Ana Frank pudo haber sido descubierta por casualidad
El imparcial
Tras décadas de investigación intentando descubrir quién delató a la familia de Ana Frank ese fatídico día de verano de 1944, un nuevo estudio sugiere que la adolescente judía pudo ser encontrada “por casualidad” en su apartamento secreto de Ámsterdam.
Tras décadas de investigación intentando descubrir quién delató a la familia de Ana Frank ese fatídico día de verano de 1944, un nuevo estudio sugiere que la adolescente judía pudo ser encontrada “por casualidad” en su apartamento secreto de Ámsterdam.
Para la Casa Museo de Ana Frank de la capital holandesa, que publica el estudio, “es posible” que el allanamiento que llevó al descubrimiento de su escondite en el edificio de la empresa familiar se efectuara a causa de “trabajo ilícito y tráfico de cupones de racionamiento”.
Y, por tanto, que los agentes del Sicherheitsdienst, el servicio de inteligencia de las SS, “dieran por casualidad con la pista de Ana Frank y de los otros siete judíos escondidos”.
Nacida en Alemania el 12 de junio de 1929, la pequeña Ana abandonó el país con su familia para no caer en manos de los nazis en 1933. Instalados en Ámsterdam, los Frank pasaron a la clandestinidad en julio de 1942, escondidos en el apartamento disimulado detrás de una biblioteca en el ático del edificio situado en el número 263 del canal Prinsengracht.
Los Frank, a los que rápidamente se sumaron la familia Van Pels y Fritz Pfeffer, vivieron allí escondidos durante dos años, hasta agosto de 1944, antes de ser descubiertos y enviados a campos de concentración.
Hasta ahora siempre se ha creído que los agentes fueron alertados por la llamada de un delator.
El encargado de un almacén en la planta baja, la esposa de un compañero de trabajo, la hermana de una ayudante de la familia… A lo largo de los años ha habido muchas sospechas, pero nadie ha podido determinar con certeza la identidad del delator.
“Durante 1944 se cortaron muchas líneas telefónicas y eso limitó las posibilidades de que los particulares pudieran efectuar llamadas”, asegura en su artículo el autor del estudio, Gertjan Broek, quien subraya también que el número de los servicios de seguridad alemanes “no estaba en el listín”.
“Existe una posibilidad real de que la llamada, si se produjo, proviniera de otra agencia del gobierno”, agregó.
“No tenemos cupones”
A partir del 10 de marzo de 1944, Ana habla en su diario de la detención de dos hombres a los que llama solamente “B.” y “D.” en la versión original. Estos son aparentemente Martin Brouwer y Pieter Daatzelaar, representantes de la empresa de materias primas Gies & Co, instalada en la planta baja, según el investigador.
El 14, la adolescente escribe: “Como a nuestros proveedores de cupones se los han llevado los alemanes, ya no tenemos cupones”. Eso demuestra, asegura Broek, que los dos hombres suministraban cupones a los ocupantes del anexo.
Con base en el diario y nuevos documentos, incluidos informes de la policía, el investigador concluyó que los agentes presentes durante la detención no tenían la misión de detener judíos sino que investigaban casos de fraude.