“No se tarda ni cinco minutos”: En Chiapas, la droga llega más RÁPIDO que una pizza

MILENIO

La lucha entre cárteles por comerciar la droga embodegada durante la pandemia provocó que el narcomenudeo creciera 74 por ciento; las adicciones subieron 48 por ciento.

Y de pronto, Jonathan pudo conseguir drogas a la vuelta de la esquina. El treintañero oriundo del municipio fronterizo de Cacahoatán, Chiapas, pronto se hizo adicto a la cocaína y al crack, en un estado que hasta antes de la pandemia no presentaba altos índices de narcomenudeo.

“Aquí llega más rápido que Domino’s Pizza, ahí te piden 30 minutos para llegar, pero en la droga no se tardan ni cinco minutos”, aseguró en entrevista.

Una investigación realizada por MILENIO revela que la pandemia provocó que los cargamentos de droga fueran almacenados en bodegas, provocando una lucha entre grupos delictivos que fortaleció el mercado interno de estupefacientes y que, en tan solo dos años, hizo que las denuncias por narcomenudeo se incrementaran en 74.5 por ciento.

La entidad que históricamente resaltaba por tener bajos niveles de violencia relacionados con el narcotráfico comenzó a registrar un mayor trasiego y consumo de drogas desde mediados de 2020. Aunque el boom impactó a Tuxtla Gutiérrez y Tapachula, el aumento fue vertiginoso en siete municipios fronterizos.

De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), los incrementos se dispararon en Motozintla (4 mil 100 por ciento), Benemérito de las Américas (2 mil 700 por ciento), Salto del Agua (2 mil 600 por ciento), Chicomuselo (mil 500 por ciento) y Simojovel (mil 300 por ciento). En el municipio de Jonathan el incremento fue de 567 por ciento.

El especialista en materia de seguridad, Alberto Islas, explicó que el parón de la logística para transportar drogas durante los primeros meses de la pandemia le cobró factura a los cárteles de la droga, los cuales no podían mover la droga que tenían almacenada en la entidad durante varios meses, lo cual provocó una importante movilización de los criminales locales por mover el producto.

“Todo el mundo se encerró los primeros cuatro o cinco meses; entonces, los grupos delincuenciales, como hubo mucha mercancía parada en diferentes bodegas, empezaron a asaltar estas bodegas y eso fue lo que creó que hubiera más violencia, aun cuando estábamos en la primera parte de la pandemia”.

Las cifras oficiales muestran que en 2019 las denuncias por narcomenudeo promediaban 71 casos mensuales. Luego, entre abril y junio de 2020, bajaron hasta los 59 casos; pero en julio, cuando ocurrió la reapertura económica, los reportes subieron hasta los 144 casos.

Islas señaló que aunado a la desaceleración económica, los altos índices de violencia registrados en los estados del norte del país también influyeron para que se creara un mercado interno de la droga en Chiapas, pues al tener mucha inseguridad en los caminos, los delincuentes tenían que guardar la droga o venderla en municipios fronterizos.

Sube el consumo

Una de las personas que padecieron los estragos de la droga fue Jonathan, quien lleva algunos meses en tratamiento de rehabilitación.

“Yo mejor me iba a unos pozitos (bares), donde venden cerveza a escondidas, ahí lo vendían o aquí hay personas que trabajan en triciclos y ellos lo vendían, hay varias formas de conseguir rapidito. Aquí no hay de que vas retirado a traerlo o que dame dinero y te lo voy a traer.

“Aquí en Chiapas es demasiado rápido para encontrar la droga, en todo tipo de lugar, porque en el tiempo que yo estuve es como encontrar un caramelo en una tiendita a la vuelta de la esquina. Aquí llega más rápido que Domino’s Pizza, ahí te piden 30 minutos para llegar, pero en la droga no se tardan ni cinco minutos”.

La circulación de más producto desencadenó un mayor consumo entre los jóvenes de los municipios fronterizos, pues el uso de metanfetaminas y crack se incrementó 48 por ciento durante 2021, según las cifras del Centro de Integración Juvenil (CIJ) Tapachula, el cual atiende a pacientes de diversos municipios.

“Derivado de la pandemia en nuestro municipio hemos visto un claro aumento en el consumo de drogas sintéticas y cada vez están llegando a más menores de edad, y eso es lo que nos interesa tratar y prevenir como institución”, explicó la directora del CIJ Tapachula, Ana Lydia Ovando.

La institución atendió a 37 pacientes por el abuso de metanfetaminas en 2021, la mayor cifra que se tenga conocimiento en dicho centro; además otras 60 personas ingresaron para tratar su adicción a la cocaína y otras 70 también consumían mariguana.

Ahora Jonathan señala que por primera vez en mucho tiempo se siente contento y motivado a superar sus adicciones con el objetivo de ser productivo y poder otorgarle un mejor futuro a su hija. También tiene como propósito reponer el tiempo perdido con su madre, a quien le está construyendo una casa.

“Ahorita me siento muy contento porque el próximo 1 de marzo me toca mi antidoping y me siento muy contento y feliz porque no concurro a lugares que no debo ni estoy con amistades que no me dejan algo bueno. Desde hace poco más de un mes estoy limpio y sé que así seguiré”, sentenció Jonathán.

La droga entra por tierra

En la frontera con Guatemala existen ocho cruces fronterizos formales con personal del Instituto Nacional de Migración (INM); sin embargo, a lo largo de los 960 kilómetros de línea divisoria se ubican al menos 50 pasos informales de vehículos e incalculables puntos ciegos por donde pasa la droga proveniente de Sudamérica con destino a Estados Unidos.

Por tal motivo se han registrado aumentos exponenciales en municipios rurales fronterizos como Motozintla y Benemérito de las Américas. Ambas demarcaciones sumaron una sola denuncia por narcomenudeo en 2019, pero en 2021 tuvieron 62 casos.

Los grupos criminales que comenzaron a distribuir droga por la frontera sur también crearon nuevos mercados de la droga en otros cinco municipios que tuvieron aumentos superiores al 100 por ciento: Cacahoatán (567%), Ocosingo (425%), Suchiate (314%), Frontera Comapala (260%) y Tuxtla Chico (100%).

Incluso en los municipios cercanos a Tapachula –lugar donde se albergan a miles de migrantes provenientes de Guatemala, Honduras, El Salvador y Haití– se ha visto una importante crecida del narcomenudeo desde 2019: en Huehuetán las denuncias subieron 150 por ciento y en Huixtla 112 por ciento.

El aumento de la violencia en estos municipios se dio porque los grandes cárteles de la droga tuvieron que empezar a entrar a operar en Chiapas con la ayuda de grupos delincuenciales locales que les permitieran proteger sus cargamentos de bandos enemigos y al mismo tiempo debilitar a sus oponentes desde la frontera sur del país.

“Son estructuras de cárteles nacionales que se están metiendo en el estado, pero ellos se apoyan de pandillas locales; por ejemplo, lo que ha hecho el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) es subcontratar grupos locales y meten a una plaza cuatro o cinco personas de confianza y ellos mismos desarrollan la infraestructura”, explicó Alberto Islas.

En contraparte, el especialista explicó que Los Zetas o el Cártel del Golfo traen a toda su gente de otras partes del país para operar en Chiapas. La mayoría proviene principalmente de Tabasco y Veracruz con un perfil de mayor experiencia en el manejo de plazas chicas dedicadas al narcomenudeo.

La instalación del mercado interno de drogas en municipios fronterizos por parte del crimen organizado quedó opacada por el flujo de migrantes centroamericanos en diversas caravanas realizadas desde 2019 e intensificadas en 2021.

La investigadora del Colegio de la Frontera Sur, unidad Tapachula, Aki Kuromiya, destacó que no hay relación entre un mayor flujo migratorio en la zona y el aumento de violencia en la zona fronteriza, ya que los habitantes chiapanecos están acostumbrados a ver un desfile de migrantes centroamericanos desde hace muchos años.

“En la Ciudad de Tapachula la gente se ha acostumbrado a ver que la gente transite, porque históricamente es una ciudad de migrantes, tanto para los que llegan y laboran, principalmente los guatemaltecos, como para los nativos que comercian y dan trabajo a los migrantes”, explicó la experta.

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