La existencia de la crítica es una señal de higiene cívica: Guillermo Sheridan

EXCELSIOR

El escritor y académico publica el libro  Paseos por la calle de la amargura

CIUDAD DE MÉXICO.

La existencia de la crítica es una señal de higiene cívica, una expresión no sólo de nuestra libertad, sino de nuestra necesidad de asumir la realidad de manera responsable”, afirma el escritor y académico Guillermo Sheridan (1950), autor de Paseos por la calle de la amargura. Y otros rumbos mexicanos.

El libro, que arranca con un poema de Francisco de Quevedo donde se lee: “Miré los muros de la patria mía,/si un tiempo fuertes, ya desmoronados,/de la carrera de la edad cansados,/por quien caduca ya su valentía.”, es una compilación dividida en siete secciones sobre los temas que el ensayista ha publicado sobre las cartas entre Octavio Paz y Carlos Fuentes, las amistades de José Revueltas, los congresos literarios de 1967, las aventuras de la CIA en México, la Fundación Rockefeller en México, política mexicana, entre otros.

Parte de este libro es un ejercicio de violencia… porque no dejo de sentir que yo soy víctima también de esa violencia (en México); no puedo dejar de asentir cada vez que un gobernador saquea a este país, que un líder sindical cambia su representatividad social por platos de lentejas, pero que en lugar de lentejas están llenos de oro, de platino y joyas; no puedo dejar de sentir que esto me agravia, que esto me ofende profundamente, me decepciona, me avergüenza.

Un escritor no tiene que ser una excepción de quienes se sienten agraviados por el enorme desastre que hemos creado en nuestro país, y bueno, y junto a eso están los trabajos en el libro que efectivamente exploran archivos históricos, la historia de las cartas entre Octavio Paz y Carlos Fuentes, que me parece particularmente rica”.

¿La realidad mexicana es amarga? “El título de este libro puede sentirse, quizá, demasiado realista socialista ¿no? Sí vivimos tiempos amargos, difíciles con la violencia, la corrupción brutal que parecería haberse convertido en un modo de vida de la política del presidente para abajo; el profundo desprecio a la ley y el imperio concreto de la impunidad.

Sí, las elecciones tienen un ingrediente ritual que hace suponer –entre quienes tienen la dicha de tener fe–, que esta amargura está a punto de convertirse en algo mucho más abstracto que llamamos la esperanza; lo deseable sería que suceda. Pero no estoy muy seguro de que exista objetivamente los ingredientes para convertir la amargura en esperanza”.

Sheridan también da su definición sobre el político mexicano: “Aborrezco a los políticos mexicanos: todos los días demuestran que la mentira es redituable, que el engaño es productivo, que el crimen sí paga, que la inmoralidad es impune y que la imbecilidad tiene fuero”.

 

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