“Abandonados” por Guaidó, soldados venezolanos que desertaron

MILENIO

Forman un ejército de decepcionados, de frustrados. Cruzaron la frontera para unirse a la cruzada de Juan Guaidó, dejaron atrás todo y pusieron sus vidas en riesgo, y tres meses después les anuncian que se deben unir a la legión de simples migrantes.

Su gobierno interino, de acuerdo con el colombiano, les ofrece un permiso para buscar trabajo en Colombia o seguir ruta hacia Chile, el destino favorito para empezar de nuevo. Volver a Venezuela es impensable, les aguardan 30 años de cárcel por “traición a la patria y terrorismo”.

La mayoría de los militares prefiere seguir en Cúcuta, la capital de Norte de Santander, departamento colombiano limítrofe con Venezuela, que los acoge desde que desertaron a partir del 23 de febrero, cuando creían que ayudarían a derrocar a Nicolás Maduro en plena crisis de la fallida entrega de ayudas humanitarias.

Pero es tal el desencanto tras las eternas semanas de brazos cruzados, que alguno no descarta presentarse ante las huestes chavistas como arrepentido y gritar al mundo que el presidente Guaidó le dejó tirado.

“Aquí corremos peligro por los grupos armados en la zona, a algunos el ELN les ha ofrecido un millón 200 mil pesos para que se vayan con ellos. Todavía nadie ha aceptado, pero más adelante, quién sabe porque aquí es difícil encontrar trabajo”, señala un sargento jubilado de la Guardia Nacional, que pretendía volver a vestir el uniforme para luchar.

“Creímos que nos iban a entrenar y capacitar para entrar a Venezuela junto a una coalición de países y acabar con el régimen”.

Son setecientos, entre militares y Guardias Nacionales, y trescientos familiares que les acompañan. ACNUR, el gobierno colombiano y, en menor medida, la embajada de Guaidó en Bogotá, les han proporcionado alojamiento y comidas en hoteles, pero unos desalojos por retrasos en pagar las habitaciones, unido al descontento ante la falta de dinero en el bolsillo y, sobre todo, no tener un norte claro, han minado la moral y ahondado el descontento.

“No tenían una misión para nosotros” 

“La verdad es que no tenían un programa para nosotros, nos dejaron tirados como a perros”, indica un teniente que aún mantiene la esperanza en Guaidó pese a que su delegación diplomática apenas les ha prestado atención y aún debe una fuerte suma al hotel Ácora, como constató este diario. “Es ACNUR y el gobierno colombiano los que más nos han ayudado”.

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