Y el que quede que…

partidosPor Horacio Corro Espinosa

Fue en la gestión del presidente Adolfo López Mateos, que se estableció lo novedoso y demagógico de los diputados “de partido”. Hasta entonces, los padres de la patria llegaban a su curul gracias al robo de ánforas o al asalto de casillas o al traspapeleo de boletas o al amañamiento de padrones o etcétera, con la consabida manifestación de una mayoría de votos a su favor en el distrito o municipio correspondiente.

En esa misma época, se pretendió la participación de los partidos chiquititos aunque no tuvieran un solo candidato popular reconocido, pero estimulado por los sufragios de los ciudadanos, si acaso llegaban a tener en el conteo global una cierta cantidad de votos, lo que les permitía tener el derecho a colocar en la Cámara a uno o dos o según, de sus miembros rabones, para que tales no quedaran fuera del concurso.

Claro que, con un simple pero buen cálculo aritmético, se aseguraban los hombres del poder, que la mayoría de los ciudadanos seguían seguros, sujetos y definitivos dentro del partido oficial. A los diputados o presidentes municipales no nacidos ni amamantados en el edén, que no llegaban a 20 en todo el país, les daban chance para que se echaran sus discursitos y nada más… a la hora de votar, la aplanadora oficial se encargaría de reducir a polvo a los supuestos independentistas o disidentes como se les llamaba entonces.

Y curiosamente hoy, después de un montón de años, los candidatos del partido que permanecían siempre en el poder, ya no son la aplanadora como antes.

¿Pero saben quién provocó que la gente le perdiera el respeto al poderoso PRI? Pues el mismo PRI. Hace 18 años, después de la muerte de Colosio, se comenzó a escuchar en todas las estaciones de radio del país, un anuncio que decía: “tú puedes perderlo todo”.  ¿Ya se acordaron? Y por ese anuncio, la gente comenzó a temer que hubiera un verdadero caos en todo el país. A través del miedo se trató de capitalizar el voto.

Días después de aquella contienda electoral, el Presidente Ernesto Zedillo, les dijo a su correligionarios de partido que eran morosos, corruptos, que habían abusado del cargo y del compadrazgo. Después de aquellas palabras del presidente en turno, los mismos priístas cacaraqueaban ese discurso con más fuerza. Pasó el tiempo, y otra vez, los priístas volvieron a caer en el amiguismo, en los compadrazgos, en la influencia ciega de los antiguos y el capricho de los nuevos.

El sábado de la semana pasada, Paco Reyes, el candidato del PAN  a la presidencia municipal por la ciudad de Oaxaca, retiró el plantón que mantenía frente al consejo municipal electoral. Eso me recordó, en cierta medida, a aquella huelga de hambre, en agosto de 1989, cuando al candidato del PAN por Huajuapan, Luis Guevara Camacho, no se le reconocía su triunfo obtenido porque el pretexto era el robo de una urna. Finalmente, el 28 de agosto, la Comisión Estatal Electoral, anunció el triunfo del Dr. Guevara, y éste levantó su huelga de hambre que mantuvo durante 19 días.

Durante su huelga de hambre, el doctor Guevara Camacho, recibió el apoyo personal de Luis H. Alvarez, Abel Vicencio Tovar y Cuauhtémoc Cárdenas, que comprendían el fraude.

Hasta anoche seguía el conteo voto por voto de los candidatos Javier Villacaña, de la coalición “Compromiso por Oaxaca” y Francisco Reyes, de la coalición “Unidos por el Desarrollo”.

Estos candidatos han dicho que cuando lleguen a la silla presidencial, trabajaran sin distingo de colores y los que ocupen cargos dentro del ayuntamiento, estarán ahí por su reconocida trayectoria en el tema. Pero ¿cuánto tiempo les durará esas ganas o esas palabras, porque recuerden que la carne es débil.

Ojalá al rato no veamos a fulano tonto con mención honorífica. A zutano pillo sin pizca de pecado. A mengano alcahuete, detrás de elegante escritorio. A perengano mocito de alcoba extraconyugal, como el chipocles de tal oficina. Al compañero de banca en la primaria.

Pero como siempre pasa. Son tantos los compromisos que se inventan cargos para colocar a tanta gente como mensajeros, edecanes, abrepuertas y pasatarjetas.

Ojalá no caigan en eso los señores triunfadores, quienes ahorita están viviendo el nerviosismo ante el conteo.

 

Twitter:@horaciocorro
horaciocorro@yahoo.com.mx

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