La danza, como la concibo, ya no existe: Filomarino

Amalia-Hernandez-Estrenamos-coreografia-Muchacho_MILIMA20150708_0013_8Los próximos 31 de julio y 1 de agosto la bailarina, quien también fue alumna de Amalia Hernández y Guillermina Bravo, se presentará con su compañía en el Palacio de Bellas Artes.

México no todos los días se celebran 70 años de vida, 50 de trayectoria artística y 25 de dirigir una de las agrupaciones más relevantes de la danza contemporánea en México. Para conmemorar por partida triple, la coreógrafa mexicana de origen italiano Rossana Filomarino, directora de Dramadanza, se presentará el 31 de julio y el 1 de agosto en el Palacio de Bellas Artes.

En ese recinto estrenará el montaje Ditirambos, y presentará dos reposiciones de 1997 y 2007, respectivamente: A mis soledades voy yLos jardines del alma, en el programa llamado Danza al filo. “Espero que vaya mucha gente, pues lo necesitamos. Esta es la primera vez que pienso en la taquilla, en que hay que pagarle a los bailarines”, dice.

Antropóloga social por la Universidad Iberoamericana, integrante del Ballet Nacional de Guillermina Bravo, alumna de la escuela de Martha Graham en Nueva York, directora de la compañía de danza de la Universidad Veracruzana, en las últimas décadas Filomarino ha sido figura en la danza nacional. En entrevista con MILENIO, habla de su trabajo y del homenaje que le rinde el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

¿Cómo llega al homenaje que le hace el INBA?

Estoy contenta de que me celebren porque funciono por ciclos. Agradezco llegar bien. Mantenerse activa por 50 años es algo que no sucede a diario: ha sido un reto y un logro. Es muy significativo que estrene la obra Ditirambos en el Palacio de Bellas Artes el 31 de julio de 2015, porque en ese mismo lugar estrené mi primera obra en México hace cinco décadas. Este ciclo pocos lo han cumplido.

¿Por qué le importan los ciclos?

Me importan porque el tiempo pasa y es cíclico. La vida tiene una estructura cíclica. Me interesan porque marcan pautas en la vida, no tanto por los números, sino por el progreso y el camino que se presenta en el sendero de la vida. Un ciclo es también una etapa. Después de estos 50 años no va a haber otros 50. Pero se abre otro que no sé a dónde irá.

Paralelamente a que cumple 50 años de trayectoria como bailarina y coreógrafa, su compañía Dramadanza celebra su 25 aniversario. ¿Cómo se fundó la agrupación?

Dramadanza nació como una compañía diferente de lo que es ahora. Daba clases de la técnica Graham a un grupo de jóvenes, y fue su idea hacer algo. Me pidieron que les montara unas obras. Amalia Hernández nos ayudó a fundar el grupo como mecenas. Estrenamos la coreografía Muchacho triste sin alas. Este trabajo duró dos años. Después hubo un cambio en mi manera de hacer danza y se transformó la estructura de la agrupación. Ya no queda en la compañía ninguna persona que haya iniciado hace 25 años. Sin embargo, Amanda Domínguez tiene 19 años en ella y ha sido muy importante.

¿Qué presentará en el Palacio de Bellas Artes?

Son tres obras. Regresé al esquema antiguo de montajes cortos. Dos son reposiciones: A mis soledades voy, dueto de 1997, que representa el recorrido de un hombre y una mujer que caminan por la vida juntos, con sus altibajos, hasta que aceptan la soledad de cada quien y se separan. Pienso, en un futuro, hacer esta obra al revés, donde la pareja esté separada y termine junta.

“La segunda puesta en escena es Los jardines del alma, de 2007, montaje que ha tenido mucha resonancia, sobre todo entre fotógrafos y pintores por su belleza plástica. Su contenido es sobre el nacer de una pasión que aumenta hasta que se desborda y aparece el miedo que lleva a los protagonistas a la involución.

“El estreno es Ditirambos. No tiene un tema específico, y está dividida en tres partes: la transparencia del ser, la otra se concentra en la pasión, y la última es el tránsito de la desesperación y la incomodidad, inspirada en el Peine de los vientos, esculturas de Eduardo Chillida, ubicadas en el mar de San Sebastián”.

Hace un momento dijo que usted cambió su forma de hacer danza y por tanto se transformó la estructura de su compañía. ¿Cómo fue ese proceso?

Cambié mi manera de hacer danza a raíz de hacer danza butoh. A partir de ella cree obras importantes en cuanto a sus principios rectores. Cambió mi búsqueda del movimiento del blanco al negro y del negro
al blanco. Fue muy drástico.

De lo que ha visto en los últimos tiempos en la danza, ¿hay algo que llame su atención?

Como la concibo, con bailarines entrenados, capaces de responder a las exigencias coreográficas, y que tiene como meta decir algo, ya no existe. Actualmente, los intérpretes se forman haciendo la misma danza, aprenden en la calle. La influencia del hip-hop es importante para ellos. Hay muchas tendencias, ni hablar de la fusión que se hace con las nuevas tecnologías.

“Hay una falta de interés para comunicar y construir algo. Todo se quiere rápido, fast track, y el arte no es así. La danza requiere de un proceso. El cuerpo no puede ir rápido. Lo nuevo no nos está conduciendo bien. Ahora estoy hablando en general, pero dentro de la danza contemporánea hay excepciones maravillosas”.

Usted se desenvolvió en una época en que los bailarines se relacionaban con escritores, escenógrafos, pintores, cineastas, lo cual les permitía enriquecer su trabajo. ¿Por qué ya no se hace?

Extraño la comunicación con otros personajes de la cultura. Nadie puede crear solo. Es decir, estamos solos durante la creación directa, pero durante en el proceso convivimos con la sociedad. Ahora los artistas ya no hacen eso. Me gusta mucho leer entrevistas con otros creadores, porque siempre aprendo algo de las otras personas.

¿Qué le dejaron Amalia Hernández y Guillermina Bravo?

Amalia fue como mi mecenas. Patrocinó la fundación de Dramadanza. La relación con la maestra Bravo es muy diferente. Siempre le agradecí el ojo crítico de traerme desde la escuela de Martha Graham, en Nueva York, donde me encontraba. En segundo término, mi estancia en el Ballet Nacional me sirvió mucho para formarme como coreógrafa profesional. También me benefició con su amistad. Compartíamos dudas y cuestionamientos.

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