Camas separadas.
LATITUD MEGALÓPOLIS
POR: JAFET RODRIGO CORTÉS SOSA
“El sístole sin diástole ni dueño”.
Joaquín Sabina
¿Qué pensarán las ausencias de nosotros?, cada quien, por su lado, caminando de aquí para allá, a veces sin norte, otras tantas sin cabeza; en ocasiones por la simple inercia de seguir, caminando hacia adelante, saltando uno a uno sobre los tres puntos suspensivos que quedaron marcados en el piso.
Qué pensarán de nosotros aquellos sueños que llevan rotos más de una temporada, ¿seguirán debajo del tapete de la sala, por la mera costumbre de encontrarse en el piso o en búsqueda de un lugar más cálido, habrán partido, acurrucándose debajo de la cama o en un rincón de la alacena?
Qué pensarán los miedos que nos ven temblando de frío en camas separadas, sin que la piedad surja de algún lado para consolarnos; qué pensarán aquellas flores que terminaron marchitas por el tiempo, convirtiéndose pétalo a pétalo en polvo; qué pensarán los lugares que alguna vez visitamos de que ya no nos ven juntos, que de vez en cuando, nos sienten adoloridos; qué pensará la ausencia de mi media sonrisa; qué pensarán las promesas del final que terminó arrojándolas a los lobos, sin remordimiento por su pérdida.
Entre tantas preguntas, una nube de nostalgia se cuela contaminando todo, ocultando a la vista del mundo el panorama completo, que le daría piso a más de un exagerado pensamiento, haciéndonos construir un ahora distinto, más real, permitiéndonos ver todas las aristas de lo que se supone que extrañamos, para que le extrañemos de forma completa, recordando no sólo lo que nos arropan, sino también aquello que nos terminó lastimando.
PANORAMA COMPLETO
La nostalgia nos aborda cuando estamos solos, mientras los recuerdos confabulan para contar sólo una parte de la historia, aquella alegre versión de lo que alguna vez nos dio la vida; una trampa difícil de huir, que narra una versión tergiversada de lo que en realidad ocurrió, omitiendo los puntos sobre lo que terminó lastimándonos.
Embriagados de melancolía, extrañamos con todo nuestro corazón algún momento de lo que fue, sin observar el panorama completo de lo que en realidad fue.
Recordar todas las aristas nos haría detenernos y entender por qué pasó lo que pasó, por qué los hechos nos llevaron al punto donde nos encontramos; nos ayudaría a asimilar el ayer, sin dejarnos llevar por aquellos impulsos que nos hacen creer lo que creemos que queremos.
Contaminada, la memoria nos termina traicionando, silenciando puntos cruciales de lo que hicimos y lo que nos hicieron, orillándonos a pensar en la ausencia, en las camas separadas, los besos y abrazos que ya no se podrán saldar, en planes juntos, en la sístole sin diástole ni dueño; dejándonos llevar por lo que pudo ser, que nunca será; alejándonos de lo que fundamentalmente es, el ahora que nos ayude a soltar de una buena vez el pasado, para rescatar únicamente lo que nos sirva para continuar.