El fútbol del domingo

amevscaPor Horacio Corro Espinosa

Para el 29 de mayo de 2013

 

Dice la regla latina, ¿o fue griega, turca quizá? que “nada con exceso, todo con medida”. Creo que esta frase sirve para anunciar rones y brandis, ¿verdad? Bueno, tal vez algún chupador intelectual, sepa de esto.

Yo no me acuerdo, que México haya hecho alguna campaña para hablar de lo más grandioso que tenemos, como por ejemplo: de sus músicos eminentes o de sus novelistas brillantes o de sus hombres más sabios.

Como poca gente conoce de eso, el resto habla de anunciar lo más baboso que teníamos. No me refiero a lo prehispánico, sino a lo más intrascendente.  Por ejemplo: que teníamos el toreo más grande del mundo (la Plaza México), la cancha de fútbol mayor del planeta (el Estadio Azteca), el charro más guapo (Jorge Negrete), el cómico más divertido (Cantinflas), la mujer más bella (María Félix), las canciones más machas propias para borrachos (bueno, aquí sí había empate, porque muchos son los que escriben de esto). Lo curioso del caso es que ayer, me dijeron unos cuates que la mayor satisfacción que tiene México, es la de poseer en el mismo país, dos equipos de fútbol que pueden golear a cualquiera del mundo. Fíjense nada más hasta donde llega el fanatismo.

El domingo me tocó ver a mucha gente que estaba arremolinada frente a los televisores. “¿Qué pasaría?”, me preguntaba yo. En una mueblería quise ver lo que veía la gente con tanto interés pero no pude porque los cristales estaban bien mantecosos por tanta cabeza encima. Después supe que se trataba del futbol entre el América y el Cruz Azul. ¡Bah!, dije, creí que era algo más importante. Ojalá después del partido la gente no comience a hablar de eso, me dije.

Más tardé en pensar eso que en soltarse los gritos desaforados por todas partes. Lo que hacen las pelotas de gajos, me volví a decir. Tan desligado estoy del deporte de las patadas, que creo que esas bolas ya ni de cuero son ¿no? Así como tampoco sé, si aún existen los pronósticos donde participan miles y miles de aficionados que, además de ambiciosos para la lana, la hacen de profetas o adivinos, y hasta se dan el lujo de anotar en las papeletas los nombres de quienes mandarán la bola al fondo de la red.

Conocí a varios cuates que le entraban duro al juego de la adivinación y, curiosamente, nunca le habían pegado a una bola, pero eso sí, cada domingo se ponían en short o en pants, como muy deportistas, y se echaban frente a su tele a ver el partido.

El juego de la adivinación es el vicio del hombre del siglo 20. Al entrarle a esos juegos, no se trata de atinarle al número de goles de cada equipo, sino de profetizarle a todo.

Pero bueno, después de enterarme de que el escándalo se trataba por un partido de patadas, la alegría se prolongó en esta ciudad de Oaxaca, más allá de la madrugada. El tráfico era intenso y de locos. Y todo por celebrar el espectáculo que les puso enfrente Televisa, la empresa que los mismos aficionados critican y le nombran Taravisa.

La verdad yo no entiendo a éstos, son igual o peor que los políticos que cambian de partido a la hora que quieren, aunque no comulguen con sus principios. Así los aficionados a este deporte. Televisa, entre más los hace como sus calzones, andan pero bien felices porque el equipo de esta empresa se llevó el campeonato. ¡Si pa’ puras vergüenzas!

 

Twitter:@horaciocorro
horaciocorro@yahoo.com.mx

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button