Nos pegó la “Fernandomanía”
OPINION
ERNESTO REYES
Un ídolo del béisbol de todos los tiempos es Fernando Valenzuela, “El Toro” de Etchohuaquila, localidad rural del estado de Sonora. El martes 22 de octubre, el pitcher zurdo que escribió grandes páginas en la historia del Rey de los Deportes, falleció en Los Ángeles, California.
Sería Emilio Hernández, ya fallecido, reportero entonces del semanario Proceso, el primer periodista en viajar a Etchohuaquila, el poblado en el que Valenzuela nació. En el periódico digital www.libreenelsur.mx editado en la ciudad de México por el periodista, Francisco Ortiz Pinchetti, sus lectores pudieron leer los primeros párrafos de este reportaje, publicado en la edición 236 de mayo de 1981, de la legendaria revista. Abuso de este espacio reproduciendo un fragmento del perfil-homenaje a un gran beisbolista e ícono de nuestra generación.
“Ya lo traía de nacencia. Por eso no quiso seguir en la escuela y comenzó a irse de la casa”.
Así recuerda don Avelino aquellos calurosos días de mayo de 1973, cuando su hijo, Fernando Valenzuela, era apenas un endeble adolescente, aspirante a jugador de beisbol.
“Fernando se fue del ejido poco a poco, como la lluvia: primero se iba a Navojoa, con el equipo Mayos de la liga del estado. Desaparecía por unos ocho días y regresaba, hasta que una vez lo contrataron en Guanajuato y volvió luego de cinco meses. Apenas tenía 16 años.
––Sentí sus ausencias –agrega don Avelino–. Es el más chico de doce hijos, pero el que menos ha estado en la casa. A veces me intranquilizaba porque era muy callado y no sabía cómo le hacía para vivir. Además, aquí siempre se necesitan brazos para trabajar la tierra.
Ahora, cuatro años después y en sólo 28 días, Fernando Valenzuela está convertido en el pelotero mexicano más destacado en las Ligas Mayores de beisbol. Sus siete victorias sin derrota, cinco blanqueadas, porcentaje de 0.28 en carreras limpias y 61 ponchados en igual número de presentaciones, lo colocan como el pitcher más consistente de su equipo…
Volvió al año siguiente a Etchohuaquila, cuyos caminos ya no eran los áridos y polvorientos terregales, para dar constancia de la transformación del pueblo gracias al hijo pródigo.
La leyenda
Fernando Valenzuela fue uno de los jugadores de beisbol más icónicos de México y un ídolo internacional. Nació el 1 de noviembre de 1960 en Etchohuaquila, Sonora, México. Como lanzador zurdo, Valenzuela comenzó su carrera profesional en la Liga Mexicana antes de ser firmado por los Dodgers de Los Ángeles en 1979.
El sonorense hizo su debut en las Grandes Ligas en 1980, pero fue en 1981 cuando capturó la atención mundial con su impresionante inicio de temporada, que más tarde se conoció como ‘Fernandomanía’.
Ese año, Valenzuela ganó tanto el premio al Novato del Año como el Cy Young en la Liga Nacional, un logro único hasta la fecha. Su estilo de lanzar, caracterizado por una mezcla letal de lanzamientos y su famosa bola de tirabuzón (screwball), lo convirtió en un fenómeno cultural.
Fue clave para los Dodgers durante la década de 1980, ayudando al equipo a ganar la Serie Mundial de 1981. Fue seleccionado para seis Juegos de Estrellas consecutivos y ganó dos Bates de Plata como lanzador, destacando no solo por su habilidad en el montículo, sino también como bateador.
Aunque su carrera enfrentó algunos altibajos debido a lesiones, Valenzuela continuó jugando en las Grandes Ligas hasta 1997. Posteriormente, se convirtió en comentarista de beisbol en español para los Dodgers. (…) En 2023, los Dodgers retiraron su número 34, reconociendo su legado.
Recuerdo que, con mi amigo y contemporáneo, Rogelio Juárez Ramírez, vimos por televisión aquel juego memorable de 1981, en donde Fernando venció a Los Yanquis de Nueva York, mirando al cielo cada vez que lanzaba. Estábamos en una cantina de Tuxtepec, nuestra tierra natal, donde el béisbol era el deporte obligado. Como a millones, también nos pegó La “Fernandomanía”, reafirmando así nuestra preferencia deportiva.
Valenzuela perdió su último partido, frente a la enfermedad, pero siempre fue un luchador nato, que no se dejaba derrotar: un triunfador. Hoy, con la gorra al pecho lo despide la afición y el pueblo se pone de pie.
Me quedo con el mejor elogio que recibió en vida: “¡Bravo por ti, Fernando!- narraba con vehemencia don Pedro “El Mago” Septién, una vez caído el out 27 con el triunfo del “Toro” en el tercer Juego de la Serie Mundial de 1981: “Eres en el beisbol: oro, mezquita y basílica, suena esto a mariachi, a jarabe, copal y cera, eres un jugador que tiene el pincel en la mano y la luz en el alma, nunca olvidaremos esto”.
@ernestoreyes14