Un torniquete podría salvar tu vida en un terremoto

CIUDAD DE MÉXICO.-Los esfuerzos de rescate continúan en la Ciudad de México esta semana, después de que dos sismos, y sus réplicas, mataran a más de 300 personas en la parte central de México y dañaran 4 mil edificios tan sólo en la capital.

Las búsquedas frenéticas en la Escuela Enrique Rébsamen —colapsada durante el terremoto de magnitud de 7.1 en la Ciudad de México el martes pasado— resultaron en el sorprendente hallazgo de once personas bajo los escombros que fueron trasladadas inmediatamente al hospital más cercano.

La mayoría sobrevivió gracias a la dedicación en los esfuerzos de los equipos de rescate, cuya atención médica inmediata previno posibles efectos fatales generados por una extremidad maltrecha.

Este tipo de circunstancias siempre requieren una intervención médica muy simple, pero efectiva: el torniquete.

Por supuesto, la probabilidad de sobrevivir al colapso de un edificio depende de múltiples variables —el más importante es el lugar del cuerpo donde hayan caído los escombros—.

Si un fragmento de cemento cae sobre el cuerpo y se detiene la respiración, la muerte será pronta, ya que el cerebro no puede sobrevivir sin oxígeno por más de dos minutos. Si partes vitales del cuerpo están maltrechas —como la cabeza, el cuello o el abdomen—la muerte es inminente.

Si un brazo o pierna están fracturados es posible sobrevivir, pero después de una hora una extremidad con daño severo se vuelve tan tóxica que puede matar de la misma forma que una inyección letal. En esta situación, el torniquete es esencial.

La compresión física, como la subsecuente falta de flujo en la sangre, provocan un efecto llamado “síndrome de aplastamiento”.

El daño difuso a nivel celular lleva a una secreción de sustancias de células musculares hacia el tejido circundante: el calcio, por ejemplo, se almacena por lo general dentro de las células musculares, y cuando se expulsa activas enzimas de proteína divididas que causan mayor daño celular.

Una cantidad inmensa de proteínas musculares comienzan a fugarse de la extremidad afectada, obstruyendo y saturando la habilidad de los riñones para filtrar la sangre.

Potasio, ion al que el sistema eléctrico del corazón es extremadamente sensible, también invade el flujo sanguíneo.

Finalmente, los riñones dañados no son capaces de filtrar las enormes cantidades de potasio y provocan fibrilación ventricular y paros cardíacos (se trata del mismo mecanismo utilizado para la inyección letal, con la excepción de que a las personas se le inyecta deliberadamente grandes cantidades de potasio).

Cuando una persona es rescatada y su extremidad maltrecha es liberada, la reanudación del flujo de sangre a dicha extremidad acelera el proceso tóxico.

Este “síndrome de reperfusión” paradójico no sólo incrementa la respuesta inmune e inflamatoria, también hace circular abruptamente las toxinas y la sangre plagada de potasio al resto del cuerpo.

Aplicar un torniquete previo a la liberación de la extremidad detendrá instantáneamente el flujo de potasio y, en teoría, un efecto autoinducido como el de la inyección letal, según sugieren múltiples reportes de casos.

Es casi seguro que las personas rescatadas en México recibieron litros de fluido y medicamentos para estabilizar la actividad cardíaca y prevenir los efectos del potasio en la sangre.

Si los riñones experimentan suficiente daño, el paciente podría necesitar una diálisis temporal para filtrar la sangre. Una vez que las emergencias metabólicas han sido estabilizadas, se debe proceder a un tratamiento vascular y ortopédico.

Dependiendo de la extensión de las lesiones, la cual es específica para cada paciente, la amputación total o parcial es una posibilidad.

Resulta complicado estudiar los efectos de los torniquetes en lesiones por aplastamiento, ya que todo estudio bien realizado necesita situaciones aleatorias, y escoger al azar a las víctimas para realizar intervenciones que pueden salvar vidas fuera de los hospitales es difícil.

Pero si no hay cuidados médicos avanzados a la mano, sin importar la extensión de tejido directo y daño óseo, el simple hecho de realizar un torniquete —cualquier cosa que pueda atarse alrededor de una extremidad de manera ajustada por encima del área afectada—podría ser la diferencia entre la vida y la muerte.

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