Ichkabal, el nuevo sitio arqueológico de Quintana Roo
El INAH y autoridades ejidales trabajaron durante dos años para lograr su apertura.
MILENIO
Luego de dos años de diálogo y trabajo coordinado entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y autoridades ejidales se abrió la zona arqueológica de Ichkabal, en Quintana Roo.
Esto beneficiará a 165 ejidatarios y a sus familias, “que mostraron disposición para llevar adelante la apertura de la mano de los gobiernos municipal, estatal y federal”, dijo el antropólogo Diego Prieto, director de la dependencia.
Ichkabal fue registrado el 30 de enero de 1996. A partir de este siglo, el INAH ha realizado diversas labores enfocadas en la prospección arqueológica, limpieza, conservación y restauración de estructuras monumentales, restos de estuco y pintura mural.
Esto gracias a equipos de trabajo liderados por especialistas como Luz Evelia Campaña, Javier López Camacho, Enrique Nalda Hernández, Hortensia de Vega Nova y Sandra Balanzario Granados.
Rol fundamental
Esta apertura, derivada de la aplicación del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) e inserto en el proyecto del Tren Maya, eleva a 194 los sitios patrimoniales de origen prehispánico habilitados para su visita pública en nuestro país.
Este 10 de enero se firmó un Convenio de Ocupación Previa sobre 113 hectáreas suscrito entre el instituto y autoridades ejidales; esta superficie incluye el área nuclear de Ichkabal.
El documento fue firmado por Prieto Hernández y la gobernadora del estado, Mara Lezama Espinosa. Como testigos de honor firmaron Margarito Molina, director del Centro INAH estatal; Refugio Cano Gómez, presidente del Comisariado Ejidal de Ichkabal, César Augusto Flores Ramos, representante de la Procuraduría Agraria de Quintana Roo.
Entre los años 200 a.C. y 200 d.C., la urbe tuvo un papel fundamental en el desarrollo del estilo arquitectónico conocido como petén. Fue contemporánea de grandes capitales como Calakmul y Tikal –en los actuales territorios de Campeche y Guatemala, respectivamente–, con las que compartió el apogeo civilizatorio del Clásico maya (de 200 a 600 de nuestra era).
Se distingue por contar con estructuras particularmente altas dentro de esta región cultural, muchas de las cuales superan los 40 metros de altura y que comúnmente se agrupan en conjuntos triádicos.