Joven esclavizada no ha deseado contactar a familiares: PGJDF

CIUDAD DE MÉXICO, 28 de abril.-

Ana Laura, quien fue sometida a tratos inhumanos y quien era obligada a trabajar en una planchaduría de la delegación Tlalpan ya pernocta en un refugio del cual no se proporcionó su ubicación por seguridad.

La mujer tiene 22 años, y por su aspecto físico exterior aparenta 14, pero sus órganos internos y funciones la convierten en una persona de 81 años.

La joven fue trasladada por personal de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal(PGJDF) y acompañada por Rosi Orozco, presidenta de la Comisión Unidos Contra la Trata de Persona A.C.

La mujer recibió atención médica en el Hospital de Balbuena y se prevé que la PGJDF acuerde con algún hospital capitalino la atención médica continua de la joven, quien padece unagrave desnutrición.

Además mantiene el apoyo jurídico de abogados victimales de la institución, quienes serán los encargados de informarle cuando deba comparacer ante la Fiscalía de Trata de Personas o ante el Juez de la causa.

El Centro de Apoyo Socio Jurídico a Víctimas del Delito Violento (ADEVI) de la PGJDF le proporcionará tambiénapoyo psicológico y es probable que le conceda apoyo económico. En casos como este se les entrega a las víctimas una cantidad aproximada de 30 mil pesos que se obtienen de un fondo de apoyo a víctimas.

5personasfueron detenidas por el delito de trata de personas en la modalidad de trabajos forzados

Al final de proceso, si la joven tiene familia es reintegrada, pero si ésta vive en otra entidad de la República se le pagan los viáticos para que se reencuentre con sus familiares. Hasta el momento la víctima no ha deseado contactar a nadie, detalló la PFJDF.

La mujer, de 22 años, por su aspecto físico exterior aparenta 14, pero debido al daño que le causaron sus victimarios durante dos años, sus órganos internos y funciones de la convierten en una anciana de 81 años, de acuerdo con la autoridad.

Esta joven pudo escapar y denunciar los hechos ante la Procuraduría. En su declaración dijo que solicitó trabajo en una planchaduría, fue encadenada por sus patrones y para que no dejara de laborar la golpeaban hasta que sangraba, y cuando las heridas iban cicatrizando, le arrancaban las costras.

También dijo que le daban de comer muy poco una vez al día, pero debido a que trabajaba incansablemente encadenada a la planchaduría masticaba el plástico con el que cubría las prendas de vestir que planchaba, y lo comía para mitigar su hambre.

La víctima, cuando pretendía apoyarse en la plancha para descansar un poco, era golpeada con una llave estilson, una mano de molcajete, un lazo y hasta con alicatas, ocasionándole diversas heridas.

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