Retrato hablado de la 22

SPor Horacio Corro Espinosa

 

Los retratos orales se acostumbran, sobre todo, en las investigaciones de tipo policiaco; pero en realidad existen desde hace muchos siglos. No es que en la antigüedad no existieran retratadores eminentes como pintores, escultores y así, no más hay que considerar a los egipcios, a los griegos, a los romanos, para darse cuenta de su excelencia en el género.

Desde luego que esos retratos no siempre eran fieles al original. Los retratadores decían con la boca pero veían con los pálpitos del corazón. De esa práctica surgieron las metáforas clásicas aún en uso, por ejemplo: pelo de azabache, ojos de esmeralda, dientes de perla, labios de rubí, etc.

Pero en cuanto a pesquisas profesionales, en asuntos de corte criminal, otros son los procedimientos. Si en alguna ocasión has estado envuelto en líos como de asaltos, semejante a una de vaqueros o como la de los programas policíacos de televisión, pues has de tener idea de cómo son esos asuntos. Primero hay que presentarse a la Agencia del Ministerio Público, y empezar a dar pelos y señas de los delincuentes para que el dibujante empiece a trazar los rasgos que conducirán a la cara del delincuente. Ahí, un dibujante va conformando el rostro del tal por cual malhechor, o a la mejor asesino también, según. De acuerdo a los informes de los afectados va saliendo el rostro: cara cuadrada, nariz chata, ojos de sapo, frente de simio, labios de cuchi, en fin.

En algunos lugares ya tienen programas de computación con todas las posibilidades de rasgos que se van empalmando o quitando hasta lograr el parecido con el delincuente.

Ya con el retrato en mano, salen los encargados de atrapar al sujeto para llevarlo ante la autoridad correspondiente. Es posible que la imagen de ese sujeto aparezca en todos los medios de comunicación para que todo mundo lo conozca y lo reconozca y dé parte a las autoridades para su detención inmediata. También puede ocurrir, que alguien haya subido a las redes sociales algún testimonio vergonzoso, y la imagen del pelafustán cobre indignación ante la sociedad por su misma actitud.

Desde luego que esto puede causar mucha vergüenza a la familia del perseguido o del prepotente que recorre todos los rincones del mundo por la facilidad del internet. La familia completa, desde  el más grande hasta el más chico, se convertirán en unos apestados, y por consiguiente, en unos delincuentes, aunque nada tengan que ver en el asunto.

Sin embargo hay otros delincuentes que hacen lo que quieren y nadie les dice nada. Gozan de completa impunidad aunque hayan aparecido sus rostros miles de veces y sean calificados por la sociedad como una escoria. Ellos son los de la sección 22, integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación de Oaxaca, quienes han generado un verdadero caos en la ciudad de México. Durante esta semana han agredido a patadas y puñetazos a ciudadanos comunes, y principalmente a reporteros y camarógrafos de distintos medios que ejercen su labor periodística.

Y no sólo eso, sino que estos maestros de la 22, les han robado sus instrumentos de trabajo. Estos, los que se dicen luchadores del pueblo, son los que mañana, cuando estén de vuelta en la entidad, se les reconocerá como luchadores, valerosos, provechosos y esforzados hombres de la educación.

A nuestros políticos se les hará difícil dibujar en el papel los retratos hablados de los próceres o aspirantes a serlo, porque… ¿cómo dibujarán algo como “el brillo solar de sus pupilas”, o cómo “el ardor de su corazón de león”, o cómo “el de la voz fuerte y aterciopelada?

Así son nuestros políticos frente a los de la 22. Digo… No es para que se enojen.

 

Twitter: @horaciocorro
horaciocorro@yahoo.com.mx

 

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