El Trapiche: lucha combativa

OPINION
ERNESTO REYES

 

El Trapiche, Santa Cruz Mixtepec. -La lucha campesina de esta localidad del Distrito de Zimatlán, Oaxaca, ha sido un colosal ejemplo por la transformación de las estructuras de poder y la mentalidad que prevalecían en el último tercio del siglo XX.

En el Oaxaca de los años setenta fue exitoso el proyecto comunitario trabajando la tierra de manera colectiva y desarrollar un sistema avanzado en alta producción de leche, cría y venta de vaquillas de registro, además de ganado caprino, aves de corral, siembra intensiva de hortalizas y una maquiladora de pantalones de mezclilla que dio empleo a mucha gente.

Frente al divisionismo alentado por el gobierno que llevó a sus líderes a la cárcel y el destierro, los trapicheros lograron que este modelo de producción fuera elogiado y puesto como ejemplo nacional por el presidente Carlos Salinas y el gobernador Diódoro Carrasco. La organización se desgastó con el tiempo, un grupo se separó y los más conscientes de que el colectivismo era la ruta correcta tuvieron 20 años de esplendor y otros 20 con dificultades hasta que la pandemia acabó prácticamente con este sueño.

De los 138 que ocuparon las 97 hectáreas, asignadas en posesión mediante una resolución presidencial de ampliación de ejido, más de 90 ya murieron y al resto de los fundadores les pesa la edad. Quedan los jóvenes que tienen el reto de retomar el rumbo, a sabiendas de que la producción colectiva e igual trabajo les deja mejores dividendos. En los inicios fue notable la gesta de sus valientes mujeres que apresaron a invasores de Santa Cruz Mixtepec y el valor de sus hombres que nunca se rajaron.

Recibieron el apoyo, además de la solidaridad de otros movimientos campesinos, de integrantes de la Federación Estudiantil Oaxaqueña y el Bufete Popular Universitario con dos figuras sobresalientes: Carlos Cartas y Rafael Gasga Iturribarría. El bufete brindó asesoría jurídica y política a otros sectores, en un contexto de una actitud permisiva primero, y represiva después, por parte del Estado, en los inicios del movimiento democrático universitario. Quienes pertenecimos al Bufete, varios sin ser abogados, junto con cientos, dimos vida como activistas a la Coalición Obrero-Campesino Estudiantil de Oaxaca, fundada en 1972.

El domingo 27 de octubre, acudimos como invitados al festejo por el 50 aniversario de la toma de tierras realizada el 29 de octubre de 1974. El encuentro dio la oportunidad de reencontrarnos como cuando las brigadas del Servicio Social Universitario a cargo de Víctor Raúl Martínez y las de salud por Odavías Martínez Soriano, llegaban aquí a compartir conocimientos y realizar acciones de salud, educación, cultura y gestión de la economía rural.

Médicos, enfermeras, odontólogos, abogados, arquitectos, administradores, contadores y alfabetizadores hicieron del extensionismo su razón de ser. Se instaló una clínica comunitaria y una farmacia popular.

El Trapiche fue un modelo vanguardista, subraya el periodista michoacano, Jacobo Díaz Ortega, en su libro: “El Trapiche, un alentador ejemplo de producción agrícola comunal”, texto que contó con la colaboración de Bonifacio Navarrete Aquino. Integrado por el testimonio de campesinos, asesores universitarios y dirigentes históricos como David García y Cipriano Colón, faltó la versión del profesor Manuel Gutiérrez Rangel, quien los puso en contacto con “los universitarios revolucionarios”, pero llegó al festejo. La hija de David contó que cuando su padre abandonó la prisión, ella corrió a abrazarlo con su uniforme color caqui. Ya cuando creció trabajó en la penitenciaría de Ixcotel “para saber lo que él había sufrido”.

Tras la recepción con música de banda, caminamos en marcha escuchando consignas con el puño izquierdo levantado, mientras pasábamos por el casco de la antigua fortaleza, que abrigaba el molino de caña, donde sufrieron años de explotación por parte de propietarios y/o administradores como la familia Diego Pérez Ramírez, Luis Arnaud y Salomón Guzmán.

No solo arrebataban la cosecha a los campesinos medieros, sino que los exprimían en la “tienda de raya”, según se cuenta en las 152 páginas del libro. En medio de estampas regionales de danza, escuchamos varias intervenciones. El encuentro cerró con una comida popular, repasando con el sonido: “Con mi 30/30 me voy a pelear/ingresé a las filas de la rebelión/si mi sangre pide, mi sangre les doy/ por los explotados de nuestra nación”. Hizo uso de la palabra un hombre clave en la lucha agraria: Cipriano “El Güero Rojas”; también Geraldo Estrada, Porfirio Santibáñez y Laura Torres. En el ambiente estaba presente la figura del fallecido Rafael Gasga.

Este reconocimiento es a una generación que, a la luz de esta experiencia, alimentó nuestros derroteros profesionales, porque avivó la conciencia de que, es posible construir una sociedad justa y solidaria mediante la “unidad y lucha combativa”, el emblema de la COCEO.
@ernestoreyes14

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