El estadio Azul, 20 años después

1547563Excelsior

El Cruz Azul se sostiene aún en día por su buen pasado y sigue causando una extraña sensación a sus aficionados, acostumbrados a sufrir deportivamente en todos los planos. No solo es la cuestión de los títulos, sino también la de no tener una casa propia.

El catedrático de la UNAM y arquitecto, Rafael Villegas-Guillot, echa la maquinaria de recuerdos a andar, “era 1996 cuando le presenté el proyecto del Domo Azul a Guillermo Álvarez Cuevas, lo vi muy entusiasmado pero desafortunadamente nunca hubo una respuesta. Esto de hacer estadios no es una cosa fácil, toma su tiempo y se tiene que construir por partes”, menciona quien ha trabajado con Kenzo Tange, maestro japonés de la arquitectura y el urbanismo moderno.

Cruz Azul ha puesto sus ojos este año en el proyecto de construir su estadio en el Velódromo pero 20 años atrás ya había planeado hacer lo mismo en el centro de la Magdalena Mixiuhca, muy cerca del Autódromo Hermanos Rodríguez, entre Eje 3 Añil y Viaducto.

Pasaba la Máquina penurias por los problemas con los dueños del Estadio Azteca quienes les metían publicidad de otra cementera en sus partidos. Por eso decidieron empezar el proyecto de su nueva casa.

Se pretendía que fuera un domo. El nombre original eraTexotli Ullamaloyan, pues acostumbro a mis proyectos ponerles nombres en náhuatl, éste significaba: el lugar azul donde se juega a la pelota. El domo era abierto, pero podía movilizarse para cubrirse por medio de un sistema de cableado traslúcido que se abría y cerraba gracias a poleas y detuvieran la insolación permitiendo al mismo tiempo la entrada de luz natural, algo que hubiera sido espectacular. Ya después, ese tipo de estadios, con otra tecnología, los vimos en el Mundial de Corea y Japón 2002, con el ‘ojo de Oita’ por ejemplo”, menciona.

Toda esta amalgama de arquitectura estaría coronada por el cemento blanco, característico de la empresa Cruz Azul y con el que se contrastarían las gradas. La proyección era de 30 mil espectadores hasta ampliarlo a 50 mil, sin embargo, Víctor Garcés, quien era el director jurídico de la cooperativa y cuñado de los hermanos Álvarez, estimó muy costoso el proyecto y prefirió alquilar el estadio Azulgrana.

“Se les propuso un estadio multifuncional para hacer varios eventos ahí pero no quisieron. Le integramos un gran ‘hall’, que iba a ser el museo del Cruz Azul en una cabecera y en la otra estaría el club de socios del equipo y la porra oficial. Se mostró la adaptación de palcos para la gente que llegaría a ellos en automóvil y, sobre todo, respetando la ecología del entorno, con taludes y áreas verdes para no afectar la visión de naturaleza de la Ciudad Deportiva”, explica.

Una vez que se decidió no seguir el proyecto de Rafael Villegas, en el 2003 hubo otra idea, la de poner el domo en el vetusto estadio Azul aunque el costo se elevaba en un inmueble que pertenecía a la familia Cosío por lo que prefirieron sólo remozar con pintura y accesos el recinto. Cruz Azul sigue en la búsqueda de un verdadero hogar. Aunque en el Azteca hay identificación y el recuerdo de sus mejores años, sabe que es la casa del América, su peor enemigo y por eso espera encontrar una buena solución. Hace 20 años la tuvo. Quien no conoce su historia, está contando a repetir sus errores.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button