Exagente entraba y salía de la prisión

El imparcial

Se le relaciona con hombres capturados la tarde del pasado lunes en La Joya, durante operativo de rescate de un empresario.

El exagente de la entonces Policía Ministerial del Estado (PME), Julio César C. H., fue aprehendido ayer por la madrugada en San Bartolo Coyotepec, por elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) por su presunta participación en el delito de secuestro agravado en perjuicio de la comerciante María C.R.C.

Julio César, fue trasladado inmediatamente a la Penitenciaría Central del Estado. Según el expediente penal 351/2016, los hechos ocurrieron el 27 de octubre de 2015, a las 8:30 horas, cuando la señora María caminaba con dirección a su domicilio, ubicado en fraccionamiento de riberas del Río Atoyac, Indeco Xoxocotlán. Esto, con la finalidad de encontrarse con su hija.

De pronto, al caminar sobre calle Río del Valle de dicho fraccionamiento, a un costado de la escuela Libertadores de América, a la mujer se le emparejó una camioneta color gris y una más de la marca Chevrolet Trax, color guinda. De la misma, descendió Julio César, quien junto con otra persona subió a la víctima en la parte trasera de la camioneta gris. Ahí, la mujer fue amagada y los presuntos plagiarios le taparon la cabeza con una chamarra. La hija de la agraviada trató de impedir el plagio, es por ello que aventó piedras a los vehículos. Mientras, los presuntos secuestradores se trasladaron a una casa de seguridad, ubicada en privada del Calvario, San Francisco Lachigoló, Tlacolula. Al estar ahí, la víctima fue atada de pies y manos, asimismo vendada. Eran las 09:40 horas del mismo día, cuando un plagiario exigió como pago de rescate 5 millones de pesos, de lo contrario, dijo: “le cortaban un dedo o mataban a la víctima”. El 28 de octubre, a las 12:25 horas, durante la negociación, los plagiarios bajaron de 5 millones a 1 millón y medio de pesos, pero familiares de la agraviada les dijeron que solamente habían juntado 72 mil pesos.

Ese día, los inculpados le dijeron al familiar de la plagiada que se trasladara de inmediato a la gasolinera de Tlacolula, sin embargo, al estar ahí, los plagiarios se comunicaron con el familiar de la mujer y exigieron que se retirara del lugar y que juntara más dinero. El 29 octubre, a las 19:25 horas, los presuntos secuestradores aceptan la cantidad de 178 mil pesos, mismos que exigieron metieran en una bolsa y llevaran a la Capilla, ubicada a 100 metros del crucero de San Dionisio Ocotepec, Tlacolula. El familiar de la agraviada dejó el pago del rescate en la puerta de dicha capilla y se retiró del lugar; es por ello que, la madrugada del 30 de octubre, la víctima fue liberada en un cerro, en límites de San Dionisio Ocotepec y San Pablo Güilá. D

Derivado de las investigaciones realizadas por la AEI y debido a la declaración de la víctima y testigos, la dependencia estableció que Julio César fue el principal implicado. Tras esta acusación, se espera que en las próximas horas Julio César rinda su declaración preparatoria con relación a los hechos que le imputan.

Largo historial delictivo

Julio César, entonces elemento de la Policía Ministerial del Estado (PME), fue dado de baja de la corporación al verse implicado en la tortura y homicidio del presunto asaltante Ramiro M. M., ocurrido el 28 de mayo de 2004, al ser llevado a una casa de seguridad en San Antonio de la Cal. Según el expediente penal todo comenzó ese 28 de mayo, a las 10:50 horas, en las oficinas de Chacho’s, ubicadas en la calle Sabinos 124 de la colonia Reforma. Según la declaración del dueño del negocio, a las 10 horas se dirigió hacia el banco Banamex, sucursal Antequera, ubicado sobre Calzada Porfirio Díaz; ahí retiró la cantidad de 84 mil pesos para el pago de la nómina.

La cajera le recomendó que tuviera mucho cuidado con su dinero, pues se sabía que los asaltos estaban al día, por eso le recomendó que realizara los pagos a sus trabajadores vía nómina y les entregarían tarjetas de débito a sus empleados. Esto le resultó convincente al empresario, quien salió del banco temeroso, subió a su camioneta y miraba de un lado para otro. Fue así como el pánico lo invadió, pues sentía que alguien lo observaba, por eso a cada rato miraba el espejo retrovisor para ver si alguien lo seguía. Posteriormente, arribó a sus oficinas y bajó de su camioneta, luego se metió, cerró la puerta y le dio el dinero a su empleada Olga, la cual guardó el dinero debajo del lavabo de un baño. Minutos después, el empresario le dijo a Olga que dejara el radial del teléfono en el 066, por si había alguna emergencia, luego se dirigió a la puerta, pues iba a su domicilio, ubicado a unos cuantos metros.

En ese instante, cuando puso un pie en la calle vio que un sujeto armado con pistola escuadra (después se supo que era Maximino C.P.), se le acercó, por eso el empresario trató de cerrar la puerta, pero Maximino logró detenerla, en ese momento también arribó José V. De inmediato, los delincuentes lo empujaron y le dijeron al empresario: “No te muevas cabrón, entréganos la lana, tranquilízate”, por eso el perjudicado les entregó una bolsa que contenía 13 mil pesos en efectivo, pero los maleantes le dijeron “?no te hagas pendejo, entréganos el resto del dinero, en dónde está lo demás!”. En tanto que Apolinar J.G. y Ramiro M. M., amagaban a los demás empleados, los cuales fueron encerrados en una habitación adjunta a la cocina. En tanto, Maximino Colado y José V., apuntaban con sus pistolas al dueño de Chacho’s, a quien le exigían más dinero y que los llevara a su oficina, al entrar ahí, los atracantes le quitaron su billetera la cual contenía 300 pesos, su celular marca Samsung tipo Blue Eye, su reloj marca Steinner y 10 mil pesos que estaban dentro de un cajón de su escritorio, luego los malandrines le dijeron “?No nos vamos a andar con rollos, mejor entréganos el resto del dinero, porque si no, te voy a quebrar!”, a la vez que le movían la pistola y se la mostraban. Luego, al no tener más que robar, los asaltantes decidieron irse, pero no contaban que los empleados ya habían solicitado ayuda al número de emergencias 066.

No tardó mucho cuando, policías tocaron el timbre, por eso, los malandrines subieron corriendo las escaleras, luego por una barda y trataron de darse a la fuga; no obstante no pudieron y solamente los asaltantes daban vueltas sobre las azoteas de varias residencias. Tras un operativo realizado por la Policía Municipal, los uniformados lograron la captura de los cuatro atracantes, a quienes entregaron a elementos del grupo de robos de la Policía Ministerial del Estado, comandados por ese entonces por Jacobo López Cruz. Abuso de autoridad Tras el operativo, los municipales llevaron a los asaltantes a su corporación y un médico certificó a cada uno de los detenidos, luego fueron entregados a los ministeriales del grupo de robos; no obstante, debido a los golpes y la tortura que recibió el asaltante Ramiro M. M., de parte de ministeriales, el indiciado murió horas después de su detención, por eso se llevó al cabo una investigación.

Al respecto, se inició el expediente penal 195/2004 radicado en el entonces Juzgado Séptimo de lo Penal, en donde obran declaraciones de los ministeriales Salvador L. T., y Fortino S. R., quienes relataron ante el Agente del Ministerio Público que ellos, el 28 de mayo de 2004, como de costumbre se presentaron a laborar a la comandancia de robos y se reportaron con su jefe, Jacobo López Cruz, luego como a las 11 :00 horas, el entonces director de la PME, Ricardo Dorantes Morteo le dijo al comandante Jacobo López Cruz “que fuera a la municipal, pues habían agarrado a unos asaltantes, los cuales podían ser los que habían hecho varios atracos, pues les habían encontrado armas de fuego y no eran de este estado”. Supuestamente, Julio César, el ministerial conocido como “El Tyson” y otros más fueron por los maleantes y los condujeron hacia las instalaciones de cerca de la entonces Procuraduría, ubicada en San Antonio de La Cal. Luego, los metieron a la celda preventiva de la PME. Pasaron algunas horas, cuando Fortino y Salvador se dirigían a comer, pero al pasar por el corredor escucharon que de los antiguos sanitarios se escuchaban quejidos; por eso Fortino Sangerman dijo “?Escuchaste Lamas?, son quejidos”. Por eso los dos agentes entraron al baño de los hombres y vieron que Ramíro estaba boca arriba y Julio Césa le decía “?Te pasas de pendejo, por eso no te quería traer al baño, eso querías guey!”.

En ese momento, Julio César le dio dos o tres golpes con los puños en el abdomen a Ramiro

Por eso, sus compañeros Fortino Sangerman y Salvador Lamas le dijeron “no lo golpees, mejor llévalo a los pasillos”, pero Julio les contestó enojado, “Este güey se pasó de verga, me quiso ganar para pelarse cuando estaba meando, por eso no lo quería traer al baño”; después de este incidente los agentes se fueron; pero como a las 18:00 horas al regresar a sus labores Lamas se enteró que había fallecido un asaltante, y este era Ramiro M. M. Por eso fue detenido Julio César, quien fue internado en el penal de Santa María Ixcotel por los delitos de abuso de autoridad, tortura y homicidio calificado.

Tras su declaración preparatoria y el auto de formal prisión Canseco Hernández se inconformó, por eso apeló a la resolución dictada por el Juez Séptimo de lo Penal, ante tal hecho, el 14 de diciembre de 2004, la Tercera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia resolvió el toca penal 1423/2004 y confirmó la resolutiva del Juez. Meses después fue sentenciado a 36 años en prisión y al pago de más de 99 mil pesos por reparación de daño. Sin embargo. Luego, de inconformarse con la resolución, magistrados revocaron la condena, por ello obtuvo su libertad. Vuelve a delinquir El 9 de febrero de 2012, a las 23:00 horas el edificio del Centro de Operaciones Estratégicas (antes Unidad Mixta de Atención al Narcomenudeo UMAN), ubicado en Amapolas esquina con Laureles, fue rodeado por Agentes Estatales de Investigación (AEI), Agentes Federales de Investigación (AFI) y Ejército Mexicano. Al interior fueron sometidos los agentes federales, Víctor M.C. y Alejandro Omar P.T., así como de sus ayudantes, el mecánico de unidades de la Procuraduría General de Justicia del Estado, José Luis C.L., Lorenzo G.C. y el ex agente policíaco Julio César C.H.

Todo inició cuando Lorenzo le había informado a los agentes federales que una mujer podría estar implicada en delitos federales. Por ello, el encargado del Centro de Operaciones Estratégicas, Víctor M.C., con su elemento, Alejandro Omar y sus “madrinas”, José Luis y Julio César, acompañaron a Lorenzo, quien les señaló a la mujer, a quien interceptaron frente al atrio de la iglesia de Tlacolula de Matamoros. Los elementos policiacos y sus ayudantes interceptaron a las dos mujeres a las 13:30 horas del jueves y por la fuerza las subieron a una camioneta color azul doble cabina, enfilando a la ciudad capital. A la altura del crucero de la población de Macuilxóchitl, bajaron a la mamá de la joven y le indicaron que tenía hasta las 19:00 horas de ese mismo día para conseguir 50 mil pesos en efectivo y pudiera preservar la vida de su hija, a quien se llevaron a las oficinas del Centro de Operaciones Estratégicas (COE) ubicado en Laureles y Amapolas en la colonia Reforma. El ama de casa pidió el auxilio del agente del Ministerio Público de Tlacolula de Matamoros y agentes estatales de investigación de ese distrito, quienes la ayudaron para contactar con los “plagiarios”. El mecánico de unidades de motor de la Procuraduría General de Justicia del Estado, José Luis, empezó a realizar las llamadas y negociaciones, hasta acordar la entrega de los 50 mil pesos que habían solicitado. La entrega del dinero sería en las oficinas de la dependencia encargada de impartir justicia. Para ello, el entonces Procurador General de Justicia del Estado, Manuel de Jesús López López y el coordinador de la Agencia Estatal de Investigación, Jaciel Vásquez Castro, alertaron del incidente a la delegación de la Procuraduría General de la República y ordenaron el operativo con el apoyo del Ejército Mexicano. Minutos antes de las 23:00 horas, la zona fue rodeada por agentes estatales, federales y militares. El ayudante o madrina, Julio César, encargado de vigilar la puerta, se dio cuenta y alertó al encargado de la agrupación encargada de combatir el narcomenudeo. “Aguas… creo que son mañosos, son varias personas armadas….” y cerró la puerta con seguro.

Un grupo de agentes con chalecos y armas largas le dijeron a los madrinas y federales que llevaban a un detenido y que abrieran la puerta, al mismo tiempo que se identificaron y sostenían a una persona con la cabeza agachada, simulando ser el reo. Cuando la puerta de color negra se abrió, los agentes policiacos cortando cartuchos, seguidos de militares y resguardados por federales tomaron las instalaciones de dos niveles. “Nadie se mueva, ?cuántos se encuentran aquí?”, dijo un integrante del Ejército Mexicano. José Luis fue localizado sentado en un escritorio y con el teléfono donde realizaba las llamadas para pedir el rescate.

Al fondo, en un cuarto, estaba la mujer de 23 años de edad que había sido privada de su libertad. Tras ser sometidos, los Agentes Federales de Investigaciones Víctor y Alejandro Omar, así como sus ayudantes José Luis, Lorenzo y Julio César, fueron desarmados, sentados y esposados. La agraviada no dudó en señalarlos como los presuntos responsables y por lo cual las cinco personas fueron llevadas a la delegación de la Procuraduría General de la República y quedar a disposición de la agencia investigadora número II. Con relación a este ilícito se supo que Julio César, estuvo preso al menos un año y medio, pero luego obtuvo su libertad.

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