El Nuevo billete de un dolar

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Por Alfredo Martínez Aguilar

El destino tan temido de la creciente devaluación del peso frente al dólar finalmente nos alcanzó, otra vez, como una más de las maldiciones ancestrales, por cíclicas y recurrentes en México, ahora, al superar el dólar la barrera de los 20 pesos.

La caída del peso se debe al efecto Trump. El nerviosismo por el repunte en las encuestas del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos se ha disparado, como atinadamente escribe nuestro colega y amigo Pepe Cárdenas.

El empate técnico con la candidata demócrata, Hillary Clinton, hace prever circunstancias funestas; si la eventual llegada de Trump a la Casa Blanca provocará gripa a la Unión Americana, para México el pronóstico es de ‘pulmonía cuata’; que si Hillary tose, al peso le puede dar tuberculosis.

Agrega que aun cuando el nuevo secretario de Hacienda, José Antonio Meade, alegue no estar seguro del impacto de Trump sobre nuestra moneda, expertos del mundo coinciden en que la llegada del magnate provocaría una debacle.

La volatilidad del peso va a continuar, la incertidumbre se mantendrá por lo menos hasta el próximo lunes cuando tenga lugar el primer debate entre aspirantes a la presidencia estadunidense. Si Clinton vence a Trump las aguas podrían calmarse, pero no demasiado. Si Trump gana, abróchese el cinturón; la caída será de infarto.

Con justa razón el autor de la columna Ventana advierte: Si la amenaza de construcción de un muro fronterizo parecía broma, y la cancelación del TLC, una pésima ocurrencia, hoy ambos hechos comienzan a percibirse como posible realidad.

Nunca como ahora es más que oportuno el texto que nos comparte nuestro amigo-hermano Gilberto Sánchez Ortiz sobre la enorme sabiduría de uno de los más ilustres oaxaqueños, don

Porfirio Díaz, al lado de Benito Juárez y el maestro José Vasconcelos.

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, el Héroe de la Batalla de Miahuatlán, de la Carbonera y, sobre todo, del 2 de abril de 1867 al tomar Puebla, y recuperar la Ciudad de México el 15 de junio para las tropas republicanas decía a los Estados Unidos Mexicanos:

“No se puede estar nunca tan bien, que no se pueda estar mejor, ni se puede estar tan mal, que no se pueda estar peor”.

Viéndolo fríamente, así es y así fue… muy interesante y con mucho fondo.

Nunca se nos ocurre pensar que los problemas de los mexicanos pueden ser culpa de los mexicanos, principalmente porque somos enemigos unos de otros.

En casi todos los países del mundo, el ataque de un extranjero provoca la unión del pueblo por más dividido que esté. Aquí nos divide más.

Hace cien años decía Porfirio Díaz: “la razón por la que le va mejor a Estados Unidos es que una vez que alguien gana la presidencia, el pueblo y los políticos se le unen para trabajar por la nación. En cambio en México, en cuanto alguien toma el poder, todos, enemigos y antiguos amigos, se ponen en su contra”. Eso fue hace cien años y pudo haberlo dicho ayer.

Mexicanos al grito de guerra… pero entre nosotros. Y este es el meollo del asunto, nos atacamos entre todos cuando deberíamos unirnos porque es una costumbre histórica heredada de generación en generación.

Cuando México firmó su Acta de Independencia, el 27 de septiembre de 1821, nuestro primer día como nación libre, comenzaron los golpes. Unos querían un imperio, otros, monarquía.

De ellos, cada quien con un rey distinto. Otros más se decantaban por la república, pero unos la querían federal y otro centralista. Eso nos hizo pelearnos todo el siglo XIX.

Cuando por fin los más importantes paladines de la independencia se pusieron de acuerdo, formaron un Congreso que nombró emperador a Iturbide como Agustín I; al día siguiente, aquellos que pelearon a su lado ya peleaban en su contra.

Nuestro primer presidente, Guadalupe Victoria, encontró a su peor enemigo en su vicepresidente, Vicente Guerrero, quien al llegar a la presidencia encontró a su peor enemigo en su vicepresidente, Anastasio Bustamante.

Otros grandes antagonistas fueron Benito Juárez y Valentín Gómez Farías, siempre que fueron fórmula de gobierno.

Y esa tan lamentada invasión gringa en la que perdimos medio territorio, todo mexicano la recuerda, pero casi ninguno conoce los pormenores. Mientras los ejércitos invasores avanzaban por territorio nacional nuestros líderes se peleaban entre sí por el poder.

Dos Marianos eran los protagonistas políticos de la época; el presidente Mariano Paredes, al mando del mejor ejército del que México había dispuesto en su historia, en vez de defender a la nación de la invasión lo usó para conservar el poder.

El otro Mariano, Salas, estaba en la capital proclamando la monarquía. Los yanquis desfilaban sin mucho disturbio a Palacio Nacional.

Y en la famosa Revolución Mexicana todos nuestros ‘héroes’ se mataron entre sí. Todos han pasado a la historia como buenos y tienen sus nombres con letras de oro en el Congreso de la Unión; pero observemos esto:

El héroe Carranza mató al héroe Zapata, el héroe Obregón mató a los héroes Villa y Carranza y el héroe Plutarco Elías Calles mató al héroe Obregón. Por cierto, el héroe Calles fue expulsado del país por el héroe Cárdenas.

El proyecto de Guerrero era quitar a Victoria, el proyecto de Bustamante era quitar a Guerrero; el proyecto de Santa Anna era quitar al que estuviera; el de Juárez fue quitar a Santa Anna y el de Díaz quitar a Juárez. Madero tuvo un proyecto: quitar a Díaz; Obregón quitar a Carranza y Calles quitar a Obregón.

El proyecto de Vicente Fox era quitar al PRI…

Y en torno a esto último deberíamos reflexionar, sobre aquellas palabras citadas de Porfirio Díaz: “ya es hora de que dejemos de unirnos para atacar al presidente, ya es hora de que el proyecto de nación deje de ser quitar al que tiene el poder”.

Aunque el gringo promedio es mediocre, son potencia mundial porque trabajan en equipo y porque a pesar de todo respetan a sus instituciones y a su presidente, mientras aquí Gerardo Fernández Noroña trata de salir en la tele golpeándose contra el Estado Mayor.

En este momento decisivo de nuestra historia vemos una vez más a Masiosare (un extraño ¿enemigo?) enfrentando a todos contra todos.

Manuel Andrés López Obrador está dispuesto a destruir y reventar este país antes de dejar que lo gobierne alguien que no sea él.

Lanzan a gritos la consigna que el pueblo unido jamás será vencido…

¿Cuándo será el día en que México esté unido?

Tal vez ese día si logremos derrotar a Masiosare, ese extraño enemigo.

alfredo_daguilar@hotmail.com

director@revista-mujeres.com

@efektoaguila

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