Impunidad, reto del Fiscal o la historia de Penélope
DETRÁS DE LA NOTICIA
Alfredo Martínez de Aguilar
* A resultas de las amplísimas redes de complicidad, a nuestro juicio, la impunidad es el principal factor que ha convertido, a querer o no, guste o no, al Estado mexicano en un estado fallido.
* Los estratos bajos de las corporaciones policíacas, de procuración y administración de justicia, prohíjan la impunidad al corromperse por supervivencia, por sus salarios de hambre y trato humillante.
Al margen de la discusión politológica, si el Estado mexicano es en estricto sentido constitucional un estado fallido, la percepción general es que lo es ante sus ya de suyos graves problemas.
Y lo es, sobre todo, por sus crecientes niveles de inseguridad y cada vez más brutal violencia caracterizada por el sadismo, sumados al desempleo y emigración masiva de miles de mexicanos.
A resultas de las amplísimas redes de complicidad, a nuestro juicio, la impunidad es el principal factor que ha convertido, a querer o no, guste o no, al Estado mexicano en un estado fallido.
A riesgo de escandalizar a las buenas conciencias, a la luz de las miserias de la condición humana, el problema no es tanto la corrupción por más escandalosa que sea, sino su total impunidad.
De manera realista, es prácticamente imposible terminar con la corrupción porque es consubstancial a la naturaleza humana, como las ambiciones, pasiones, adicciones y perversiones.
No podemos terminar con el tabaquismo, alcoholismo y prostitución, menos con la drogadicción, porque el crimen organizado y el narcotráfico son muchas veces negocio de los propios gobiernos.
Los estratos bajos de las corporaciones policíacas y de procuración y administración de justicia prohíjan la impunidad al corromperse por supervivencia, por sus salarios de hambre.
La consecuencia es que las carpetas de investigación no son bien integradas por los policías, al no profundizar las investigaciones, los administrativos, peritos y secretarios del Ministerio Público.
Hay un factor psicoemocional poco observado en las políticas públicas federales y estatales, el creciente resentimiento de policías y burócratas por el pésimo trato humillante que son objeto.
Además de las importantes labores de seguridad y vigilancia de los servidores públicos, sus familias, novias y amantes, los policías tienen que lavar vehículos e, incluso, bañar a los perros.
En otros casos, se llega al extremo de enviar a los policías a comprar toallas sanitarias. Urge que este trato indigno, que para nadie es desconocido, termine, y los policías mejores sus salarios.
Ese resentimiento, rayano muchas veces en el odio a sus jefes provoca una actitud sumamente negativa de inmovilismo y valemadrismo que afecta gravemente a la administración pública.
Este acto de estricta justicia tiene que hacerse extensivo al personal administrativo, los secretarios y agentes del Ministerio Público y Vicefiscales, así como al demás personal de la Fiscalía General.
Lo mismo debe ocurrir con el salario y prestaciones de las categorías administrativas más bajas del personal, ejecutores y secretarios de los Juzgados del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Diferente es el caso de los gobernantes, políticos en general y empresarios, sus familiares, amigos, compadres, socios y cómplices, cuya ambición es desmedida y saquean sin llenadera alguna.
Ello requiere de manera urgente romper paradigmas y esquemas tradicionales para cambiar las políticas públicas presupuestales, a fin que la justicia social llegue, por fin, a policías y burócratas.
Seguramente esta explicación escandalizará a las conciencias de doble moral y a los políticamente correctos, pero no pueden negar la terca realidad que finalmente termina por imponerse.
En este contexto se inscribe la tarea titánica encomendada por el pueblo de Oaxaca, a través de los Poderes Ejecutivo y Legislativo al doctor Rubén Vasconcelos como Fiscal General del Estado.
Aun cuando hay importantes avances, irónicamente la impunidad en la procuración de justicia se asemeja a la labor de Penélope, personaje mitológico griego, al destejer de noche lo que se había tejido de día.
“La obtención de las sentencias condenatorias en un mes nos vuelve una institución que cumple con sus fines. Esto pone el indicador muy alto de casos que son judicializados en el estado”, subrayó para resaltar que estas acciones dan cuenta del cumplimiento de las tareas que corresponden a la Fiscalía.
Con honestidad Rubén Vasconcelos, Fiscal General de Oaxaca, reconoce que Oaxaca aparece en el indicador delictivo con un aumento de homicidios dolosos de mujeres y feminicidios.
Las cifras son comparadas con los primeros 7 meses de 2018 y 2019. El Fiscal indicó que el año pasado se registraron 13 feminicidios, pero en 2019 el resultado del mismo periodo fue de 17.
También realizó la comparativa de los homicidios dolosos de mujeres, en los que en 2018, se registraron 53 homicidios y ahora la cifra es de 61, aumentando un 15 por ciento.
Emitió una alerta de género por el aumento de la violencia contra las mujeres, lo que permitirá resguardar su integridad física y sicológica, y garantizar el desarrollo de una vida sin violencia.
Se han abierto 509 carpetas de investigación por homicidio doloso y 20 más por secuestro, en las que solo existe una en curso. En secuestro, hay una reducción del 3% en comparación con 2018.
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