El PRI de hoy, el PRI de ayer

Roberto López RosadoRoberto López Rosado*

En el año 2000 Vicente Fox ganó la Presidencia de la República. Aquel inicio de un nuevo siglo significó para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el más duro de los golpes que ha recibido en toda su vida. Aquel momento parecía que el partido tricolor se venía abajo, perdió también la mayoría en el Congreso y todo mundo hablaba y daba por hecho que aquel partido que se fundó el 4 de marzo de 1929 como Partido Nacional Revolucionario que después, el 30 de marzo de 1938, cambio de nombre a Partido de la Revolución Mexicana y finalmente en 1946 como Revolucionario Institucional, era su fin, se calculaba, y hubo que propuso que había que cambar de nombre y volver a sus orígenes ideológicos.

El PRI no sólo perdió el gobierno, también el congreso. Los analistas dijeron que uno de los factores de su derrota fue porque habían renunciado al nacionalismo revolucionario que era parte fundamental de su identidad que le había dado la Revolución Mexicana, porque era un “viejo mañoso”, “tramposo” pero también  porque había sido invadido por un cáncer llamado “corrupción” que le había hecho metástasis.

Muchos lo habían dado por “muerto”. Muchos priístas hablaban de construir un nuevo partido. Seis años después volvieron a perder con las mismas siglas. El PAN habría de desgobernar 12 años el país al estilo del PRI.

En 2012 el candidato priísta, el candidato de Televisa  prometió gobernar de otra manera, prometió alejarse de aquel PRI que fue echado por los mexicanos en el año 2000. Habló que con él llegaría a gobernar un “Nuevo PRI”. Pero no fue así. De entrada Enrique Peña Nieto, como su padrino, Carlos Salinas, se robó la Presidencia a “tarjetazos” con aquellas famosas tarjetas “Monex” que repartieron entre millones de mexicanas y mexicanos hundidos en la pobreza, en la miseria, a quienes les compraron su voluntad, su voto.

En perspectiva, quienes pensaron, quienes calcularon que después de la Decena Trágica panista, el priísmo iba a ser distinto, se equivocaron. En sus filas siguieron actuantes aquellos que formaban parte del viejo PRI, aquellos que se habían alejado de los principios del Nacionalismo Revolucionario, aquellos, que en su inmensa mayoría no se formaron en las aulas de la UNAM. Llegó una combinación de aquellos priístas que torcieron al PRI con nuevas generaciones formadas en las escuelas de la derecha como el ITAM en México; Harvard, Yale u otras instituciones fuera del país. Desecharon el “Nacionalismo Revolucionario” por neoliberalismo. A esta nueva ideología le aderezaron las viejas prácticas que les hacían ganar: el robo de votos, la compra de voluntades, etcétera, etcétera, etcétera.

Hoy, estamos frente a nuevos entes que están llevando al país por un camino distinto al que prometieron. Vuelven a ganar, tal vez ya no robándose las urnas como en el pasado, pero sí comprando los votos de quienes tienen necesidad de tener unos cuantos pesos en la bolsa, haciéndose de votos aprovechando nuevas tecnologías. El Nuevo PRI, el del Enrique Peña NIeto no es distinto al de Miguel de la Madrid, al de Carlos Salinas de Gortari o al de Ernesto Zedillo; se parece mucho al PAN de Vicente Fox y al de Felipe Calderón.

Hoy el PRI gobierna con las mismas promesas, con las mismas viejas prácticas, entregando al país a la derecha, a los grandes empresarios nacionales y extranjeros. El PRI de hoy, el de Peña Nieto, no le preocupa no impulsar políticas sociales que atiendan en verdad las necesidades de la población. Le preocupa hacer negocios para que se enriquezca una nueva élite política, una nueva élite empresarial. Por ello poco les importa que los señalen de no ser nacionalistas, de que el país no les interesa y por ello van a aprobar las reformas secundarias, la energética, por ejemplo, cuando el seleccionado de futbol de México va a jugar en Brasil. No les interesa que los acusen de hacerlo de forma amañada esos días para que la población no se entere de lo que pueda decir la letra chiquita de las leyes secundarias. Luego vendrá la “resaca” cuando la población como con la reforma educativa y laboral, se dará cuenta que no es cierto que les favorecerán. El costo será demasiado caro.

En los próximos días el PRI aliado con el PAN, y con el apoyo incondicional del Partido Verde y el Panal, aprobarán las llamadas reformas estructurales en el Congreso de la Unión. Es falso que estemos frente a un “Nuevo PRI”. Es el mismo PRI, el de la nueva era como el de la vieja era, el dinosáurico que cuando despertamos sigue aquí. No ha cambiado nada. El PRI de hoy es a imagen y semejanza del ayer.

*Diputado federal del PRD por Oaxaca

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