22 personajes en busca de Frida
En el libro ‘En busca de Frida’, Martha Zamora recupera la relación de la pintora con protagonistas de la vida política y cultural de su tiempo.
XAVIER QUIRARTE
México
Martha Zamora considera que “Frida Kahlo se está alejando de nosotros. Quienes quieran hacer un libro sobre ella ya no encuentran vivos a quienes convivieron con Frida, ya no existe nadie. Por ello mi libro En busca de Frida empieza con la frase: ‘Soy la única que queda viva'”.
En 1987, Zamora publicó Frida: el pincel de la angustia, libro entretejido con entrevistas a quienes estuvieron cerca de este icono del arte. Veintiocho años después, para profundizar en los retratos de 22 personajes que, por cuestión de espacio, apenas habían sido bosquejados, edita En busca de Frida.
Algunos de ellos son Alejandro Gómez Arias, Adelina Zendejas, Germán de Campo, Isamu Noguchi, Aurora Reyes, Jean Van Heijenoort, Teresa y Juana Luisa Proenza, Emmy Lou Packard, Pita Amor y Tina Modotti (aunque a esta última no la entrevistó, pues murió en 1942). Las entrevistas fueron realizadas entre 1981 y 1985 y, a tres décadas, la autora decidió que era tiempo de volver a ellas.
La también autora de Maximiliano y Carlota: memoria presente, dice en entrevista que desde la edición de Frida: el pincel de la angustia muchos de los entrevistados comenzaron a morir, gente que formó parte de una generación extraordinaria.
Comenta que el punto de partida fue, aleatoriamente, el archivo correspondiente al doctor Armando Navarro y Montoya, director del laboratorio médico del Hospital Inglés, donde estuvo Frida. “Lo encontré casi 30 años después de la muerte de Frida y fue muy generoso con sus recuerdos. Me dijo que se había enamorado profundamente de Frida y que no sabía qué tanto esta fascinación había afectado su matrimonio. Me contó que asistió al sepelio y, al recordar su cremación, me dijo: ‘Parte de mí se fue en esas llamas, en ese mes de julio de 1954′”.
El propósito de la autora es “explicarle a la gente cómo fue que empecé a juntar las piezas para mi libro, incluso fragmentos donde la gente declara mentiras obvias, pero las dejo porque es su manera de recordar a Frida. Por ejemplo, una vecina de Coyoacán y compañera de la primaria y la secundaria, dice que Frida era sumamente propia en sus relaciones sexuales con sus compañeros, pero la gente sabe que no es verdad. Otro declara que no murió de enfermedad, sino que la mandó matar el Partido Comunista.”
Zamora considera que su libro “integra todo lo que contaron estas personas que estuvieron muy cerca de Frida por una u otra razón: por amor, pasión, familiaridad, amistad pura… Cada historia es distinta, además de que se aproximaron a ella en tiempos distintos, en los que la gente va cambiando, pero Frida en especial.”
Se puede apreciar también la cultura de la época y la vida política. En el libro, dice la escritora, “se da una imagen muy clara de lo que acontecía en México en los años cincuenta, por ejemplo, cómo se trataba a las mujeres, qué tanto sufrían. Muchas jóvenes de ahora no saben cuánto le deben a Adelina Zendejas o Aurora Reyes. Estos nombres no les dicen nada a las nuevas generaciones, pero si leen el libro las van a conocer, porque son personajes que no forman parte de la cultura actual y hay un desconocimiento enorme de lo que hicieron.”
Abunda en la importancia que tuvo Avelina Zendejas en el feminismo en México. “Frida le llamaba La Tímida, mote que conservaría toda la vida, porque era realmente tímida. En una ocasión yendo con Frida a un congreso feminista se anima a subirse al estrado para defender a sus compañeros varones que estaban muy denostados entre la comunidad militante. Más adelante se convertiría en la gran defensora de los derechos de la mujer y de los niños”.
Cuando a Martha Zamora le dicen que Frida Kahlo se ha convertido más que nada en una leyenda, la investigadora suele responderles: “Los museos no se abren a mitos, se abren a grandes pintores. Los museos del mundo sueñan con tener una exposición de Frida Kahlo, lo que cada vez es más difícil.”
Proenza y Packard, dos amigas entrañables
Dos personajes se volvieron importantes en la vida de Martha Zamora a partir de En busca de Frida, sobre todo porque le infundieron valor, “por la manera en que se enfrentaron a la vida. Hablo de Ana Luisa Proenza, cubana, comunista, muy amiga de Frida y hermana de Teresa Proenza, que fue secretaria de Diego Rivera y amante de Frida”.
La otra es Emmy Lou Packard, quien “vivió toda su vida en California, excepto un año que estuvo aquí en la Casa Azul, invitada por Diego y Frida. Como Ana Luisa, me mostró cómo se puede llegar a una edad avanzada trabajando y pensando en los otros, a pesar de sus enfermedades.”
Relata que si a Ana Luisa “le estalla una bomba de niña, dejándola prácticamente ciega el resto de su vida, Emmy Lou padece tuberculosis y diabetes infantil, pero llegó a más de los 80 años, aunque luego tuvo alzhéimer. Ambas dejaron una marca muy importante”.