Gasolineras del Bienestar: las cooperativas donde las ganancias van a las comunidades

Dos están listas, dos en construcción y 67 en manos de Sheinbaum. Para echar a andar las estaciones de combustible se requiere de trabajo en equipo… y de Pemex.

MILENIO

No cualquiera puede tener una gasolinería del Bienestar. Hace falta dejar de pensar que el dinero es para uno solo; por tanto hay que soltar el ego; además hay que buscar financiamiento  y entender a las cooperativas como modelo de negocio.

También hay que saber armar y participar en asambleas comunitarias, repartir el trabajo tanto como las ganancias. En pocas palabras: trabajar en equipo.

Bien lo saben en los poblados de Guelatao de Juárez, Oaxaca y en Camotlán de Miraflores, Colima, dos de los proyectos avalados por Petróleos Mexicanos (Pemex) en el esquema gasolinerías del Bienestar: el primero arrancó con subsidios y lleva dos años de operaciones, y el segundo todavía está en construcción, pero sin apoyo gubernamental, sólo con dinero de los socios cooperativistas, de sus propios bolsillos y algunos créditos.

Las gasolineras del Bienestar son un proyecto del actual gobierno que tienen como objetivo que la comunidad donde se instala pueda beneficiarse directamente a través de cooperativas con una inversión baja y precios que puedan competir contra otras marcas petroleras.

“En nuestros estatutos para constituir la cooperativa llegamos al acuerdo de que destinaremos el 23 por ciento del Fondo de Apoyo Comunitario en crear becas para apoyo estudiantil en Camotlán y construir una casa del adulto mayor para apoyar a las personas de la tercera edad”, detalló Felipe Ojeda, socio y representante legal de Servicios Energéticos de Bienestar Zona Alta de Manzanillo.

“Vamos a rehabilitar todos los espacios públicos: los jardines, las canchas deportivas y las vialidades, sin embargo, para llegar a este acuerdo hizo falta un consenso entre los 115 socios de aquel tiempo, hay quienes querían que sólo fuera el 10 por ciento y aumentar de a poco: fue una larga asamblea hasta que se votó unánimemente”.

Algo similar ocurrió en Guelatao desde que la comunidad opera la gasolinería desde su apertura en 2022, en la carretera federal 175 Tuxtepec-Oaxaca kilómetro 178.

Los 211 ciudadanos que forman parte de la Cooperativa de Consumo de Responsabilidad Limitada de Capital Variable Saariu (Vamos Juntos) tuvieron que ponerse a cavar, acarrear grava, cemento, varillas, plantar metales y lidiar con gasoductos para construir la primera Gasolinería del Bienestar que hubo en México.

“Hay un acuerdo interno para ser un socio activo [de la cooperativa]: tienes que demostrar que eres de Guelatao, cuna del presidente Benito Juárez, y tienes que cumplir con la asistencia a las asambleas, ejecutar los acuerdos y cumplir con los servicios a la comunidad que son gratuitos”, destacó Melquiades Cortés, socio de la cooperativa que cuenta con la gasolinería, una tienda comunitaria y servicio de internet.

“Organizarnos en cooperativa se nos ha facilitado porque estamos acostumbrados a las asambleas en nuestro sistema de organización de usos y costumbres como pueblo indígena”, explica.

No es fácil montar el esquema

De acuerdo con información proporcionada por Pemex a MILENIO, desde que empezó el programa de gasolinerías del Bienestar en 2020 y hasta la fecha hay dos cooperativas que lograron consolidar sus estaciones –la de Guelatao y otra en Conhuas, Campeche–; dos más en construcción –Creel, Chihuahua, y la de Camotlán, en Colima–, más 63 más que están en trámites legales para conformar las cooperativas.

“Lo más complicado es la organización de la gente para conformar las cooperativas que les permita registrarse ante el SAT (Sistema de Administración Tributario) porque no hay forma de que puedan ser parte si no se integran en este esquema y lleva tiempo reunir la información, las actas de nacimiento, las identificaciones de todos los socios”, precisa Edmer Santín, economista de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, quien ha sido un observador cercano al modelo.

El monto de la inversión lo deben absorber totalmente los socios de la cooperativa, salvo puntuales casos como ocurrió en Guelatao, donde se obtuvieron recursos de fondos para pueblos originarios o en Conhuas, Campeche –la segunda en operaciones–, donde el gobierno a través de la Secretaría de Medio Ambiente y la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente, absorbió el costo como contraprestación por terrenos aportados para el Tren Maya.

Para cualquiera de los tres modelos de las gasolinerías del Bienestar se necesitan al menos siete millones de pesos si se quiere instalar una estación de gasolina Magna y Premium; 11 millones para más de una estación de servicio con opción a Diesel y 20 millones para instalar negocios complementarios, como restaurantes, cafeterías y baños.

Reunir ese presupuesto no es asunto menor y mucho más difícil para las comunidades del México profundo.

“Los ejidos y cooperativas no son sujetos de crédito porque tienen terrenos y muchas tierras muy ricas, pero la banca no se las toma en cuenta porque estas no logran ser rentables en la producción agrícola”, precisa Santín. “Habría muchas más comunidades [involucradas] si la Secretaría de Hacienda desarrollara un instrumento financiero mediante el cual sea posible otorgar créditos a tasas accesibles”.

Tradición cooperativista

La falta de financiamiento a las cooperativas es un asunto prioritario. No sólo para consolidar el espíritu de las gasolinerías del Bienestar que empujó el presidente Andrés Manuel López Obrador,  sino porque en México hay una larga cultura en este tipo de organizaciones.

Un estudio sobre el tema de la Universidad Autónoma Metropolitana reportó en 2019 que existen un poco más de ocho millones de socios cooperativistas –un 7.4 por ciento de la población del país–, agrupados en más de 18 mil cooperativas como Pascual Boing o la Caja Popular Mexicana, recientemente reconocida como una de las principales del mundo con sus tres millones de socios.

Pero también en tiempos recientes surgió un escándalo en la Cooperativa La Cruz Azul, donde presuntamente existe manejos de lavado de dinero, inversiones en paraísos fiscales y otras irregularidades por decisiones de sus dirigentes a espaldas de los cooperativistas.

Ello arrojó una alerta sobre la vigilancia en este perfil de negocios conocidos también como de economía social.

Colima: con sus propios recursos

La comunidad de Camotlán está a punto de cumplir el sueño de muchos mexicanos emprendedores con un modelo de negocios sin subsidios.

Al terminar las obras, será la primera Gasolinería del Bienestar donde los socios pusieron todo el dinero de sus bolsillos y completaron a través de créditos, a diferencia de las que están operando en Oaxaca y Campeche o la que se está construyendo en Chihuahua.

“Es un ejemplo de lo que se pretende hacer en adelante con las Gasolinerías del Bienestar”, observa el economista Santín.

Aunque Camotlán y sus alrededores son pueblos que todavía cohabitan con burros y caballos, de calles de tierra y vida al aire, su trabajo de campo requiere de gasolina para llevar sus productos al puerto de Manzanillo, un trayecto que parece corto con apenas 23 kilómetros, pero que se vuelve un martirio entre el tráfico y el tiempo invertido.

“El traslado para comprar el combustible es un verdadero problema para las 13 comunidades que conformamos el plan de la gasolinería”, advierte el socio y abogado Felipe Ojeda. Estas son Camotlán, Veladero, San José de Lúmber, La Rosa, Puertecito de Alahaja, Canoas, Camichil, Paticajo, Llano de la Marina, Ciruelito de la Marina, Cedros, Lomas de Ávila Camacho, Huixcolote y Veladero de los Ocotes.

La primera vez que los pobladores de esos lugares escucharon hablar de las Gasolinerías del Bienestar fue por el ayuntamiento: en los pasillos se cuchicheaba de las posibilidades de compra en los pueblos más alejados. Un camotlense escuchó, se sintió identificado y fue a contarle a otros. Entusiasmados, pidieron a las autoridades locales que los apoyaran para hablar con funcionarios de Pemex.

Las asesorías sobre cómo construir la gasolinería fueron para toda la comunidad, 115 personas mostraron interés, pero finalmente sólo 85 socios firmaron ante el notario: campesinos, amas de casas, madres solteras, gente de la tercera edad y profesionistas que pudieron comprometerse a pagar parte del financiamiento para la creación de la cooperativa.

Según información divulgada por el gobierno federal, en las Gasolinerías del Bienestar la dificultad más fuerte es la organización de la cooperativa. En el caso de los campechanos de Conhuas, la capacitación y trabajo con la población duró un año y medio antes de la construcción; y un poco más larga fue en el caso de Guelatao y Creel.

Servicios Energéticos de Bienestar Zona Alta de Manzanillo quedó constituida como cooperativa en octubre de 2022; meses después, compró el terreno, presentó el proyecto de integración urbana y en julio pasado empezó la construcción. Proyecta arrancar operaciones en el verano de 2025.

El costo total de la estación cerrará con 23 millones y medio de pesos; de los cuales, los socios arrancaron con un fondo de ahorro de 5.5 millones y hasta la fecha siguen aportando dinero mensual con los que pretenden completar 14.5 millones y el resto será un financiamiento con Financiera para el Bienestar (Finabien) que ya está en trámite.

El proyecto de las Gasolinerías del Bienestar se diseñó en Pemex y participan también las Secretarías de Energía, del Bienestar; Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano; Medio Ambiente; Subsecretaría de Educación Superior, la Comisión Reguladora de Energía, el Fondo Nacional de Fomento Ejidal y Finabien.

 

La vereda oaxaqueña

Para lograr la gasolinería que tiene ya dos años en operación, la comunidad zapoteca de Natanael, en Guelatao, tuvo que constituirse legalmente. Así nació Saariu, que en la lengua local significa Todos Juntos.

Sin experiencia previa, la pequeña localidad de 800 pobladores se organizó para presentarse ante un notario público, revisar la ley correspondiente a este tipo de asociaciones y entregar la documentación requerida. Obtuvieron el registro y descubrieron que era apenas el comienzo. Luego vino una cascada burocrática: presentarse ante la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y tantos otros trámites que perdieron la cuenta.

“Fue muy difícil, pero lo más complicado viene después: mantenerla”, detalla a MILENIO el representante legal de la Saariu, Melquiades Cortés.

En 2020, el gobierno federal otorgó un fondo de 57 millones de pesos para tres cooperativas en el municipio: de consumo, de producción y de préstamo que son administradas a través de una asamblea de ciudadanos integrada por 211 personas que cada año son removidas por otras, aunque en el acta constitutiva son 27 pobladores quienes la integran legalmente.

Al interior de la cooperativa hay estatutos que especifican que para ser un socio se debe ser de Guelatao, cumplir los acuerdos de asamblea y un servicio gratuito a la comunidad. Para la operación tiene dos consejos: el de vigilancia y el de administración. Este último se encarga de abrir la convocatoria para los empleados directos de la gasolinería, auxiliares, administrativos, despachadores, guardias de seguridad.

En 2022 trabajaban ahí 10 personas y ahora son 18. El resto de la población son asambleístas que eventualmente se vuelven observadores o viceversa.

Creel: la primera cooperativa norteña

En diciembre de 2021, el Comisario ejidal de Bocoyna, Creel, y un grupo de indígenas y “chabochis”, como se le dice en Chihuahua a los mestizos, acudieron a la conferencia de prensa matutina del presidente AMLO para pedir apoyo.

El mandatario los “canalizó” con las instituciones involucradas en las Gasolinerías del Bienestar para la capacitación y después de casi tres años empezó la construcción en Bocoyna: será la primera gasolinería del norte del país abastecida directamente por Pemex en el esquema cooperativista.

Combustibles Norawa, nombre legal de la organización, contará con dos bombas triples, tres tanques de abastecimiento con un sistema de control volumétrico de última generación, cuatro bombas que atenderán simultáneamente, sanitarios públicos y local comercial. O sea, será el modelo más grande en el tipo de Gasolinerías del Bienestar.

Los trabajadores, igual que en Colima, Campeche y Oaxaca, obtendrán la certificación de competencias laborales, otorgado por el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales con un curso donde aprenden sobre manejo de riesgos y de residuos, suministro de combustible y atención al usuario.

 

¿Y las electrolineras?

Entre los proyectos que esperan por financiamiento hay uno que busca impulsar la energía limpia con electrolineras. Es del sindicato de electricistas a quienes el gobierno de López Obrador donó algunos terrenos que antes tenía la Comisión Federal de Electricidad. Están pensando en poner dispositivos y máquinas para distribución ycarga eléctrica. 

 

Cifras

 

  • Dos gasolinerías consolidadas: Guelatao de Juárez, Oaxaca Conhuas, Campeche

Dos en construcción

  •  Creel, Chihuahua
  • Camotlán, ColCen trámites legales
  • 8 en Oaxac
  • 5 en Hidalgo
  • 3 en Veracruz
  • 47 en 22 estados más

· No hay solicitudes de: Aguascalientes, Coahuila, Guanajuato, Nuevo León, Sonora, Querétaro, Tabasco y Tamaulipas.

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