*.- Vandalismo!

Visión política.

Por: Fernando Cruz López.

 

El Día Internacional de la Mujer en Oaxaca, como en muchas otras partes del país, estuvo marcado por manifestaciones intensas, algunas de las cuales derivaron en actos de violencia y vandalismo. Este fenómeno genera un fuerte debate social: ¿hasta qué punto la protesta legítima justifica la destrucción de bienes públicos y privados? ¿Es la falta de acción de las autoridades una muestra de respeto por la libre expresión o un signo de ineficacia y abandono del orden público?

 

 

La marcha del pasado sábado no es un evento aislado ni un simple acto de rebeldía. Es la manifestación de una lucha histórica por la igualdad, la seguridad y el respeto hacia las mujeres en un país donde los feminicidios, la impunidad y la violencia de género siguen siendo una crisis cotidiana. Sin embargo, el problema surge cuando esta legítima exigencia de justicia se mezcla con expresiones de ira que, lejos de sensibilizar a la sociedad, generan rechazo y polarización.

 

 

Las imágenes de edificios pintados, vidrios rotos y mobiliario urbano destruido, farmacias saqueadas, han inundado redes sociales y medios de comunicación. Comercios, oficinas gubernamentales y monumentos históricos fueron blanco del salvaje ataque de las enardecidas mujeres que, por las calles del centro histórico de Oaxaca, por momentos parecían multiplicarse y aumentaban sus grado de violencia, contra todo lo que se moviera.

 

Uno de los aspectos más controversiales de la jornada violenta de la tarde del pasado sábado, fue la aparente inacción de las fuerzas del orden. El gobierno estatal y municipal optó por una estrategia de no confrontación, probablemente para evitar acusaciones de represión. Sin embargo, esta permisividad también puede interpretarse como una falta de control del Estado sobre el espacio público, dejando desprotegidos a ciudadanos y negocios que nada tienen que ver con la violencia de género. ¿Es esto una forma de respetar el derecho a la protesta, o simplemente una muestra de incapacidad para garantizar la seguridad y el orden?

 

Es innegable que la lucha feminista ha sido clave para el avance de los derechos de las mujeres. Pero también es cierto que el vandalismo y la violencia generan más división que empatía. La indignación es comprensible, pero la pregunta clave es: ¿estos métodos realmente contribuyen a la causa o la deslegitiman? La protesta es un derecho, pero la destrucción sin medida puede convertirse en un arma de doble filo que termine alejando a potenciales aliados y reforzando discursos de criminalización.

 

En un país donde la violencia ya es parte del paisaje cotidiano, la pregunta sigue abierta: ¿cómo canalizar la rabia y la exigencia de justicia sin caer en el mismo ciclo de agresión que se busca erradicar? La respuesta no es sencilla, pero urge encontrar un equilibrio entre el derecho a la protesta y el respeto por el orden social…Sígame en X como @visionpolitica7

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