Tras las huellas de un mamut lanudo miles de años después

EXCELSIOR

Los investigadores quedaron asombrados con los resultados: los mamuts estudiados probablemente caminaron alrededor de 70.000 kilómetros, y no se quedaron únicamente en las planicies de Alaska, como esperado

CIUDAD DE MÉXICO

El mamut lanudo podía andar el equivalente de dos vueltas a la tierra en apenas 28 años de vida, informaron investigadores que rastrearon los pasos de uno de estos grandes caminadores.

El hallazgo, publicado el jueves en la prestigiosa revista Science, podría ayudar a aclarar las hipótesis sobre la extinción del animal, cuyos dientes eran mayores que un puño humano.

En toda cultura popular, por ejemplo en el dibujo animado de “La era de hielo”, hay mamuts que se desplazan mucho”, dijo Clement Bataille, profesor asistente en la Universidad de Ottawa y uno de los principales autores del estudio.

Pero no estaba claro por qué los mamuts recorrían distancias tan largas, “ya que un animal tan grande usa mucha energía para desplazarse”, indicó a la AFP.

Los investigadores quedaron asombrados con los resultados: los mamuts estudiados probablemente caminaron alrededor de 70.000 kilómetros, y no se quedaron únicamente en las planicies de Alaska, como esperado.

Vemos que recorrieron todo Alaska, un inmenso territorio”, precisó Bataille.

Fue realmente una sorpresa”.

– Lectura de un colmillo –

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores seleccionaron los colmillos de un mamut lanudo macho que vivió al final del último periodo glaciar.

El animal, llamado Kik en honor a un río local, vivió cerca del momento en que se extinguió la especie, hace unos 13.000 años.

Uno de sus colmillos fue cortado en dos para hacer una lectura de lo que se conoce como “reporte isotópico de estroncio”.

El estroncio es un elemento químico similar a la piedra caliza y está presente en el suelo. Se transmite a la vegetación y, cuando se come, se deposita en los huesos, los dientes… o los colmillos. En tanto que los isótopos son diferentes formas de este elemento.

Los colmillos crecen a lo largo de la vida del animal, y su punta representa los primeros años, mientras que la base muestra los últimos.

Como los isótopos son diferentes en función de la geología, Bataille desarrolló un mapa isotópico de la región. Y, al compararlo con los datos del colmillo, fue posible rastrear dónde estuvo el mamut y en qué momento.

– Largo viaje –

En aquella época, glaciares cubrían toda la cadena de montañas de Brooks en el norte y de Alaska en el sur. En el centro se encontraban las planicies del río Yukon.

El animal volvía regularmente a las mismas áreas, donde podía quedarse por varios años. Pero sus movimientos también cambiaron fuertemente en función de su edad, antes de que muriera de hambre.

Los investigadores encontraron signos de amamantamiento durante sus primeros dos años de vida.

Lo que fue realmente sorprendente fue que después de su adolescencia comienzan a ser mucho más importantes las variaciones isotópicas”, señaló Bataille.

El mamut recorrió “en la vida tres o cuatro inmensos trayectos de 500, 600 y hasta 700 kilómetros en pocos meses”.

Para explicarlo, los científicos avanzan que el macho pudo ser un solitario que se movía de manada en manada para reproducirse. O pudo haber enfrentado sequías o duros inviernos que lo forzaron a buscar nuevas áreas para alimentarse.

– ¿Lecciones para hoy? –

Bien sea por diversidad genética o por escasez de recursos, es “claro que esta especie necesitó un área muy amplia” para vivir, dijo Bataille.

Pero en la época de la transición entre la Edad de Hielo y un periodo interglaciar, cuando se extinguieron, “el área se redujo porque crecieron más bosques” y “los humanos ejercieron una fuerte presión en el sur de Alaska, adonde los mamuts probablemente dejaron de venir”.

Entender los factores que llevaron a su extinción podría ayudar a proteger otras especies de megafaunas actualmente amenazadas, como caribús y elefantes.

Con el cambio climático y los humanos restringiendo grandes especies en parques y reservas, “¿queremos que nuestros hijos vean en 1.000 años a los elefantes como nosotros vemos los mamuts hoy?”, pregunta Bataille.

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