El tiempo tiene un hogar en Tlalpan

Porque conocer el tiempo aún es una sabia virtud, el Museo del Tiempo Tlalpan reabrirá sus puertas en su nueva sede el próximo domingo, después de permanecer cerrado por falta de recursos económicos para culminar sus obras de restauración.

La colección que aquí se resguarda consta de relojes mecánicos y otros objetos que el suizo Markus Frehner compró, sobre todo en subastas en Europa, Canadá y Estados Unidos, durante los últimos 20 años, y que hoy se exhiben “no detrás de una vitrina, sino en perfecto uso y con demostraciones para el público”, señala.

Las más de mil 500 piezas que conforman esta colección privada ocupan hoy el número 7 de la Plaza de la Constitución del centro de Tlalpan; se trata del inmueble más antiguo de esta área, construido en el siglo XIX y catalogado por el INAH como monumento histórico. Es un espacio que antes era la central telefónica de la compañía Ericsson de Suecia y de Teléfonos de México.

“Nos cambiamos aquí el 15 de julio, pero es un problema remodelar una casa antigua; además nos sorprendió la devaluación y los costos aumentaron mucho, y también nos clausuraron la obra. Por eso se acercó Yuriko Kuronuma, una violinista muy reconocida no solo como intérprete sino como maestra, ya que tuvo, por más de 30 años, una escuela de violín. Ella nos ofreció un concierto a beneficio del museo para recabar fondos”, explica Frehner a MILENIO.

Este coleccionista dice que entre los objetos más preciados de su acervo se encuentra un reloj fabricado en 1705 que todavía funciona. “Fue hecho por el relojero de Ana Bolena, la primera reina de Inglaterra”.

EL SENTIDO

Para la primera fase de rehabilitación del museo se requiere alrededor de medio millón de pesos, dinero que Frehner obtuvo mediante préstamos, lo que permitirá que el espacio sea reinaugurado después del concierto, a las 18:00.

La segunda parte consistirá en recuperar espacios como el patio, donde se llevarán a cabo eventos y se recibirá a los niños que se integren a los talleres.

La jornada musical, que iniciará a partir de las 15:00 el próximo domingo en el Templo de San Agustín, en el centro de Tlalpan, contará con la participación de Kuronuma, el Coro Schola Cantorum de México, el pianista Józef Olechowski y la mezzosoprano Encarnación Vázquez.

Con los 600 pesos que cuesta cada boleto del concierto se completará a la rehabilitación de un espacio que, precisamente, lucha contra el tiempo para preservar la memoria de objetos sobre los que se cierne el olvido.

Durante el recorrido interactivo por el recinto el visitante podrá conocer más sobre la historia de la medición del tiempo: podrá apreciar una de las colecciones más importantes de relojes mecánicos antiguos en México, que incluye piezas creadas desde principios del siglo XVIII. También escuchará melodías originales en aparatos selectos relacionadas con la historia de la música, como fonógrafos, gramófonos, cajas musicales, radios de bulbo y rocolas que datan de los siglos XIX y XX.

Además hay relojes de bolsillo y cucú, cajitas musicales, radios, televisores, así como antigüedades como bronces, esculturas, monedas, juguetes y muebles.

Inaugurado en el año 2000 como relojería tanto para reparación y mantenimiento como para venta, nueve años después Frehner lo ha convertido en museo. Esto sucedió exactamente 16 años después de que este suizo, amante de los objetos antiguos, llegar a México para aprender español.

En el recuento de sus objetos más preciados, Frehner conserva una caja musical que toca un disco de metal y una rocola tragamonedas de 1938, de las cuales solo hay un par en todo el mundo.

También hay relojes, radios y gramófonos que formaron parte de la escenografía de la cinta Bandidas; Frehner cuenta que Luc Besson estuvo aquí para elegir todo lo que le hacía falta y se lo rentaron.

La tarea de conservar todo estos objetos es una tarea difícil que Frehner lleva a cabo porque “es para los otros, para los jóvenes y los niños que ya no saben qué son y para qué sirvieron muchas de las cosas que están aquí. Eso le da sentido.

“Es un proyecto distinto: la gente piensa que va a encontrar artefactos detrás de vitrinas, pero lo que sucede es completamente distinto porque se trata de verlos en acción. Es ver cómo funciona un reloj mecánico, escuchar cómo se oía un fonógrafo de Edison de principios del siglo XX o un disco de inicios de la época de los veinte, es decir, el sonido real en aparatos reales. Por todo eso tiene sentido un esfuerzo como este”.

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