Empresarios de EU, al borde de un ataque de nervios ante la llegada de Trump a la presidencia
Muchos dejaron de contratar y están en alerta: la incertidumbre crece en las 406 mil empresas dirigidas por hispanos en agricultura, construcción y servicios.
MILENIO
Los empresarios de Estados Unidos que contratan migrantes están nerviosos ante el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Así lo manifiestan una mujer en los negocios de la construcción en Houston que no firmará contratos hasta que el magnate tome la presidencia de Estados Unidos, un restaurantero en Los Ángeles que no imagina sus comedores sin música ranchera, un limpiador de naves industriales en Chicago y un proveedor de servicios de seguridad privada.
Todos ellos temen un efecto dominó en la economía si hay deportaciones masivas.
Aunque no se conocen entre sí, estas personas con negocios en Estados Unidos entrevistadas por MILENIO tienen una convicción similar: el hombre más poderoso del mundo no va a destruir a sus empresas porque dan empleo a migrantes.
Son hombres y mujeres a la cabeza de compañías que se dedican a actividades donde la mano de obra extranjera es clave, independientemente de la condición migratoria: la agricultura, con más del 25 por ciento de empleados foráneos; la construcción, con 19 por ciento y los servicios, con 12 por ciento, concluyen estudios del PEW Research Center y de la Cornell University.
Muchos de los empleadores de esos migrantes son hispanos emprendedores que se abrieron paso y que ahora suman en conjunto 406 mil negocios que generan alrededor de 570 mil millones de dólares anuales, además de que representan el 7.1 por ciento del total de las compañías en Estados Unidos.
Aunque se saben fuertes y confían en las habilidades negociadoras de Trump, no meten las manos al fuego por el magnate, quien ha dado muestras de que sus promesas de campaña pueden ser mera retórica, sí, pero también puede cumplirlas por muy descabelladas que parezcan, especialmente en temas migratorios.
En su anterior administración (entre 2017 y 2021) actuó como un elefante en cristalería, moviéndose de un lado para otro con pisadotas firmes y pesadas para romper familias, como ocurrió cuando obligó a los padres a separarse de sus hijos en la frontera; desviar dinero del Pentágono para construir un muro fronterizo o prohibir los viajes que provenían de países con poblaciones mayoritariamente musulmanas.
“No podemos ignorar que, si sacara a todos los indocumentados, generaría un efecto dominó en la economía para todos”, advirtió Mike González, presidente de Santana Security Service, una empresa con más de mil 500 empleados en California.
Explica, como muestra, que en el hipotético caso de que los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) hicieran redadas en los centros comerciales, la gente indocumentada no saldría más de sus casas –como ocurrió recientemente en el Valle de San Joaquín– y su empresa resultaría afectada porque esos ‘malls’ no contratarían más sus servicios.
La incertidumbre se mezcla con la esperanza en el sector empresarial. “Por eso no creemos que Trump haga esas repatriaciones masivas, porque es un hombre de negocios… pero tampoco se puede descartar”, dice González.
¿Expulsará a los de siempre?
Economistas de Goldman Sach, una firma internacional especializada en servicios de banca, valores y gestión de inversiones, coincidieron con otros empresarios en el pronóstico de que deportará al mismo número de siempre y con ello lo hará parecer que está cumpliendo con sus amenazas.
Con ese espíritu enviaron en días pasados una carta a sus clientes inversionistas: “Esperamos que una política más estricta reducirá la inmigración neta a 750 mil personas por año, moderadamente por debajo del promedio de un millón anual previo a la pandemia”.
Pero no son tiempos sencillos, agrega Marisol Reynoso, directora general de Trucks Performance Service, en Houston: “Enero ha sido muy complicado, los negocios están a la expectativa, no hay nuevos contratos porque las empresas están esperando qué va a hacer o qué no va a hacer Trump, y creemos que así seguirá en los siguientes tres meses porque dijo que hará todo en 100 días”.
Mientras son peras o manzanas, las hipótesis sobre lo que podría significar la expulsión sin precedentes de migrantes son tan diversas como el número de soluciones que proponen los empresarios.
Desde la trinchera pesimista, el Instituto Peterson para la Economía Internacional proyectó en un estudio que el impacto de expulsar a los 8.3 millones de indocumentados significaría que para 2028 habría un decrecimiento de 7.4 por ciento respecto de las estimaciones, lo cual provocaría un “crecimiento económico nulo” en esta nueva administración de Trump, porque además la inflación sería 3.5 por ciento más alta en 2026, considerando que en el 2024 cerró en 2.9 puntos porcentuales.
“Para atraer a trabajadores con papeles tendrían que aumentar los salarios y eso subiría los precios”, señala el informe.
Por otro lado, los estados con mayor número de migrantes prácticamente “colapsarían”. El análisis detalló el caso de California, cuya dependencia al trabajo de los extranjeros es numéricamente reconocida, sean ciudadanos estadunidenses naturalizados, con visas de trabajo temporal (principalmente para la agricultura y los oficios) o indocumentados.
De entrada, el 27 por ciento de los habitantes del estado nació fuera; esto es, alrededor de 10 millones de personas, acorde con el último censo de Estados Unidos; de ese total, unos dos millones son indocumentados.
Negociar en condiciones de poder
Con ánimo más optimista Rolando Durán, presidente de la Comisión Binacional México-Texas y presidente de la empresa Quantum NRG, especializada en gas y petróleo, cuenta que de los 3.2 millones de empresas que hay en territorio texano, el 20 por ciento son de mexicanos (es decir, una de cada cuatro) y existe una dinámica comercial de 800 mil millones de dólares, o sea 1.5 millones por minuto. “Y contra eso es imposible pelear”.
Durán sabe que “los migrantes somos una fuerza económica imparable como empleados o empresarios, y esa dinámica de integración como empleadores o empleados va a continuar a pesar de cualquier política pública, sea de Trump o cualquiera”.
Él, al igual que los demás entrevistados por MILENIO, cree que lo que quiere hacer Trump con el escándalo de las deportaciones es negociar en condiciones de poder.
No solo porque Estados Unidos es hoy por hoy la potencia económica mundial –aun después del covid-19 y por la guerra de Rusia contra Ucrania–, sino porque es su estilo.
“Como mexicanos migrantes en desventaja tenemos que pensar ahora qué vamos a hacer para alinearnos, cómo nos vamos a adaptar y qué acciones puede tomar el gobierno mexicano y las empresas americanas y mexicanas para hacer un contrapeso”, reflexiona Durán.
En días pasados, Donald Trump anunció la creación de una oficina de aranceles para cobrar impuestos a todos aquellos que, a su juicio, se han aprovechado comercialmente de Estados Unidos, como en el caso de México, país con el que desde 1994 mantiene un tratado libre de gravámenes.
“Trump también se opuso a la renegociación del T-MEC en su administración pasada, pero solo en discurso, porque luego llegó a mejorarlo por buenos acuerdos con Andrés Manuel López Obrador… entonces, mejor hay que pensar en lo que vamos a pedir y conceder en lugar de alarmarse”.
La construcción, en problemas
Marisol Reynoso necesita por lo menos 55 choferes para cubrir la demanda de sus clientes en Truck Performance Service Houston, especializada en mezclar cemento. Como propietaria, ella sabe que sus trabajadores son extranjeros cuyo estatus migratorio desconoce porque son trabajadores independientes.
No es su función indagarlos.
A la empresa le presentan un número de seguro social como trabajadores independientes y los emplea indirectamente en el área de la construcción, donde siempre falta mano de obra. De hecho, de manera oficial la Oficina de Estadísticas Laborales reconoce que actualmente hay 370 mil vacantes.
Así que en los últimos años los migrantes son quienes han cubierto hasta el 30 por ciento de esa carencia con turnos de 12 horas y con salarios más bajos que el de los ciudadanos estadunidenses.
Los trabajadores a tiempo completo nacidos en Estados Unidos ganan en promedio mil dólares semanales, frente a los 786 dólares de los trabajadores nacidos en el extranjero, según un análisis de Cornell University con base en la estadística de la Oficina de Estadísticas Laborales.
“Una deportación en grande sí complicaría muchísimo a los empresarios”, reconoce Reynoso en entrevista telefónica con MILENIO.
Truck Performance Service tiene que transportar el cemento a las obras, pero los choferes serían escasos y los que quedaran se cotizarían mucho más, lo cual complicaría el andamiaje de la industria de la construcción, que en el último año movió alrededor de 3.3 billones de dólares en ingreso en Estados Unidos, un aumento del 0.6% respecto del 2023.
Ello no solo empujaría los precios a la alza en la cadena de la construcción, sino que exacerbaría los problemas de asequibilidad de la vivienda –uno de los principales problemas sociales ese país–, alertó Jim Tobin, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Constructores.
“Perder a los trabajadores devastaría nuestras empresas, nuestra industria y nuestra economía”, dijo en declaraciones públicas.
Cocinas sin latinos… impensable
“Nunca he visto a un restaurante mexicano que no tenga a un latino en la cocina o en las mesas”, destacó Vicente Ortiz, propietario de dos cadenas de restaurantes en Los Ángeles: El Pescador y Don Chente, que emplean a 180 personas.
El empresario describió para MILENIO que, aunque el restaurante sea japonés, estadunidense o de cualquier origen, de lujo o modesto, siempre hay en sus cocinas una radio con música ranchera. No se van a atrever a tocarlos, pronostica: “Paralizarían la economía, sin alimentos en el campo, sin restaurantes”.
Datos de la Oficina de Análisis Económico (BEA por sus siglas inglesas), detallan que la industria de la agricultura y la alimentación aporta alrededor de 1.5 billones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) anualmente, una participación del 5.5 por ciento del total, dado que el PIB total de ese país en 2024 fue de 27 billones de dólares.
Más de una cuarta parte de esas ganancias dependen de la labor de los trabajadores migrantes si se toma en cuenta que el 25 por ciento del campo estadunidense depende del trabajo foráneo.
Aun así, los empresarios saben que de Trump y algunos republicanos no se pueden fiar: en Arizona, la política de “Muéstrame los papeles” implementada por el partido llevó a que un 40 por ciento de los migrantes indocumentados dejaran esa entidad entre 2007 y 2016, calculó el Pew Center.
“Nos estamos preparando por si acaso”, advierte el restaurantero Ortiz, quien también es parte de activistas migrantes en Jalisco en la organización Ajúa, que pelean por los derechos plenos de los jaliscienses en el exterior.
Trump ha dejado entrever que podría apostar por las visas H2A y H2B de trabajo temporal para la agricultura y los oficios y eso es una oportunidad de acción para que la migración legal se empodere mientras se empuja a la par una reforma migratoria.
Y claro: los que limpian todo
“Trump es un hocicón”, ataja Roberto Ramírez, director general de la compañía Tidy LLC, especializada en limpieza industrial con 150 empleados en Chicago. En conversación con MILENIO, acepta que, “sin embargo, ya metió mucha incertidumbre que afecta a los negocios dedicados a los servicios, como nosotros”.
El mercado de servicios de limpieza generó ingresos anuales por 97 mil millones de dólares en 2022 y se espera que alcance los 147 mil millones para 2030, con empresas fundadas en muchas ocasiones por latinos.
Ramírez migró a Estados Unidos cuando su madre enviudó y se quedó sola y sin empleo con nueve hijos, en Matamoros, Tamaulipas. El propietario de Tidy trabajó en los servicios de limpieza porque sabe que la mayoría de los nacidos en Estados Unidos no quieren hacer ese tipo de trabajo.
“Creen que es denigrante para los individuos; en cambio, nuestra comunidad, aunque tenga ya 20 o 30 años en Estados Unidos ya está acostumbrada y lo hace con gusto y calidad”, acepta. “Por eso debemos garantizar su estancia empujando su regularización migratoria”.
El empresario, desde su arribo a la Unión Americana, ha enviado durante años una propuesta a legisladores republicanos y demócratas que ha sido ignorada, como tantas a lo largo de tres décadas.
Sugiere que se permita a los indocumentados y sus empleadores contribuir con el 3 por ciento de sus salarios para crear un “fondo para migrantes” que pudiera ayudar para su vivienda, educación, salud, jubilación y apoyo a sus familias en los países de origen: un resumen de lo que quieren allá.
“Buscamos unir principios humanitarios con el pragmatismo económico”, destaca. ¿Por qué no? “Nuestra fuerza es el trabajo”.