Trans: formas de ser mujer en el México de hoy

Milenio

En un mundo en el que la comunidad trans es cada vez más visible, el par de YouTubers, Victoria Volkova y Ophelia Pastrana, hacen lo suyo desde su trinchera.

Ciudad de México.- En el Centro Cultural José Martí, a un costado de la Alameda Central, se encuentra el único monumento público de la Ciudad de México que reconoce a la comunidad LGBT. En 2001 se colocó una placa conmemorativa de uno de los primeros crímenes de odio registrados contra personas gay y trans en el país. Cien años antes, la policía llevó a cabo una redada en la colonia Tabacalera en la que se encontró a “travestis, afeminados y algunos curiosos” en una fiesta. Fueron arrestadas 41 personas, salvó el yerno del entonces presidente Porfirio Díaz.

La placa está firmada por Carlos Monsivais e incluye un relieve de Reynaldo Velázquez Zebadua, en la que dos hombres forman el número 41 con sus piernas.

Ophelia Pastrana, señala la placa durante su sesión de fotos para Milenio, con la Alameda Central de fondo. Le emociona ser retratada en la plaza pública, que es fundamental para la historia LGBT de la ciudad: ha sido centro de ligue desde los tiempos de Salvador Novo y es conocida por la intensa vida nocturna de sus alrededores.

Unos días después Ophelia aparecerá en la marcha del orgullo LGBTI en la Ciudad de México.

Esa misma mañana, Victoria Volkova aparece en su nuevo video comiendo Doritos multicolor. Se llama “Lo mejor de ser Trans” y es parte de la campaña #ProudToBe de YouTube, para festejar el mes de la diversidad sexual. Aunque no irá a la marcha, así se suma a la celebración del orgullo que se llevó a cabo el pasado 25 de junio.

La bandera multicolor LGBTTTI (Lésbico, gay, bisexual, travesti, transexual, transgénero, intersexual) acoge a una comunidad cada vez más diversa, cuyas identidades pueden parecerle profundamente ajenas y confusas al heterosexual, cisgénero (cuando la identidad de género y el sexo asignado al nacer son lo mismo) promedio.

Ophelia es activista, física, asesora en temas de tecnología. Pero sobre todas las cosas ella es una mujer trans. Mide más de 1.80 de estatura, lleva el pelo a los hombros teñido de un rojo cereza intenso y tiene tatuadas en el brazo dos banderas: la multicolor de la comunidad LGBT y una con dos franjas azul celeste en los extremos, dos rosa pastel y una blanca al centro. Es la bandera trans, que acoge a las tres TTT: travesti, transexual y transgénero.

Además de su bandera, las personas trans tienen sus propias luchas, con sus particularidades. México está en el segundo lugar de Latinoamérica en crímenes de odio por identidad o preferencia sexual. De acuerdo a la Comisión Ciudadana contra Crímenes de Odio por Homofobia (CCCOH) entre 1995 y 2015 se registraron 179 asesinatos de personas trans. Y son las víctimas más comunes entre la comunidad LGBT de detenciones injustificadas con violencia y humillación.

En el “Informe Especial sobre violaciones a los derechos humanos por orientación o preferencia sexual o por identidad o expresión de género 2007-2008 de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal se reconoce que las personas transgénero se enfrentan “a una serie de actos discriminatorios en el ámbito laboral que les impide obtener o mantenerse en un empleo acorde a su preparación educativa o experiencia laboral”. Tampoco las necesidades específicas de salud de la comunidad han sido cabalmente tomadas en cuenta (si bien existe la Clínica Condesa dedicada enteramente a esta población, es única a nivel nacional y con sus varios problemas en sus criterios de selección de candidatos a tratamiento) por el sector público ni privado.

En el ámbito familiar, aún es común el rechazo y los menores transgénero son víctimas de discriminación en las escuelas. Algo tan sencillo como usar baños públicos ha generado un debate extendido sobre si tienen derecho o no de usar las instalaciones identificadas para “hombres” o “mujeres” y la necesidad de crear baños “neutros” para las personas trans.

Paralelamente, cada vez hay mayor visibilidad de la comunidad gracias a personas transgénero que se han convertido en figuras públicas y que han asumido un rol activista.

De las modelos de Playboy a las activistas de YouTube

En 1995 la modelo Caroline Cossey (también conocida como Tula) posó por segunda vez para la portada de la revista Playboy. A la altura de su cintura, debajo de su melena rubia, aparecía la frase “¿Te acostarías con ESTA MUJER? Ve dentro, decide entonces.”

Cossey había concedido su primera entrevista después de que la prensa la “sacara del clóset” como una mujer transexual. La sociedad de su tiempo no estaba lista para una supermodelo que había “nacido hombre”.

Veinte años después, Caitlyn Jenner (condecorada olímpica y personalidad de la televisión estadunidense) apareció en la portada de Vanity Fair con un titular muy distinto: “Llámenme Caitlyn.” La imagen de Jenner en un corsé color marfil, con el pelo peinado en ondas y labios rojos, desató un huracán mediático que celebró como pocas veces a una mujer trans.

Aunque, por supuesto, no faltó quien se refirió a ella como Bruce(su nombre anterior) a pesar de su petición explícita de llamarle por su nombre elegido (entre ellos Kanye West, casado con su hijastra Kim Kardashian, en una entrevista para el sitio especializado de moda Show Studio y el actor Drake Bell que tuiteó “lo siento…aún te llamaré Bruce”). También quien diseccionó su cuerpo con lupa, objetivizando por primera vez a Jenner, como suele suceder con el cuerpo femenino.

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