Casas, espacio teatral en la Ciudad de México

teatroEl teatro en casa es una alternativa artística que ha tomado fuerza en los últimos tiempos. Los antecedentes de este fenómeno escénico en la Ciudad de México se remontan a la década de los cincuenta, cuando Sergio Magaña y Emilio Carballido presentaron El viaje de Nocresida en el cuarto de servicio en el que dormía el primero de ellos, en una casa ubicada en la calle Santa de Veracruz, de la colonia Guerrero, frente a la Alameda Central.

Edgar Ceballos, director de la editorial Escenología, explica que el de Magaña y Carballido no es el único antecedente que hay: “En los años sesenta, en la colonia Roma, se realizó el afamado Teatro de las Máscaras, donde su director, Roberto Ceballos, presentaba en un garage la obra Sumergidos; asimismo, entre 1960 y 1970, el dramaturgo veracruzano Víctor Valencia tenía un proyecto llamado La Covacha, en la colonia Olivar de los Padres, casa en la que montaba una obra donde relacionaba a amas de casa, albañiles y familias pobres”.

En la actualidad, hay distintas agrupaciones que han retomado esta tradición con el objetivo de abrir nuevos espacios para las compañías de teatro. Además, se ha convertido en una buena opción para la gente que en época de lluvias y con tráfico en la ciudad prefiere quedarse en su casa.

La directora Sandra Félix y la actriz Amanda Schmelz están presentando el monólogo Rose, del dramaturgo estadunidense Martin Sherman. Se trata de un espectáculo que relata la vida de una mujer judía de 80 años, que cuenta su historia desde el Holocausto, la relación con sus ancestros, sus hijos, el final del siglo XX y el principio del XXI.

En entrevista con MILENIO, Félix explica que este proyecto comenzó con tres lecturas dramatizadas en la Biblioteca de México en 2011. En una de esas funciones, el director de teatro Hugo Arrevillaga las invitó a montar el espectáculo en el Teatro La Capilla, ubicado en Coyoacán, en octubre de este año.

“Aunque nos parece muy buena idea, nosotras no podemos esperar tanto tiempo, así que hemos buscado otros lugares donde presentarnos. Hasta el momento hemos montado Rose unas 13 veces en distintas casas”, dice Félix, quien en estos momentos también dirige la obra Exilios en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.

Amanda Schmelz menciona que la obra es profundamente judía, se aleja de los estereotipos y muestra a los distintos tipos de judíos: “Es una reflexión de la paz contra los fundamentalismos, y rompe con los prejuicios del judaísmo y los israelíes”.

Argumenta que hacer en teatro en casa tiene una intimidad especial: “No es lo mismo estar en un espacio grande, donde sabes que la oscuridad del lugar oculta los ojos de los espectadores, a estar frente a un grupo reducido de personas que te mira permanentemente y a la que uno también puede observar”.

La también actriz de obras como Las brujas de Salem, Otra paz Otra Luna y El pozo de los mil demonios, entre otras, destaca que este tipo de espectáculos tan íntimos dan ventajas que el teatro tipo italiano no ofrece: transforma la casa particular en un dispositivo escénico, permite la interacción del público con los actores y logra que los espectadores participen directamente del teatro.

El 17 de mayo pasado, Sandra y Amanda presentaron el monólogo en la casa de la psicoanalista Vanesa Dri. La experiencia, dice la terapeuta, fue muy buena porque “es una maravilla compartir este tipo de proyectos con amigos y seres queridos”.

Casualmente, ese día falleció el ex dictador argentino Jorge Rafael Videla. Para Vanesa, hija de exiliados políticos, Rose es un montaje que reflexiona sobre la importancia de la convivencia humana, y lo necesario que es saber relacionarse con la gente que piensa diferente.

Dri agrega que al ser un montaje largo, hay un intermedio en el cual la gente puede comer algo y brindar. El 17 de mayo pasado, vieron el monólogo 40 personas y para botanear hubo pinchos de tomate, aceituna, queso, jamón, vino blanco, cacahuates, papitas y fruta.

Otra de las opciones teatrales que se ha presentado en los últimos tiempos en el Distrito Federal está encabezada por la joven directora Lila Avilés, quien presentó hasta mayo pasado la obra La camarera, en la suite Gobernadores del Hotel Presidente Intercontinental de esta ciudad.

La experiencia, recuerda, fue buena, pues la puesta en escena se estrenó el 16 de febrero con las camareras del hotel, y su reacción fue interesante, porque vieron reflejada su forma de vida: “El tema central del montaje es la soledad, la amistad, el amor y
la imaginación”.

Para la directora de obras como Gardenias Club, lo interesante de este proyecto es la capacidad voyeurista que adquieren los espectadores, pues no solo se sienten parte de la obra sino de las cosas que esculca una camarera al revisar la ropa de una de las huéspedes del hotel.

En ciudades como Monterrey también se presenta este tipo de espectáculos, aunque, a decir de América Rivera, codirectora de la compañía Teatrinomio, aún no tienen una gran aceptación, porque a la gente le sigue pareciendo raro: “Nosotros hemos presentado obras en sótanos, casas y estacionamientos, con el propósito de buscar más espacios para poder actuar”, dice.

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