Desairada… la primera fiesta petrolera del país

licitacionLos organizadores de la ‘party’, al final, se quedaron con semblantes sombríos por la baja participación.

México

Había muchas expectativas. Algunos habían predicho que se trataría de una bacanal épica. De un crematístico fiestón de hidrocarburos. Y no. No ocurrió así. Fue una fiesta desairada por casi todos los invitados (nacionales y extranjeros): unos no asistieron (“se disculparon”, informaron los anfitriones) y la mayoría de los que sí acudieron no llevaron regalo. No aportaron ni siquiera una botella de vino. Tampoco tenían ganas de bailar. Nada. Vaya, solo aplaudieron un par de veces y apenas hablaron con los dueños de la casa, a quienes repetidamente se dirigieron con un escueto y desdeñoso monosílabo:

“No”.

No presentaban propuestas. Y ellos, los organizadores de la party, al final se quedaron con semblantes sombríos:

—Nos hubiera gustado ver más invitados. Es preciso reconocer: no tuvo el impulso que esperábamos… —aceptaba Juan Carlos Zepeda, el principal anfitrión, el presidente de la Comisión Nacional de Hidrocarburos.

Ni hablar. Pongamos esta crónica de color, así, en términos festivos: como si se tratara de una fiesta. De su primera fiesta petrolera, lector (a). En la invitación se leía: Primera Licitación de Ronda Uno. Lugar: Auditorio de Nacional Financiera. La parte medular del reven, que empezó como un after a las siete de la mañana (se esperaba que durara hasta la noche, pero a las tres de la tarde había terminado) consistía en eso: en la realización de una serie de subastas. Fueron 14 licitaciones para obtener 14 sorpresas: 14 bloques petroleros frente a las costas de Veracruz (cuatro), Tabasco (nueve) y Campeche (uno).

Sonaba bien. A muchos-muchos miles de millones de dólares, a muchísimos millones de barriles de petróleo. Chasco. Y es que mire: usted, su familia, la familia priísta, arma un reventón por primera vez desde 1938, desde la expropiación petrolera. Invita a la élite de la élite de su círculo social, sobre todo a los extranjeros que estaban proscritos, organiza una primera licitación, pero… resulta que solo dos de 14 bloques son adjudicados. Usted esperaba que al menos tres de cada diez invitados se cayeran con algo, glotones como suelen ser en el mundo petrolero. El promedio de éxito en las licitaciones en América Latina es de entre 30 y 50 por ciento. Nada: solo fue adjudicado 14.3 por ciento.

En la fiesta se esperaba, en un escenario de euforia, donde todo mundo se mete de todo, inversiones hasta de 16 mil 700 millones de dólares. El cálculo era de mil 300 millones por bloque. Pues no: habrá un máximo de 2 mil 600 por los dos bloques adjudicados, uno frente a aguas veracruzanas y otro frente al litoral tabasqueño.

Anhelaban (en la locura del éxtasis festivo) un rendimiento hasta de mil 400 millones de barriles de petróleo crudo equivalente (tomando un promedio de 100 millones por bloque). Se quedarán con recursos prospectivos de 142 millones de barriles por un bloque (el 2) y 102 millones de barriles por el otro (el 7): 244 millones en total.

Esperaban que esta primera fiesta generara 45 mil empleos directos y 123 mil indirectos. No. “Tendremos que recalcular las cifras”, decía otra anfitriona, Lourdes Melgar, subsecretaria de Hidrocarburos.

En la fiesta solo un grupito festejaba: un mexicano, un inglés y un gringo. El consorcio ganador de ambos bloques, formado por Sierra Oil & Gas (empresa privada mexicana), Talos Energy (firma estadunidense) y Premier Oil (grupo inglés).

Por eso estaban tristones los anfitriones. No pudieron gozar que por primera vez en más de siete décadas (77 años) volvieran a México aquellos nombres estigmatizados desde el cardenismo: los Exxon, los Chevron…

—A ver si para la otra, en septiembre (segunda licitación de la Ronda Uno), se pone mejor…
—decían los anfitriones. Y prometían:

“Habrá menos riesgos… geológicos”.

Bueno…

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