Luto Nacional

OPINION
DE PORTEROS

Solo querían ser visibles, solo querían velar a sus muertos, solo querían hacer saber a México y el mundo que ya no pueden con el dolor por la desaparición de un ser querido, por la muerte absurda y cruel de alguien muy amado, por el abandono del gobierno “humanista”. Hoy fue luto nacional.

Creyeron que como la presidente y la jefa de gobierno de la Ciudad de México son mujeres, comprenderían. Creyeron en la frase electorera de que “Llegamos todas”. Creyeron que porque la presidente y la jefa de gobierno son madres serían empáticas y se pondrían por un momento en su lugar, que pondrían el poderoso aparato del gobierno a su alcance para buscar a sus seres queridos, como lo usan para perseguir a opositores.

Pero, qué equivocadas estuvieron, la empatía, el acompañamiento y la solidaridad solo la tuvieron de ciudadanos de a pie que se acercaron con una veladora, una flor o unas palabras de cariño, mientras las funcionarias públicas de Morena, las que representan al gobierno, estaban más ocupadas en otros asuntos, para ellas, más importantes que un numeroso grupo de mexicanos pidiendo apoyo para encontrar a ese ser querido que un día salió de casa y nunca más regresó.

La única respuesta que los dolientes recibieron del gobierno insensible, encabezado por puras mujeres, fue la violencia a través de grupos de choque, como también lo hacen en las marchas de mujeres.

Hombres con el rostro cubierto, con tubos, palos, entre otras “armas”, y en montón, golpearon y patearon a un señor que había llegado temprano al Zócalo para participar en la Vigilia de Madres Buscadoras. Mujeres encapuchadas, lo que no hacen aquellas que marchan pacíficamente, acompañadas de violentos enmascarados, derribaron las vallas que protegen el Palacio Nacional.

Esa fue la señal que los cientos de granaderos, de esos que dicen que ya no existen, esperaban para arremeter no contra los infiltrados desestabilizadores, sino contra los dolientes a quienes rociaron, dicen, de polvo de extintores, toletazos y empujones.

¡Mentira! No llegamos todas, faltan más de 100 mil que se encuentran desaparecidas, unas vueltas cenizas en esos crematorios clandestinos y otras en manos del crimen organizado que las explota en piqueras abandonadas por la autoridad y amparadas por policías.

La vigilia sirvió para que millones de mexicanos vieran a estas madres buscadoras que solo piden saber dónde quedaron sus hijos o hijas, esposas, madres o cualquier otro familiar, a quien la noche de este sábado prendieron una veladora.

Los más de 400 pares de zapatos y las más de 400 veladoras colocados en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México y otras ciudades del país fue una alegoría a la espera eterna que seguramente tendrán, porque así como en el sexenio pasado el slogan fue “abrazos no balazos”, hoy es esconder la realidad a como de lugar.

Teuchitlán, Jalisco, es la evidencia de que el crimen organizado en efecto esta más organizado que el gobierno y después de ellos, las más organizadas son las madres buscadoras; aunque unas han sido dobladas por el cansancio, como ocurrió con Silvia Velázquez, de las Guerreras Buscadoras de Cajeme, Sonora. A otras las alcanzó la muerte sin que pudieran recuperar a sus hijos, como ocurrió con Isabel Miranda de Wallace.

Los casos de padres que aun buscan encontrar a sus hijas desaparecidas sacan los nombres de las cifras anónimas, como Mónica Alejandrina que aun espera ser encontrada para acabar con el dolor que sufre su padre y su madre; esta última, una payasita a quien la ironía de la vida le robó el oficio de payasita porque en lugar de llevar sonrisas, hoy sigue en la búsqueda de su hija.

Y así, padres, madres, abuelos, tíos, esposos, hijos, novios, decretaron #LutoNacional luego del hallazgo de los crematorios clandestinos de Teuchitlán, Jalisco, donde las autoridades de los tres niveles de gobierno buscan por todos los medios convencer a mexicanos que es mentira, a pesar de que con sus mentiras ensucian el trabajo, el dolor y la labor de las madres buscadoras y la memoria de quienes han sido desaparecidos por manos criminales.

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