La cruzada de Rosario
La Cruzada Nacional contra el Hambre, acaba de cumplir en enero pasado un año de que el presidente Enrique Peña Nieto lo arrancó en el municipio de Las Margaritas en el Estado de Chiapas. Es la estrategia del gobierno para “erradicar la pobreza extrema alimentaria” en la que viven más 7 millones de mexicanos.
Según la propaganda gubernamental, se identificaron 400 municipios prioritarios, determinados con base en información del Coneval y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y de acuerdo con el primero, en aquellos municipios se concentra poco más de la mitad de la población que es su objetivo, esto es, cuatro millones de personas. 3.67 millones de los potenciales beneficiaros fueron ubicados en zonas urbanas, y 3.73 millones en áreas rurales.
Entre los objetivos que destacan está: “Cero hambre en alimentación y nutrición adecuada para personas en pobreza y carencia en acceso a éstas, eliminar la desnutrición infantil aguda y mejorar los indicadores de talla y peso de la niñez y aumentar la producción de alimentos y el ingreso de los campesinos y pequeños productores agrícolas. Según la titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Rosario Robles Berlanga, para este año se ejercerán 80 mil millones de pesos para que gobiernos estatales y municipales combatan la pobreza.
Desde su anuncio la Cruzada Nacional Contra el Hambre ha tenido fuertes críticas cuyo objetivo principal no es ninguno de los que antes mencioné, sino el electoral. La cruzada, se ha dicho, está encargada de prepararle el terreno al PRI para ganar las elecciones intermedias en 2015 y desde luego, las presidenciales en el 2018. Es un programa que ha causado polémica no sólo en el terreno político sino también en lo que podríamos llamar en el terreno técnico, con argumentos debidamente sustentados y documentados por académicos y especialistas en la materia .
A decir del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la CNCH tiene imprecisiones en su diseño, le falta de una definición precisa del concepto hambre, está basada en experiencias caducas y considera que “la política social debe incluir otras estrategias y acciones para conseguir el cumplimiento cabal del pleno ejercicio de los derechos sociales, ya que la cobertura de servicios básicos es insuficiente, y es fundamental el acceso efectivo y con calidad para toda la población”. El estudio considera que en el diagnóstico de diseño de la CNCH de la Sedesol, “le faltan elementos básicos, como un documento conceptual final en el que se integren y clarifiquen las diferentes definiciones y proporciones, aspectos clave como el marco conceptual, la identificación de las causas y los efectos, el diagnóstico de la situación en México y la caracterización de la población que presenta el problema”. Incluso se precisa en la cruzada nacional “ni siquiera se tiene claro el concepto de hambre, ya que utiliza distintas definiciones y se desconoce si usa el criterio de carencia de acceso a la alimentación del Coneval o si se refiere a quienes padecen desnutrición”. En fin, hay un sinnúmero de señalamientos y críticas no necesariamente políticas que han desmenuzado este programa de manera destacada.
Por otro lado, ya lo decía, este programa ha sido blanco de fuertes señalamientos porque en el fondo el gobierno priísta lo está utilizando como una manera de “ganarse las simpatías”, es decir, los votos de muchos millones de mexicanos y mexicanas sin tener que volver a repartir sus “tarjetas sorianas” que le permitieron “ganar” a Enrique Peña Nieto, gracias también a los gastos millonarios en medios masivos de comunicación que permitieron engañar a la población y la siguen teniendo mediatizada.
A esto se le ha sumado las recientes declaraciones de Rosario Robles, quien ante un grupo de mujeres indígenas en el poblado “Los Encinos”, en Nayarit, un par de semanas atrás, advirtió que el programa Oportunidades no dará apoyos a las familias que tengan más de tres hijos. Independientemente de que Rosario haya optado por otro camino, es triste que alguien quien militó en la izquierda haya actuado de manera discriminatoria contra un grupo de mujeres indígenas.
Expresé en una declaración de prensa que era lamentable que ella haya renunciado a sus orígenes de izquierda, de luchadora social y defensora de los derechos humanos, particularmente de los grupos indígenas, y que, peor aún, Rosario piense o esté convencida que algunas familias indígenas vean en la procreación un medio para obtener más recursos a través de programas sociales. Rosario se equivocó. No tenía por qué querer imponer a una familia el número de hijos que debe tener. Así como seguramente sigue pensando que las mujeres deben ser libres de decidir su maternidad, no tiene por qué querer imponer a una mujer el número de hijos que decida tener y menos a través de una amenaza. Tener el número de hijos que una familia decida, es una decisión libre que en nuestro país como en otras muchas partes del mundo, forma parte de la cultura de la pobreza, que implica tener más hijos bajo el razonamiento que cada nuevo miembro de la familia se convertirá en un agente económico que contribuirá a la economía familiar.
El discurso de Rosario Robles ante la mujeres indígenas de “Los Encinos”, va a significar un punto de quiebre del Programa Oportunidades y de la CNCH por lo que hay detrás políticamente de ambos programas y de lo que dejaron ver las declaraciones de la funcionaria. Esto debe servir al gobierno para replantear sus programas sociales y que realmente se reviertan los niveles de pobreza en el país; debe servir para que Rosario Robles revise sus principios, sus aspectos sensibles hacia la población. Si se queda con aquellos que la rebeldía y la lucha social le dieron a su persona y la hicieron destacar como una mujer de izquierda o continúa con los que de un tiempo para acá abandera como empleada del PRI y a veces pensando como panista, como una mujer cruzada.
*Diputado federal del PRD por Oaxaca