.

Eso decían ellos. “Donde yo estaba -reveló – se veía muchedumbre muy apretada. Como si ese fuera el único horizonte…

“En las orillas, en la periferia había grandes claros. Gente que estuvo un rato y se fue…

El senador Escudero lo escucha. Y el diputado Javier Bolaños Aguilar no se pierde ni una sílaba.

“Al regresar a México no tendré actividad pública…

“¿Y el día primero de diciembre?

“Me reuniré con funcionarios públicos. Haré una gran reunión. Es que el sexenio todavía no termina. Y vamos a hacer muchas cosas. Las que nos permita el tiempo. No me involucraré en lo que no me toca. “Les diré a mis compañeros -anuncia el presidente Enrique Peña Nieto- que no es hora de desbandada ni de perseguir interés personal. Tengo muy presente que no será como el 1 de diciembre de 2012.

“Les diré que cosas que hoy se discuten fueron contempladas y aprobadas en “el Pacto por México”.

“Hay mucho por hacer. Cenen bien. Pasen buena noche”

Los suyos lo siguieron.

Nacía el nuevo día. El ya estaba preparado.

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