Antes de cumplir 40 años ya luchan contra el cáncer de mama

CIUDAD DE MÉXICO..-A sus 31 años, a Alma Pérez Flores le diagnosticaron cáncer de mama en el seno izquierdo.

“Sentí mucho miedo, pensé que iba a morirme, porque por ignorancia pensaba que el cáncer era sinónimo de muerte. Entré en shock, porque creí que mi vida iba a terminar”, relata.

Sin antecedentes familiares de la enfermedad, la joven contadora no supo cómo reaccionar a la noticia porque ella asumía, que el cáncer de mama sólo afectaba a personas mayores de 40 años.

“No sabía qué hacer. De hecho intenté hacerme una mastografía y me dijeron que, por mi edad, la tenía que autorizar un médico.

“Empecé a buscar y afortunadamente llegué con muy buenos oncólogos, que me guiaron para empezar a extirpar mi cáncer”.

A tres años de su diagnóstico, Alma ha experimentado dos mastectomías, seis quimioterapias, 25 sesiones de radioterapia y está siendo sometida a un tratamiento de doble bloqueo hormonal.

Y aunque no ha llegado al periodo de remisión de su cáncer de mama, la paciente, platica que cuando solo le faltaban dos sesiones de quimioterapia, decidió regresarle a la vida la oportunidad de estar bien y decidió convertirse en médico de la risa.

“Se que en el camino del cáncer hay muchas pérdidas, pero yo me quedo con las ganancias porque lo más valioso ha sido encontrarme con las personas que se han quedado conmigo en el camino, desde los doctores, las enfermeras y principalmente las compañeras de sala.

“Porque aunque uno se sienta muy mal, aprendes a echarle porras a la compañera de a lado, para decirle que sí se puede y estoy segura que mi caso ha servido para motivar a muchas personas, ayudando a hacer menos difícil su lucha contra el cáncer de mama”, detalla Alma Pérez Flores, con una amplia sonrisa y la nariz roja, que identifica a los médicos de la risa.

Sin antecedentes familiares de la enfermedad, a sus 34 años, cuando Cristal Islas Pavón tenía tres meses de embarazo de su segunda hija, fue diagnosticada con cáncer de mama en su seno izquierdo.

“El tipo de cáncer que yo tenía era el triple negativo que es el más agresivo e invasivo. Me tuvieron que hacer estudios en todos mis órganos para indagar si no se había regado.

“No sabía si iba poder tener a mi bebé, pero me aferré a traer a mi hija al mundo. Me dieron 7 quimios embarazada, al principio fueron cada 21 dìas, pero el tipo de cáncer que tenía era tan agresivo que no funcionaba.

“Me cambiaron a una quimioterapia más fuerte y después de disminuir el tumor, me hicieron cesárea para que después de que naciera mi niña, yo pudiera seguir con mi tratamiento”, detalla la joven madre.

Su hija nació sana y apenas cumplió cuatro años, el mismo periodo de tiempo en que Cristal ha librado su batalla contra el cáncer.

“Ha sido una lucha difícil, pero, cada vez que enfrento algún doloroso tratamiento, pienso que vale la pena aguantar, con tal de cumplir mi máxima ilusión de ver a mis hijas crecer felices y por qué no, hasta conocer a mis nietos”,señala.

Apoyada por toda su familia, su esposo y sus dos hijas, la contadora de profesión señala que aunque todavía no llega a la etapa de remisión de su cáncer, ahora enfrenta un nuevo reto: reunir el dinero para pagar los implantes mamarios que requiere para reconstruir sus senos, por lo que está abierta a recibir apoyo de una asociación altruista.

“En el IMSS me han ayudado en absolutamente todo y yo acepté que si me hacía la reconstrucción de mis senos, tendría que pagar los implantes.

“Los médicos me han dicho que cada implante podría costar mil 200 dólares y ya estoy haciendo mi cochinito, aunque estoy preocupada porque no estoy segura de poder juntar todo el dinero que necesito, pero confió en Dios que saldremos adelante”, dice la paciente.

Considerando los antecedentes de cáncer que existían en su familia, cuando Wendy Rangel Martínez sintió una bolita de grasa cerca de su seno izquierdo, acudió inmediatamente al médico.

Desafortunadamente, no la supieron diagnosticar. La bolita creció y entonces fue atendida en el Centro Médico La Raza del IMSS, donde dos años antes de cumplir su cuarta década de vida, los especialistas descubrieron que tenía cáncer de mama.

“Para el tipo de cáncer que yo tengo no hay tratamiento, es un cáncer conocido como triple negativo y lo malo es que sí puede aparecer en otras parte de mi cuerpo.

“Estoy consciente, como me dijeron los médicos, que si el cáncer regresa, me puedo morir en un mes por lo agresivo que es. Sin embargo no me acabo, ni me mortifica, porque estamos aquí por algo, porque Dios lo quiere así”, señala.

Wendy explica que, una de las muchas enseñanzas que le ha dejado su caso, es que las mujeres debemos ser persistentes en el cuidado de nuestro cuerpo y aprender a autoexplorarnos.

“No debemos permitir lo que a mí me pasó. Si te tocas y te encuentras una bolita o sientes algo raro en tu cuerpo y un médico te dice que no tienes nada hay que acudir a otro y a otro, hasta que en realidad sepas lo que tienes”, indica la paciente.

No obstante, su diagnóstico, Wendy tiene una actitud positiva frente a la vida porque aunque tuvo que dejar su trabajo de sous chef porque ya no podía cocinar, señala que su nuevo empleo de mesera la llena de orgullo y le da fuerzas para seguir luchando contra el cáncer.

“Me siento muy contenta ahorita, en la cuestiòn laboral, en la cuestión de amigos, estoy muy plena, tengo mis dos hijas y por ellas es que estoy luchando”, indica.

Como sobreviviente de cáncer de mama, señala que el mejor ejemplo que les puede dejar a sus hijas es tener fe y fortaleza frente a la adversidad.

“ A veces mis niñas lloran conmigo, se le llenan sus ojos de lágrimas a mi chiquita y me dice mamita acuérdate que cuando se acaban tus fuerzas empiezan las de Dios y si tú no estás cuando cumpla quince años yo no quiero nada.

“Y le respondo: entonces pídele a Dios que empiecen sus fuerzas porque a veces ya no puedo. Y estoy segura que Dios nos escucha porque me ha dado fortaleza para seguir viviendo y ser feliz al celebrar este mes, con mis hijas y mi familia, mi cumpleaños número 40”, relata Wendy Rangel Martínez.

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